Para realmente amar hay que conocer qué es el amor. En tanto descubramos su profundidad, creceremos más en la capacidad de amar
Por: C. Morales Fuentes |
Partimos de la importancia de la familia como célula vital de la sociedad. Y la
familia es una comunidad de amor, pues es éste el motor vital de la misma. El
amor, no en un sentido poético, sino en una función unitiva y dinámica entre
seres humanos.
Si hay algo que pueda explicar las acciones del hombre, su unión con otras
personas, y por consiguiente, todo el ciclo familiar que se inicia desde el
matrimonio, ese algo es el amor.
El amor es el principio y fuente creadora, porque el hombre fue creado por amor
y para el amor. Todas las manifestaciones del ser humano hacen patente esta
tendencia: el amor es lo que identifica a la persona, la capacidad de amar es
exclusiva del ser humano.
El vínculo entre las personas debe ser el amor, el principio interior, la
fuerza permanente y la meta última para vivir, crecer y perfeccionarse.
Esta podría parecer una postura ideal o muy utópica en los convulsionados
tiempos en los que vivimos; sin embargo es muy importante recordar también que
aunque el amor es el motor que impulsa la unión del hombre y la mujer en el
matrimonio, y por ende, el nacimiento de una familia, es la voluntad, el mutuo
consentimiento del varón y mujer, sobre lo que se funda el matrimonio,
estableciendo un vínculo.
Para realmente amar hay que conocer qué es el amor. En tanto descubramos su
profundidad, creceremos más en la capacidad de amar.
EL AMOR ES LA DINÁMICA
ESENCIAL DEL SER HUMANO.
Es dinámica, pues abarca diferentes etapas, se expresa en todos los ámbitos de
la personalidad humana y a lo largo de toda nuestra vida.
Es esencial, pues constituye el principio, la idea por la cual el hombre fue
creado y el fin para el cual existe. Esta será la actividad del hombre por toda
la eternidad (“Ahora están presentes la fe y la
esperanza, pero al final sólo existirá el amor”).
El amor es la única razón que justifica la existencia de todos y cada uno. El
universo entero se creó por amor.
El amor es el acto supremo de la libertad, la actividad reciamente humana por
la que una persona elige y realiza el bien del otro.
REQUISITOS PARA EL AMOR
AUTENTICO:
1.Querer amar, como un acto de voluntad humana. No por conveniencia o porque me
gusta, me apetece o me interesa.
2.Buscar el bien de la otra persona, lo que la hace feliz y la perfecciona.
Buscar el bien del otro precisamente en cuanto al otro, no por mí, sino desde
mí para el otro, tal cómo es.
ELEMENTOS QUE SE DAN EN EL
AMOR:
a)Corrobar en el ser.
Es el principio de todo amor de amistad, del amor verdadero. El amor
tiene la virtud de “hacer real” a la persona
que amamos, no nos es indiferente, nos importa por encima de todas las cosas;
es más, su realidad llega a ser nuestra propia realidad. (“Deseo con todas las fuerzas de mi alma que existas”.
“¡Qué maravilla que hayas sido creado!”).
b)Deseo de plenitud.
El amor no sólo aspira a que el ser querido viva, sino que viva bien,
que llegue a su plenitud, que alcance su perfección, lo cual corresponde
exactamente a uno de los fines del amor conyugal. ¡Qué
compromiso tan grande, como pareja, el lograrlo!
Únicamente el amor nos hace capaces de penetrar en una persona, admirar la grandeza y los matices que encierra, y potenciarlos por el amor. ¿No es esto lo que hacemos con ese bebé que se nos da en el hospital, incluso desde que sabemos que viene en camino? Qué bueno sería pensar lo mismo para nuestra pareja, anticipando un proyecto de perfeccionarnos para todo lo espléndido que podemos llegar a ser. (“No sabrás todo lo que valgo hasta que no pueda ser, junto a ti, todo lo que soy “, es decir, “te quiero por lo que eres y por lo que llegarás a ser”).
Esto incluye amarlo con sus defectos, poniendo los medios para que las
imperfecciones vayan siendo superadas.
Amar significa admiración, crecimiento para no decepcionar las esperanzas que
otro puso en mí, desde su amor. ¿Cómo? Saliendo
de mi propio apego, sin absorber al otro, evitando dominar.
c)Entrega.
Es la culminación del amor; el que verdaderamente ama se da en la
donación total de sí mismo con y desde nuestro propio ser. Esto implica superar
nuestros propios instintos y conquistar así la propia plenitud como persona. El
hombre es la única criatura que Dios ha amado por sí misma y no puede encontrar
su propia plenitud sino en la entrega de sí mismo a los demás.
