MIENTRAS COSE, REZA VARIOS ROSARIOS AL DÍA, Y SE LLENA DE ALEGRÍA, DICE ROSEMARY
ROSEMARY VUONO COSE PRENDAS ALEGRES PARA NIÑOS DE MISIONES, MIENTRAS
REZA EL ROSARIO.
Rosemary Vuono, Ro para los
amigos, es una peluquera retirada y feligresa de la parroquia católica de St
Andrew the Apostle en Apex (Carolina del Norte, EEUU) que ha organizado un ministerio parroquial llamado Sewing for Hope (Cosiendo por la Esperanza).
Con sus propias manos ha cosido 8.000 prendas infantiles, entre vestidos
femeninos y pantalones cortos.
Consigue que lleguen a niños de las misiones en Haití, México, Honduras,
Colombia y Panamá a través de misioneros y médicos que conoce. También los hace
llegar a niños desfavorecidos de los Apalaches, en EEUU.
Ha explicado a Kate Turgeon, de
la revista diocesana NCCatholics Magazine,
que todo su ministerio nació de conocer a Santa Teresita de Lisieux.
"UNA
MONJA JOVEN QUE QUERÍA AYUDAR"
Hace unos diez años, Rosemary era
catequista de adultos en su antigua parroquia en Rhode Island. A menudo
explicaba a nuevos conversos, llegados de la increencia o de ambientes
protestantes, la relación de los
católicos con los santos, aquellos que ya están en el Cielo y
son intercesores ante Dios, además de ejemplos de vida.
Investigando sobre santos,
conoció a Santa Teresita de Lisieux (1873-1897), "una
monja joven que lo que quería era ayudar. Eso se me pegó para toda la vida. Le
tengo mucha devoción", explica.
Ro también sentía
que quería ayudar a los demás, aunque no sabía muy bien cómo debería hacerlo. Sí intuía que
debía ser un trabajo que hiciera con sus propias manos. Y rezó a Teresita "de corazón, con fe
expectante", pidiéndole que le orientara. "Yo sabía que
ella respondería y me emocionaba esperar a ver lo que hacía".
Tres días después, al recoger el
correo de papel en su buzón, estaba a punto de tirar toda la propaganda
comercial, cuando un folleto se cayó. Al recogerlo, vio
la fotografía de una niña con harapos sucios y una pregunta escrita:
"¿Dedicarías una hora y me harías un vestido?"
Al principio, sintió que se le
ponía la piel de gallina. Después, se puso a coser, algo que nunca había hecho
antes. Estaba decidida. "Sabía que Santa
Teresita respondió mi oración".
Rosemary Vuono en su habitación
para coser. Reza el rosario ayudada con un CD mientras cose, y presenta a la
Virgen, en oración, los niños que vestirán sus prendas. Dice que así se ha
llenado de amor y gozo.
APRENDIENDO
A COSER, PRIMERO LO MÁS FÁCIL
Empezó con lo que llama "vestido-funda-de-almohada", porque es
un diseño muy sencillo, con apenas algún adorno en bolsillos o detalles. Con una máquina de coser, aprendió de manera autodidacta.
Después, con el tiempo, consiguió
otras máquinas de coser con más prestaciones, para mejorar las costuras y dar
más detalles. Aprendió a hacer pantalones cortos. Tiene cuatro maniquíes de
distintas tallas infantiles, para ayudarse.
En su estancia de coser tiene
imágenes de Teresita. Mientras cose, pone un CD: "Rezando el Rosario con Santa Teresa de Lisieux". Calcula que reza unos 20 rosarios al
día mientras convierte los tejidos en vestidos.
El rosario, dice, la pone en
actitud contemplativa: puede concentrarse en la
oración mientras sus manos trabajan.
La estancia donde cose la ha bendecido un amigo sacerdote, detalla.
"Yo no sé la
situación en la que están los niños, pero la Virgen María sí",
comenta. Puede rezar así por los niños que
recibirán esas prendas.
Rosemary y su esposo se mudaron a
Carolina del Norte en 2020, y ella se trajo el ministerio consigo, a su nueva
parroquia. Busca tejidos de algodón que estén bien de precio y
sean muy coloridos, y compra muchos cientos de metros de golpe.
Busca diseños que sean "nuevos y divertidos, algo que a los niños les gustaría llevar".
También busca camisetas para niña
muy baratas (de 1 dólar cada una, si puede) a las que añade la falda para
obtener un vestido. "Es divertido coser
estilos diferentes", asegura.
Quiere camisetas luminosas, de
colores, con mensajes positivos. Si tienen textos en inglés, las guarda para
repartir a niños de Estados Unidos. También guarda y busca la forma de usar
todo tipo de fornituras, detalles y retales.
Intenta enviar por correo una
caja llena de prendas cada mes. Y asegura: "Dios
me mantiene joven".
INVOLUCRAR
A MÁS VOLUNTARIOS
En las parroquias donde ha estado
le han ayudado chicas que querían aprender a coser y voluntarias parroquiales.
Está convencida de que sus
vestidos ayudan a muchos niños. "Esto ha fortalecido mi fe
y me ha llenado de amor y gozo. Los niños son diamantes preciosos para Dios, y puedo
darles algo de alegría. Sé que Dios me pide mucho, es algo que sé, aunque no
sepa explicarlo", comenta.
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