LA IGLESIA Y EL TRABAJO
DESARROLLO HUMANO Y LABORAL
Luis es
el mayor de cinco hijos; acaba de cumplir 18 años y ahora que se gradúa de la
preparatoria planea un viaje con sus amigos de toda la vida; es un regalo que
sus padres le darán a pesar del sacrificio económico que representa para la
familia. Sus padres siempre han buscado que él y sus hermanos tengan todo lo
necesario en su educación, salud y recreación.
Tres días antes de la salida a su viaje, Ana, la hermana menor de Luis, es hospitalizada debido a una rara enfermedad pulmonar. El diagnóstico es incierto y Ana tendrá que estar unas semanas internada en observación. Esta es una situación nueva que angustia a la familia. La salud de Ana es frágil y su recuperación requerirá tiempo y… dinero.
DINERO, DINERO, DINERO…
El dinero es siempre un tema delicado. No se puede hablar fácilmente de
él y separa a las personas entre ricos y pobres. Esta
división entre ricos y pobres es una separación práctica pero no es natural.
Todos somos personas y nuestro valor más auténtico va más allá del grosor de
nuestras billeteras, pero tristemente en la vida diaria, sí que se perciben
distinciones entre quienes tienen y quienes no.
¿Deberían los gobiernos asegurarse de que
todos tengan lo mismo?, o simplemente permitir que cada quien acumule lo que pueda. Tener o no
tener; en economía y política, esa es la pregunta. Y es que si hablamos de
sistemas económicos pronto nos encontramos con una variedad de opciones que
hacen difícil que dos personas se pongan de acuerdo. No todo es blanco y negro.
¿QUÉ HAGO CON LO QUE
TENGO?
Independientemente
del país y del sistema económico en que nos encontremos todos somos
responsables del correcto uso de los bienes. Luis, el protagonista de nuestra
historia, ya tenía planes antes de la enfermedad de su hermana menor; ese
dinero ya estaba destinado a cubrir los gastos de su viaje. Pero ahora las
prioridades han cambiado. Los padres de Luis, incapaces de solventar todos los
gastos tendrán que reajustar su gestión. Ahora la diversión pasa a un plano muy
secundario; todos tendrán que apretarse el cinturón un poco.
Imagina
que Luis fuera un mal hermano y una persona egoísta, que insistiera en que ya se
le había prometido un viaje y que ahora no es justo que se le quite ese
bien. Imagina que intentara convencer a sus papás de que pagaran el viaje.
Cuesta imaginarse a alguien así, ¿verdad?
NUESTRA ACTITUD…
En una
familia es fácil ver que una actitud como la de Luis no es correcta ni humana. ¿Cómo puede un hermano mayor preferir su propia diversión
por encima de la salud de su hermana menor? El problema es que esto sí
se da a gran escala entre grupos de personas y entre sectores sociales. Claman
al cielo las diferencias abismales que separan a ricos y pobres en muchas
partes del mundo. Son contados los países en los que hay poca diferencia entre
los que tienen más y los que tienen menos. En el resto del mundo, se vive como
si los ricos olvidaran que tienen hermanos menores pobres.
Los bienes con que contamos no son infinitos, pero sí deberían ser
suficientes. En el Evangelio de Lucas
(19, 1-10) se narra el encuentro entre Jesús y un hombre llamado Zaqueo.
LAS RIQUEZAS EN LA BIBLIA
Zaqueo
era jefe de publicanos y era rico. Llama la atención que en un momento Zaqueo
se pone de pie y promete que dará la mitad de sus bienes a los pobres y pagará
el cuádruple si ha defraudado a alguno. Jesús asegura que ese día llegó la
salvación a la casa de Zaqueo.
Seguramente
Zaqueo era un hombre audaz en los negocios; Jesús reconoce eso, no le pide que
renuncie a todos sus bienes como haría con el Joven Rico (Mt. 10, 17-30); cada
uno tiene una misión particular con exigencias particulares.
Jesús
quería que Zaqueo fuera inteligente y generoso; que usara sus talentos para
mejorar la situación de quienes lo rodeaban. La sociedad necesita de más
Zaqueos, de personas capaces que tengan su corazón y su esperanza puesta en
Dios y sus ojos y sus manos dedicadas al prójimo.
CREATIVIDAD Y GENEROSIDAD
Lo que
falta no es dinero sino creatividad y generosidad. Entre los hombres
unos tienen más capacidades y otros tenemos menos; el siervo inútil de la
parábola de los talentos (Mt. 25, 14-30) es el que entierra lo que ha
recibido, ya sea por miedo o por egoísmo. Y al final en esa Parábola el hombre
que había recibido más talentos y los usa bien termina recibiendo los que
desaprovechó el timorato (o egoísta).
Yo
siempre me pregunto, ¿seré yo capaz de solucionar la
pobreza en el mundo? Probablemente no la pobreza de todo el mundo, pero sí creo que soy responsable de la pobreza de mi prójimo. Y es que de la misma manera en que Luis tendrá
que renunciar a un bien legítimo para que se recupere su hermana, así yo
también tendré que preguntarme si hay algo en mi vida a lo que tengo que
renunciar para que mis hermanos más pobres estén mejor.
En
la familia humana también hay que apretarse el cinturón.
Por: Eduardo
González | Fuente: New Fire
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