El egoísta es incapaz de amar. La madurez afectiva amplía la capacidad de amar, de salir del “vivir para mí” y alcanzar un “vivir para ti”.
Dicho de otra manera, “la primacía de ti, no para
mí, sino en cuanto a ti”.
(“Cuando te conocí, se realizó un proceso intelectual de fuera, hacia dentro de
mí. Hoy te amo y ese amor sale de dentro”).
LA RECIPROCIDAD EN EL AMOR
Lo primero que siente quien ama que es la aprobación de sí mismo. Sabe que es
alguien que tiene una misión insustituible y lo mismo pasa con el que se sabe
querido, ya que comprueba que existe, que su existencia no es vana. (“Tu me haces ser, te necesito para ser yo”).
Requerimos de las personas para que refrenden nuestra existencia. Al sentirme
amado, soy capaz de dar vida a mis capacidades. Empujado por el amor del que me
quiere, lograré ser quien soy. (“Por esto te quiero
y necesito ser amado”).
En este instante entra en juego la
libertad para corresponder o no al amor, y aceptar las exigencias de sentirse
querido.
NECESIDAD DE CORRESPONDENCIA
No está pues, en la condición del ser humano, amar sin desear ser amado. El
amor es cosa de dos, sólo así se establece un equilibrio. El que ama merece la
correspondencia del otro, porque generosamente se dona y porque al mismo
tiempo, se vuelve necesitado del otro.
¿Cómo compaginar el amor desinteresado con la idea
de ser correspondido?
Cuando buscamos que el otro nos ame, buscamos su plenitud, que desarrolle su
capacidad de amar y, por lo tanto, su bien y su perfeccionamiento. Sólo se
llega a la plenitud, cuando se da y se recibe en ambas direcciones. (“ Donde no hay amor, pon amor y recibirás amor”).
FUERZA UNITIVA DEL AMOR
El amor genuino lleva a la unidad con el ser querido, en todos los campos,
físico afectivo y espiritual. Aún siendo completamente diferentes, somos
complementarios. “Somos uno y busco tu bien como el
mío; lo que te sucede me afecta, como si me hubiese ocurrido a mí”.
Dos se funden en uno, conservando su propia identidad.
“Este es el síntoma supremo del amor: estar al lado
del otro, en un contacto y proximidad profundos”. (Ortega y Gasset)
ESTABILIDAD AFECTIVA Y
EMOCIONAL DE LA PAREJA
El amor afecta toda nuestra dinámica física, psíquica y espiritual. Es decir,
compromete todo nuestro ser, cuerpo y alma.
Analicemos, entonces dos puntos:
1.Cómo se constituye el amor en la pareja.
2.Qué fundamentos tenemos que trabajar.
1.CÓMO SE CONSTITUYE EL AMOR
EN LA PAREJA.
Dice Paul E. Charbonneau en su libro “Curso
de Preparación para el Matrimonio” que inicialmente una pareja se atrae,
existe cierto interés y que por supuesto un sentimiento inicial por el otro,
parte del querer al otro. Pero que existen muchos factores que van a formar
parte del cimiento sobre el que se construya esta pareja, de su estructura
interior, factores inherentes a nuestra propia existencia tales como:
A) Dos Psicologías. El matrimonio es la unión de
estas dos psicologías. Hombres y mujeres tenemos dos maneras diferentes de
sentir, de actuar, de reaccionar, pero además cada uno tiene su propio
temperamento, su propio carácter. Armonizar las psicologías de ambos requiere
de todo nuestro esfuerzo, nuestra atención para entender al otro, de nuestra
empatía, pero además de una constante comunicación.
B)Dos Personalidades. Mi carácter se refuerza con el tiempo, con la educación que
recibí y con las circunstancias por las que pasa. Normalmente no existe un
proyecto consciente de educación en el dominio de sentimientos, uso de la
inteligencia o ejercicio de nuestra voluntad.
C) Dos Egoísmos. Me
caso para ser feliz o para hacerte feliz. Miremos un poco hacia atrás, los últimos
cinco años antes de nuestro matrimonio en los que se da una progresiva
independencia. Los hombres empiezan a trabajar, a no ser dependientes
económicamente, a establecer sus propios horarios, rutinas, amistades y
prioridades, y lo mismo pasa con las mujeres, su tiempo es menos restringido,
sus horarios, sus amistades, ya no pide permiso, y en el mejor de los casos,
avisa dónde estará; tiene cierta independencia económica, de gustos, elige su
look personal, sin influencia de nadie. En resumen empieza a ser independiente.
