¿POR QUÉ SEGUIR EN LA IGLESIA A PESAR DE LA TORMENTA? RATZINGER LO PLANTEÓ Y RESPONDIÓ EN 1970
Joseph Ratzinger, en una época en la que, antes incluso de ser obispo,
oteó los males que aquejaban a la Iglesia y propuso seguir amándola en medio de
ellos.
“Un acontecimiento
de gran importancia ha comenzado: la Iglesia se apaga en las almas y se
disgrega en las comunidades”. Estas palabras parecen pensadas
para describir el momento presente, pero son de 1970 y las pronunció en una
conferencia, parafraseando a Romano Guardini (“Un acontecimiento de gran importancia ha
comenzado: la Iglesia despierta en las almas”, había dicho en 1921), un
reputado teólogo, perito en el Concilio Vaticano II que había concluido un
lustro atrás, llamado Joseph
Ratzinger.
Medio siglo después, ya como Papa, les haría eco su célebre afirmación de
que “en amplias zonas de la tierra la
fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra
ya su alimento”.
Las inquietudes del teólogo y
pastor Ratzinger en 1970 se referían al “vacío
desconcertante”, la “extraña situación
de confusión” y la “disgregación” del
postconcilio, acumulación de “muchos y
opuestos motivos para no permanecer en la Iglesia”. Una desazón idéntica a la que se apodera hoy de
numerosos católicos por motivos diversos.
En ese sentido, la conferencia
del obispo Ratzinger es un auténtico bálsamo porque aporta criterios de fe y de razón para la esperanza y la
fidelidad en medio de
la tormenta. La pronunció el 11 de junio de 1970 en Múnich por invitación de
la Katholischen Akademie de Baviera, y se recoge en un volumen compartido
con Hans Urs von Balthasar precisamente para responder a la cuestión de
por qué seguir siendo cristiano y miembro de la Iglesia en los momentos en los
que la bate la tormenta.
La obra conjunta de Ratzinger
('Por qué sigo en la Iglesia') y Von Balthasar ('Por qué sigo siendo
cristiano').
El texto fue traducido y
preparado por el sacerdote y teólogo Pablo
Cervera para su inclusión en el tomo VIII/2 (La Iglesia, signo entre los pueblos, publicado en
enero de 2019) de las Obras Completas de
Joseph Ratzinger.
LAS
CAUSAS DE QUE ALGUIEN PUEDA PENSAR EN ABANDONAR LA IGLESIA
De la exposición que hace
el futuro pontífice pueden deducirse algunas causas por las que la Iglesia
ha llegado a una situación como la que él mismo describe.
1.
LA EFICACIA COMO CRITERIO SUPREMO
“La perspectiva
contemporánea", afirma, "ha
determinado nuestra mirada sobre la Iglesia, de tal modo que hoy prácticamente
sólo vemos la Iglesia desde el
punto de vista de la eficacia, preocupados por descubrir qué
es lo que podemos hacer con ella... Para nosotros hoy no es nada más
que una organización que se puede transformar, y nuestro gran problema es el de
determinar cuáles son los cambios que la harían «más eficaz» para los objetivos
particulares que cada uno se propone".
Con este concepto, la conversión
personal pasa a un segundo plano. El "núcleo
central" de cualquier "reforma"
en la Iglesia "es un
proceso espiritual, totalmente cercano al cambio de vida y a la conversión,
que entra de lleno en el corazón del fenómeno cristiano: solamente a través de
la conversión se llega a ser cristianos; esto vale tanto para la vida
particular de cada uno como para la historia de toda la Iglesia".
2.
OBSESIÓN POR LAS ESTRUCTURAS
Como consecuencia de lo anterior,
abandonado el "esfuerzo y el deseo de
conversión", se espera la salvación "únicamente
del cambio de los demás, de la transformación de las estructuras, de formas
siempre nuevas de adaptación a los
tiempos". Lo
reformable son entonces solo "las realidades
secundarias y menos importantes de la Iglesia. No es de extrañar, por tanto,
que la misma Iglesia aparezca en definitiva como algo secundario".
