"El tiempo es oro" dice el refrán, podría continuar "no vale nada si lo empleas mal"
Por: Maria Luisa Martínez Robles | Fuente:
Catholic.net
Comprar, consumir, regalar. No necesitamos salir de casa, buscamos en internet
y nos lo traen enseguida. Un apunte en la cuenta del banco y listo.
Navidades, bodas, Comuniones, cumpleaños… tenemos una amplia oferta para cada
ocasión.
Hacer más horas de las remuneradas en el trabajo, somos conscientes de que un
proyecto debe salir adelante y no escatimar el esfuerzo necesario.
Todo ello está muy bien, es loable, sin embargo es necesario regalar nuestro
tiempo, ese tiempo tan escaso, tan valioso. “El
tiempo es oro” dice el refrán, podría continuar “no
vale nada si lo empleas mal”
Cuando te quieres dar cuenta ha pasado y ya no lo puedes recuperar.
Dedicar tiempo a tus padres, ellos han
pasado muchas horas con nosotros, consolándonos, ayudándonos, educándonos.
Ahora nos toca a nosotros, luego se van, ya no se puede volver atrás pero nos
queda la satisfacción de haberles hecho la vida agradable. Ahora nos necesitan.
Dedicar tiempo a escuchar, hablar menos, atender
y entender a tus hijos, hablar con ellos, es invertir el tiempo acertadamente.
Dedicar tiempo a descansar, coger fuerzas para
continuar.
Dedicar tu tiempo a enseñar lo que sabes y
aprenderás mucho.
Dedicar tiempo a compartir experiencias y estás
se multiplican.
Parece que el tiempo nos pertenece, es para nosotros. Esto es egoísta y
no produce satisfacción. Es cierto que todos necesitamos momentos de
tranquilidad, de silencio. Épocas en las que los hijos son pequeños,
adolescentes y todo es bullicio alrededor y se necesita estar solo. Después nos
sobran los días, ya no hay obligaciones cotidianas. Las responsabilidades son
tomarnos las pastillas e ir a la farmacia y el trabajo consiste en subir las
escaleras sin tropezar.
Cada etapa de la vida tiene su momento. Aprovecharlo, ocuparse de lo realmente
importante es de inteligentes. Vivir intensamente. El tiempo se aprovecha, si
llamas a esa persona que necesita hablar con alguien porque está sola. Es
alegre cuando lo dedicas a tu familia y tu cansancio les descansa a ellos. Es
entrañable cuando la casa se llena de las risas de los niños. Cuando utilizas
tu tiempo en hacer algo que, aunque a ti no te apetezca, alguien disfruta con
ello. Nos sobra el tiempo. Si nos sobra no lo despilfarremos. Vamos a
regalarlo.
Hay tiempo para llorar lo que hemos perdido y alegrarnos de lo que tenemos.
Para romper con añoranzas, con viejas costumbres y adaptarnos a la etapa que
estamos viviendo. Para olvidar el amanecer y disfrutar del ocaso.
Todo tiene su tiempo como bien dice el Eclesiastés.
Todo tiene su tiempo Eclesiastés 3:1-15
1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere
debajo del cielo tiene su hora.
2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de
plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
3 tiempo de
matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
4 tiempo de
llorar, y tiempo de reír; tiempo de endec, y tiempo de bailar;
5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar
piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de
guardar, y tiempo de desechar;
7 tiempo de
romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de
guerra, y tiempo de paz.
9 ¿Qué provecho tiene
el que trabaja, de aquello en que se afana?
10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los
hijos de los hombres para que se ocupen en él.
11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto
eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra
que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
12 Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor
que alegrarse, y hacer bien en su vida;
13 y también que es don de Dios que todo hombre
coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
14 He entendido que todo lo que Dios hace será
perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace
Dios, para que delante de él teman los hombres.
15 Aquello que
fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
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