Carta de Dios a la mujer
Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Cuando creé los cielos y la tierra les hablé de existir. Cuando creé el hombre,
lo formé y soplé en su ser. Pero a tí mujer,
te formé después de haber soplado el aliento de vida al hombre por que tu
interior es muy delicado.
Permití que un profundo sueño se apoderara de él para poder crearte paciente y
perfectamente. El hombre fue puesto a dormir para que no interfiriera con la
creatividad.
Te formé de un hueso. Elegí el hueso que protege la vida del hombre. Elegí la
costilla que protege su corazón e interior y le da apoyo como tú debes hacer.
Te formé a partir de este hueso. Te moldeé. Te formé bella y perfectamente.
Tus características son como las de la costilla, fuerte pero delicada y frágil.
Provees protección para el órgano más delicado del hombre... su corazón. Su
corazón es el centro de su ser, su interior contiene el aliento de vida. La
caja formada por la costilla se quebrará antes de permitir que se dañe el
corazón.
Sostén al hombre como la caja de costillas sostiene al cuerpo. No vienes de sus
pies, para estar por debajo de él, no fuiste tomada de su cabeza para estar por
encima de él. Fuiste tomada de su costado para estar a su lado y ser mantenida
muy cerca de él.
Eres mi ángel perfecto, eres mi pequeña niña preciosa, has crecido para ser una
espléndida mujer, y mis ojos se llenan de alegría cuando veo las virtudes de tu
corazón. Tus ojos no los cambies, tus labios qué adorables cuando dicen una
plegaria, tu nariz tan perfecta en forma, tus manos de tacto tan suave. He
acariciado tu cara en tu sueño más profundo, he mantenido tu corazón cerca del
mío. Todo lo que quise que el hombre experimentara y compartiera conmigo lo
puse en ti. Mi bendición, mi fortaleza, mi pureza, mi amor, mi protección y
apoyo.
Eres especial por que como él, tú también eres una extensión de mí. El hombre
representa mi imagen, la mujer mis emociones; juntos ustedes representan la
totalidad de Dios. Así que, hombre, trata bien a la mujer, ámala, respétala,
ella es frágil. Al herirla me hieres a mí, lo que haces a ella me lo haces a
mí.
Al quebrarla a ella solo dañas tu propio corazón. Mujer apoya al hombre. En
humildad muéstrale el poder de la emoción que te he dado. En suave quietud, sé
su luz que lo guíe a puerto seguro como ese faro que he hecho de ti y muéstrale
tu fortaleza. En el amor, muéstrale que eres la costilla que protege su
interior.
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