La obsesión contra "las estructuras" se convierte así en "una sobrevaloración del elemento institucional de
la Iglesia sin precedentes en su historia", de modo que "para muchos la Iglesia queda reducida a esa
realidad institucional" y "la
pregunta sobre la Iglesia se plantea en términos de organización".
3.
LAS INTERPRETACIONES SUSTITUYEN A LA FE
Ratzinger alerta de que los
aplausos a la Iglesia ante ciertos cambios provienen de "aquellos que no [tienen] ninguna intención de llegar a ser
creyentes en el sentido de la tradición cristiana, pero [saludan] este
«progreso» de la Iglesia como una confirmación de sus propias
opciones y de los caminos recorridos por ellos".
Eso fuera de la Iglesia. Pero
dentro sucede algo parecido, con la incertidumbre introducida por
interpretaciones de la fe en las que "las
verdades pierden sus propios contornos", con lo cual "los límites entre la interpretación y la
negación de las verdades principales se hacen cada vez más difíciles de
reconocer".
Ratzinger lo dice sin tapujos: "El derecho de ciudadanía que la incredulidad ha
adquirido en la Iglesia vuelve la situación cada vez más
insoportable tanto para unos como para otros".
4.
DENIGRACIÓN DE LA IGLESIA HISTÓRICA
Cuando los católicos
aceptan e incluso propagan la mayor parte del discurso anticatólico sobre el
pasado de la Iglesia, siembran la semilla del abandono de la fe.
La Iglesia siempre se vio a sí
misma como "el gran estandarte escatológico
visible desde lejos que convocaba y reunía a los hombres. Según el concilio de
1870, ella era el signo esperado por el profeta Isaías (11,12),
la señal que incluso desde lejos todos podían reconocer y que a todos indicaba
claramente el camino a recorrer. Con su maravillosa propagación, su eminente
santidad, su fecundidad para todo lo bueno y su profunda estabilidad,
ella representaba el verdadero milagro del cristianismo, la mejor
prueba de su credibilidad ante la historia".
Hoy, incluso desde dentro de la
Iglesia se traslada la idea de que es "no una
comunidad maravillosamente difundida, sino una asociación estancada...; no ya
una profunda santidad, sino un conjunto de debilidades humanas, una historia
vergonzosa y humillante, en la que no ha faltado ningún escándalo... de modo
que quien pertenece a esa historia no puede hacer otra cosa que cubrirse
vergonzosamente la cara... Así, la Iglesia no aparece ya como el signo que
invita a la fe, sino precisamente como el obstáculo principal para su
aceptación".
RAZONES
PARA SEGUIR EN LA IGLESIA
“Ante la situación
presente, ¿cómo se puede justificar la permanencia en la Iglesia?”, se
pregunta Ratzinger, como pueden estar preguntándose hoy miles de católicos:
“Dicho en otros términos: la opción por la Iglesia, para que tenga sentido, ha
de ser espiritual. Pero ¿en qué puede apoyarse una opción
espiritual?” Igual que vale la pregunta, valen
también las respuestas que proponía entonces el futuro Benedicto XVI.
1.
PORQUE LA IGLESIA NO ES NUESTRA, SINO “SUYA”
"Permanezco en
la Iglesia", explica, "porque
creo que hoy como ayer, e independientemente de nosotros, detrás
de «nuestra Iglesia» vive «Su Iglesia», y que no puedo estar cerca de Él si no
es permaneciendo en su Iglesia. Permanezco en la Iglesia porque, a
pesar de todo, creo que no es en el fondo nuestra sino «Suya». Dicho en
términos muy concretos: es la Iglesia la que, no obstante todas las debilidades
humanas existentes en ella, nos da a Jesucristo; solamente por medio de ella
puedo yo recibirlo como una realidad viva y poderosa, que me interpela aquí y
ahora".