Y qué sucede al casarnos: existe una restricción de horarios, de actividades,
incluso de amistades o relaciones familiares. Es como un tráiler que va cuesta
abajo a toda velocidad e intenta frenar, la inercia opone resistencia.
D) Dos educaciones diferentes que conviven.
Si nuestra relación se basa exclusivamente en ese sentimiento
inicial, de dos estructuras que coinciden, no va a resistir. ¿Por qué?
1.Puede empezar un proceso de
enfrentamiento que nos lleva a tomar una distancia (Charbonneau, lo llama “el abismo disfrazado”); esta distancia nos lleva
a una total divergencia, cada cual tiene su vida, sus gustos, sus propias
actividades. Nos duele al principio, pero a todo nos acostumbramos, incluso le
tomamos gusto.
2.La soledad compartida. Si las circunstancias
de vida son divergentes, si de las 24 hrs. del día, pasamos de 12 a 15 horas
solos, nos va a costar establecer una relación humana real con nuestra pareja.
El hombre por un lado está acostumbrado a tratar relaciones mercantiles,
transaccionales, proyectando una relación más de “función” con la pareja, sin
llegar a la esencia de la persona. La mujer por su lado, vive en un mundo de
niños, sus diálogos son en este sentido, con niños y en el mejor de los casos,
con las amigas sobre niños y de algún otro tema poco trascendente. Su
desarrollo mental en la etapa de crianza se encuentra en estado latente,
frenado por sus propias circunstancias. Cuántas veces tenemos la necesidad de
hablar con adultos de lo que pasa en el mundo sin que ello aporte en muchas
ocasiones oportunidades para un verdadero desarrollo personal. Se vuelve una
relación marcada por la superficialidad. No hay un diálogo real, o la
televisión suple este estar y platicar contigo.
2.QUÉ FUNDAMENTOS TENEMOS QUE
TRABAJAR.
Vimos que la estructura personal y vital es complicada. ¿Cómo salir de ello?
Nuestro compromiso debe ser real, libre, que genere esperanza, exigencia,
sacrificio, alegría y finalmente paz y para ello hay que preguntarnos, ¿qué es entonces el amor?
El amor va más allá de un “me gustas, siento lindo
a tu lado, me atraes, te deseo”.
En mí debe existir la decisión de poner mi vida en tu vida para ser una sola
cosa, sacrificando lo necesario. El amor no necesariamente implica placer, que
lo digan si no las mamás que despiertan 3 o 4 veces por la noche a dar de comer
o cuidar a un hijo enfermo, no podemos hablar de que sea un gozo que nos
produzca placer inmediato, sin embargo, lo hacemos por amor y a la larga este
produce muchas satisfacciones.
Eso, aunado al tipo de “amor” que nos
ofrecen lo medios, ya no digamos de felicidad cimentada en el placer, sino
también en lo modelos físicos que se nos presentan, belleza física de él y ella
que generan expectativas en el inconsciente, el músculo marcado, el pelo
precioso, la figura perfecta, no son el amor.
Dónde esta entonces la base del amor, ¿qué significa el “te quiero”?
El amor es una decisión, es un acto de voluntad, lo que podemos llamar Ley de
la Convergencia: para salvar el amor es necesario que
la pareja se imponga por encima de las divergencias, que se vuelvan uno al
otro, aceptar la unidad, rechazando el alejamiento.
Porque cada momento de nuestra vida es una decisión. Elegir es renunciar. Qué
prefiero, clavarme en el trabajo o salir temprano para ver a mi familia. Salir
con mis amigos o dedicarle esta noche a mi esposa. Llegar a ver la televisión o
sentarnos a platicar.
El cómo estableces el amor, dónde y cómo lo manejas, éstas deberían ser las
interrogantes que nos hiciéramos día a día y la respuesta se encuentra en
nuestra propia esencia. El ser humano tiene tres dimensiones: física, psicológica y espiritual.
Una relación no puede cimentarse en lo físico, el físico se deteriora, esto es obvio, pero también lo psicológico empieza a fracturarse, disminuye la tolerancia hacia esos “pequeños defectos” y hábitos. Los conflictos van dejando pequeños surcos en nuestra afectividad. Entonces podemos decir que la esencia radica en esa dimensión espiritual.
Para permanecer para siempre, el cimiento de nuestra familia se debe encontrar
en esa estructura espiritual que se manifiesta en la afectividad, en nuestra
sexualidad, en la formación de nuestros hijos
Es el cimiento, el espiritual, el que sostendrá el edificio que estamos
construyendo hoy en nuestra familia. Una vez puesta la cimentación podremos
construir habitaciones, decorarlas, planear ventanas que dejen entrar la luz y
que nos dejen ver al exterior, puertas para recibir y para salir de nosotros a
los demás.
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