EL PAPA CELEBRÓ EL ÁNGELUS DEL DOMINGO EN EL DÍA DE LA FIESTA DE SAN JOSÉ: "CUANDO JESÚS NOS CURA, NOS DA LA DIGNIDAD PLENA, Y NOS DURA TODA LA VIDA".
El Papa Francisco celebró este domingo el habitual rezo del
Ángelus desde el
balcón del Palacio Apostólico de la Plaza de San Pedro. El Pontífice
recordó el pasaje evangélico en el que Jesús devuelve
la vista a un hombre ciego de nacimiento.
"En primer
lugar, están los discípulos de Jesús, que ante el ciego de nacimiento se
preguntan si la culpa es de sus padres o suya. Es cómodo buscar un
culpable, en lugar de plantearse preguntas más exigentes, como, por ejemplo: ¿qué
significa para nosotros la presencia de este hombre?, ¿qué nos pide
a nosotros?", comenzó diciendo el Papa.
EMERGEN
CORAZONES CERRADOS
Después de ser curado, aparecen las reacciones de los vecinos, de los escribas y
fariseos, que
lamentan que haya sido sanado en sábado. "Para
ellos es inaceptable, sería mejor dejarlo todo como antes. Finalmente están los
padres del hombre sanado. Ellos tienen miedo, temen a las autoridades
religiosas y no se pronuncian", añadió Francisco en
una mañana gris en Roma.
Para el Papa, estas reacciones no
son propias de un cristiano. "Emergen
corazones cerrados frente al signo de Jesús, por varios motivos: porque buscan un culpable, porque no
saben sorprenderse, porque no quieren cambiar, porque están bloqueados por el
miedo", explicó.
"El único que reacciona bien es el ciego:
feliz de ver, testimonia lo que le ha sucedido de la forma más sencilla: 'Era
ciego y ahora veo'. Ahora, libre en el cuerpo y en el espíritu, da testimonio
de Jesús: no inventa nada y no esconde nada. No tiene miedo de lo que
dirán los otros: el sabor amargo de la marginación ya lo ha conocido durante
toda la vida, ya ha sentido sobre él la indiferencia y el
desprecio de los transeúntes, de quien lo consideraba como un
descarte de la sociedad, útil a lo sumo para la piedad de alguna limosna",
señaló.
En este punto, el Papa se
pregunta qué posición adoptan los cristianos tras ver la acción de Dios. "Cuando Jesús nos cura, nos da la dignidad
plena, y nos dura toda la vida. Y
él da testimonio, y 'renace' en la vida. ¿Qué posición tomamos?, ¿qué
hubiéramos dicho entonces? Y, sobre todo, ¿qué hacemos hoy? Como el ciego, ¿sabemos
ver el bien y ser agradecidos por los dones que recibimos? ¿Testimoniamos
a Jesús o difundimos críticas y sospechas?", relató.
Y, continuó preguntándose: "¿Somos libres frente a los prejuicios o nos
asociamos a los que difunden negatividad y chismes? ¿Estamos felices de decir que
Jesús nos ama y nos salva o, como los padres del ciego de
nacimiento, nos dejamos enjaular por temor a lo que pensará la gente? Y,
también, ¿cómo acogemos las dificultades y los sufrimientos
de los demás, como maldiciones o como ocasiones para hacernos
cercanos a ellos con amor?", comentó.
"Pidamos
la gracia de sorprendernos cada día por los dones de Dios y de ver las diferentes circunstancias de la
vida, también las más difíciles de aceptar, como ocasiones para obrar el bien,
como hizo Jesús con el ciego", concluyó
el Papa.
Tras el Ángelus, Francisco tuvo
unas palabras para los corredores de la maratón de Roma, lamentó el terremoto en Ecuador, felicitó a todos los padres
por el día de San José y recordó al martirizado pueblo de Ucrania, "que sigue sufriendo por los crímenes de la
guerra".
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