Por eso, "quien
desea la presencia de Cristo en la humanidad, no la puede encontrar contra la
Iglesia, sino solamente en ella".
2.
PORQUE NO SE PUEDE SER CRISTIANO EN SOLITARIO
"No se puede
creer en solitario", dice el futuro Papa: "La fe sólo es posible en comunión con otros
creyentes. La fe, por su misma naturaleza, es fuerza que une. Su verdadero
modelo es la realidad de Pentecostés, el milagro de compresión que se establece entre
las personas de procedencia y de historia diversas. Esta fe o es
eclesial o no es tal fe".
3.
PORQUE LA FE NO PUEDE SER UNA ELECCIÓN PERSONAL
Esa eclesialidad es garantía
contra el capricho y la volubilidad de la creencia puramente privada: "Además, así como no se puede creer en solitario,
sino sólo en comunión con otros, tampoco se puede tener fe por iniciativa
propia o invención, sino sólo si existe alguien que me comunica esta capacidad,
que no está en mi poder, sino que me precede y me trasciende. Una
fe que fuese fruto de mi invención sería un contrasentido".
Si fuese algo puramente personal,
la fe "me podría decir y garantizar solamente
lo que yo ya soy y sé, pero nunca podría superar los límites de mi yo. Por eso
una Iglesia, una comunidad que se hiciese a sí misma, que estuviese fundada
sólo sobre la propia gracia, sería un contrasentido. La fe exige una comunidad que
tenga poder y sea superior a mí, y no una creación mía ni el
instrumento de mis propios deseos".
"Todo esto se
puede formular también desde un punto de vista más histórico", precisa Ratzinger, atendiendo a la condición divina de Jesús.
Porque si Jesús no fue un ser superior al hombre, "yo
me encontraría al arbitrio de mis reconstrucciones mentales y Él no sería nada más que un gran fundador, que se
hace presente a través de un pensamiento renovado. Si en cambio Jesús es algo
más, Él no depende de mis reconstrucciones mentales, sino que su poder es
válido todavía hoy".
4.
PORQUE EL MUNDO SIN CRISTO SERÍA PEOR
"¿Qué sería el
mundo sin Cristo, sin un Dios que habla y se manifiesta, que conoce al hombre y
a quien el hombre puede conocer?", se
pregunta el que sería pocos años después arzobispo de Múnich: "La respuesta nos la dan clara y nítida
quienes con tenacidad enconada tratan de construir efectivamente un mundo sin
Dios", dice en clara referencia a los totalitarismos del
siglo XX, erigidos con la finalidad expresa de prescindir de Él.
"Permanezco en
la Iglesia", resuelve entonces, "porque creo que la fe, realizable solamente en ella
y nunca contra ella, es una verdadera necesidad para el hombre y para el mundo. Este vive de la fe aun allí donde no
la comparte. De hecho, donde ya no hay Dios —y un Dios que calla no es Dios— no
existe tampoco la verdad que es anterior al mundo y al hombre".
5.
PORQUE SOLO LA IGLESIA SALVA AL HOMBRE, POR LA CRUZ
"El mismo
pensamiento puede ser expresado de otra manera: permanezco en la Iglesia
porque solamente la fe de la Iglesia salva al hombre", afirma a continuación el teólogo de prestigio que era el interviniente.
Hace un repaso de las erradas corrientes de pensamiento moderno (cita a Freud, Jung, Marcuse, Adorno, Habermas, Marx) que buscan la salvación del hombre: "El gran ideal de nuestra generación es una sociedad
libre de la tiranía, del dolor y de la injusticia". Es "un impulso fundamentalmente cristiano, pero el
pensar que a través de las reformas sociales y la eliminación del dominio y del
ordenamiento jurídico se puede conseguir aquí y ahora un mundo libre de dolor,
es una doctrina errónea, que desconoce profundamente la naturaleza humana".
