Recuerda, el sueño es esencial para vivir. ¿Duermes bien? ¿Tienes buenos hábitos?
Por: Lucia Legorreta | Fuente: yoinfluyo.com
¿Sabías que un tercio de nuestra vida la pasamos
durmiendo? A la edad de 60 años, 20 de ellos los habremos
dormido. Así es que cualquier problema durante el sueño, nos afecta
cotidianamente, tanto de noche, como de día.
HABITOS AL DORMIR
Y hoy
veremos el por qué “tu sueño condiciona tu vida”
Es una
función imprescindible para el ser humano: “no
podemos vivir sin dormir”; repara nuestro cuerpo cada día, y nos
prepara para estar despiertos al día siguiente. Es
fisiológicamente necesaria ya que regula los biorritmos y es garantía para el
equilibrio entre las exigencias biológicas internas y las del medio exterior.
Durante
el sueño el cuerpo repara daños a células y a tejidos, y el cerebro consolida
los recuerdos y el aprendizaje. Es decir, lo que hemos aprendido durante
el día se reafirma; de aquí que escuchamos refranes populares como: “lección dormida, lección aprendida” o “consúltalo con la
almohada”.
La vida
moderna nos exige estar aprendiendo todos los días: poner atención,
concentrarnos, nuevos métodos. Todas estas funciones están
íntimamente relacionadas con un buen descanso.
El sueño
no reparador tiene consecuencias sociales y médicas importantes que afectan por
igual a todas las edades y niveles socioeconómicos: bajo rendimiento en el trabajo y en los estudios, bajas
médicas, accidentes, y con ellos sus consecuencias.
El sueño
es crucial en la infancia. Durante los dos primeros años de vida el
bebé habrá dedicado más del 70% a dormir, siendo éste imprescindible para su
vida posterior. Poco a poco irá disminuyendo la cantidad de sueño en el
niño, hasta llegar a siete u ocho horas de sueño.
Estudios
recientes demuestran que los niños que duermen menos
horas de las aconsejadas tienen peores calificaciones en la escuela, déficits
significativos en el aprendizaje y expresión del lenguaje; lo cual tiene consecuencias como:
problemas en el crecimiento, mayor probabilidad de obesidad infantil, dolores
de cabeza, inseguridad, timidez, pero carácter y baja tolerancia a la
frustración.
El sueño
tiene que ser una prioridad para toda la familia. Los padres deben tener
rutinas y horarios de sueños regulares y consistentes.
Volvamos
a nosotros los adultos, ¿qué pasa sino dormimos
bien?. Si dormimos poco o mal tan solo un día, no nos
encontramos bien al día siguiente. El sueño perdido no se recupera, sino
que se acumula. Es como nuestra talla de zapatos: todos tenemos una medida propia.
Se
presenta una tendencia a dormirse a todas horas, cambios repentinos de humor,
tristeza, irritabilidad, actitud pesimista y aumento en el estrés y la
ansiedad.
Diversas
pruebas para estudiar la falta de sueño dieron como resultado que, después del
tercer día sin dormir, suelen manifestarse alucinaciones y locura
temporal. Las probabilidades de sufrir alguna enfermedad psiquiátrica
aumentan en un 40% cuando los problemas para dormir se vuelven crónicos.
A nivel fisiológico, la falta de sueño favorece la diabetes y el aumento
de peso, afecta el ritmo cardiaco y al sistema respiratorio; se
aumenta la percepción de dolor, aparecen temblores, envejecimiento precoz,
agotamiento, trastornos gastrointestinales y afectaciones al sistema inmunológico.
Hemos
mencionado que gracias al sueño podemos seguir aprendiendo.
Cuando estamos dormidos se limpia nuestra memoria a corto plazo y se deja
espacio para más información. Una noche sin dormir reduce la capacidad de
asimilar conocimientos en casi un 40%. Además de la pérdida de memoria y
recuerdo, la persona se vuelve más lenta y menos precisa.
También
el dormir en exceso provoca en nuestro cuerpo un estado de letargo perjudicial
para nuestra actividad diurna. Incluso podemos llegar a sentirnos más cansados
y con menos ganas de afrontar el día a día. Consecuencias como
despidos, problemas de familia y pareja, dificultades de aprendizaje y
concentración, así como repercusiones físicas y psíquicas se dan en personas
cuyo sueño es excesivo.
RECOMENDACIONES PARA MEJORAR TUS HÁBITOS
AL DORMIR:
1. Respeta tus horarios de sueño.
2. En las noches consume una cena ligera.
3. Haz ejercicio lejos de la hora de dormir.
4. No consumas alcohol, tabaco o cafeína.
5. No dejes tareas y actividades para último momento.
6. Si detectas que no logras conciliar el sueño o te despiertas
frecuentemente, solicita ayuda médica.
7. Duerme en una habitación bien ventilada pero evita el exceso de
frío.
8. Elimina del ambiente cualquier molestia como ruidos o exceso de
luz.
9. No lleves los problemas a la cama.
10. Mantén horarios regulares de alimento, ejercicio y sueño.
11. Evita las siestas o no las alargues por más de media hora.
Recuerda,
“el sueño es esencial para vivir”. ¿Duermes bien? ¿Tienes buenos
hábitos? Revísalos y si es necesario cámbialos y verás que
tu vida será mejor.
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