En efecto, "se nos quiere hacer creer que se puede llegar a ser
hombres sin el dominio de sí, sin la paciencia de la renuncia y la fatiga de la
superación, que no es necesario el sacrificio de mantener los
compromisos aceptados, ni el esfuerzo para sufrir con
paciencia la tensión entre lo que se debería ser y lo que efectivamente se
es". Pero "en realidad, el hombre
no es salvado sino a través de la cruz y la aceptación de los
propios sufrimientos y de los sufrimientos del mundo, que encuentran
su sentido liberador en la pasión de Dios. Solamente así el hombre llegará a
ser libre. Todas las demás ofertas a mejor precio están destinadas al
fracaso".
6.
PORQUE LA VERDAD DE LA IGLESIA NO SON SOLO SUS DEBILIDADES
Estas verdades necesitan ser
dichas, no escondidas, porque "la esperanza
del cristianismo y la suerte de la fe dependen de algo muy simple: de
su capacidad para decir la verdad. La suerte de la fe es la suerte
de la verdad; esta puede ser oscurecida y pisoteada, pero jamás
destruida".
Y la verdad es que la
Iglesia no se reduce a sus debilidades, sino que, "junto a la historia de los escándalos, existe
también la de la fe fuerte e intrépida, que ha dado sus frutos a través de
todos los siglos en grandes figuras".
7.
PORQUE NECESITAMOS LA BELLEZA DE LA IGLESIA
La belleza que ha aportado la
Iglesia al mundo es uno de los grandes argumentos a su favor: "También la belleza surgida bajo el impulso de su
mensaje, y que vemos plasmada aún hoy en incomparables obras de arte, se
convierte para él en un testimonio de verdad: lo que se traduce en expresiones
tan nobles no puede ser solamente tinieblas... La belleza es el resplandor de
la verdad, ha afirmado Tomás de Aquino, y podríamos añadir que la
ofensa a la belleza es la autoironía de la verdad perdida. Las expresiones en
que la fe ha sabido darse a lo largo de la historia son testimonio y
confirmación de su verdad".
8.
PORQUE LA IGLESIA ESTÁ LLENA DE PERSONAS QUE LO MERECEN
Un argumento que valía hace medio
siglo como hoy y siempre a lo largo de dos mil años: "Si
se tienen los ojos abiertos, también hoy se pueden encontrar personas que son
un testimonio viviente de la fuerza liberadora de la fe cristiana. Y no es una
vergüenza ser y permanecer cristianos en virtud de estos hombres que, viviendo
un cristianismo auténtico, nos lo hacen digno de fe y de amor".
Porque esos hombres son una
prueba viviente de la presencia de Dios: "¿No
figura acaso como una prueba relevante en favor del cristianismo el
hecho de que haga más humanos a los hombres en el mismo momento en que los une
a Dios? Este elemento subjetivo ¿no es también al mismo tiempo un
dato objetivo del cual no hemos de avergonzarnos ante nadie?"
9.
PORQUE AMAMOS A LA IGLESIA
Es la razón fundamental porque la
que seguimos en ella, y con la que concluye la conferencia de Joseph Ratzinger:
la amamos, y por eso queremos limpiarla de nuestras propias miserias: "El amor no es estático ni acrítico. La
única posibilidad de que disponemos para cambiar en sentido positivo a una
persona es la de amarla, transformándola lentamente de lo que es en
lo que puede ser. ¿Sucederá de distinto modo en la Iglesia?".
En resumen: "No valdría la pena permanecer en una Iglesia que,
para ser acogedora y digna de ser habitada, tuviera necesidad de ser hecha por
nosotros; sería un contrasentido. Permanecer en la Iglesia porque ella es en sí
misma digna de permanecer en el mundo, digna de ser amada y transformada por
el amor en lo que debe ser, es el camino que también hoy nos
enseña la responsabilidad de la fe".
Publicado en ReL el
22 de septiembre de 2018 y actualizado.
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