EN LA SEGUNDA JORNADA DE SU «PEREGRINACIÓN DE PAZ» ESCUCHÓ LOS TESTIMONIOS DE DECENAS DE JÓVENES
EL PAPA QUEDÓ CONMOVIDO ANTE LOS DESGARRADORES TESTIMONIOS DE LAS
VÍCTIMAS DEL CONGO, QUE HACEN VISIBLE "LA PROFECÍA CRISTIANA DE RESPONDER
AL MAL CON EL BIEN".
En el segundo día de la
"peregrinación de paz" del Papa Francisco a República Democrática del
Congo, la esperanza y perdón se dieron la mano durante el primer encuentro
programado con algunas de las víctimas del conflicto que asola el este del
país.
En torno a las 16:20 horas de la
tarde, decenas de jóvenes y fieles aguardaban con emoción el comienzo del
encuentro. Durante los siguientes minutos, muchos de ellos conmovieron al Papa
con el relato de sus desgarradores testimonios de vida, difíciles de asimilar
en países Occidentales, pero especialmente con su testimonio de perdón.
"VI
COMO DECAPITABAN A MI PADRE. HE PERDONADO"
Es el caso Ladislas Kambale Kombi, un joven agricultor de 17 años
perteneciente a la delegación de víctimas de Butembo-Beni, que presenció la
masacre de su familia.
"Mi
hermano mayor fue asesinado en circunstancias desconocidas. Mi padre fue asesinado en mi presencia, en Beni, por hombres con
casacas militares", relata. El joven, escondido, pudo
ver como cortaban a su padre "en pedazos, le
cortaron la cabeza y la colocaron en una cesta". Su madre fue el siguiente
objetivo, la
secuestraron y Ladislas quedó huérfano y responsable de sus dos hermanas
pequeñas. "No ha vuelto hasta hoy. No sabemos
que hicieron con ella", añadió visiblemente emocionado.
Tras narrar su experiencia, se
dirigió personalmente al Papa: "Santo Padre,
es horrible ver una escena así. No puedo dormir. Le agradecemos que haya venido
a consolarnos. Hemos perdonado a nuestros verdugos,
por eso, ante la cruz de Cristo vencedor, entrego el mismo machete que mató a
mi padre", añadió.
PIDIENDO
EL PERDÓN TRAS "UN SUFRIMIENTO ATROZ"
Otro de los testimonios más
conmovedores y fidedignos del perdón cristiano fue el de Bijoux Makumbi Kamala, de 17 años, perteneciente a la delegación
de víctimas de Goma.
Su calvario empezó en 2020,
cuando fue secuestrada por un grupo de rebeldes mientras buscaba agua. "Cada uno eligió a quien quiso. A mí me quería el
comandante. Me violó como un animal, fue un sufrimiento atroz", recuerda.
Desde entonces, el señor de la guerra dedicó los siguientes 19 meses a repetir
la afrenta "varias veces al día, durante
horas". A Bijoux, gritar no le servía de nada.
Ladislas, Bijoux
o Emelda fueron solo tres de los muchos y desgarradores testimonios de
víctimas de los conflictos étnicos y bélicos que se dan en el este del Congo:
todos ellos perdonan a sus verdugos.
Hasta que un día logró
escapar, embarazada de gemelas, "que nunca conocerán a su padre". Ella
nunca más volvió a ver al resto de sus amigos.
Y sin embargo, también el perdón
se ha abierto paso en ella. Como Ladislas, Bijoux depositó bajo la cruz una
alfombra, "símbolo de mi miseria como mujer
violada", antes de comenzar su oración y muestra de perdón: "Que Cristo me perdone por las condenas que he
hecho en mi corazón contra
estos hombres, que me perdone a mí y a mis violadores y les lleve a renunciar a
infringir sufrimientos innecesarios a las personas".
Antes de concluir, se dirigió a
Francisco para mostrar que, pese a su dolor, la fe permanece y "la Iglesia sigue siendo el único refugio" que
cura sus heridas. "Cáritas y las parroquias
siguen siendo nuestros lugares de ayuda. Santidad, su presencia nos
ayuda. Gracias por venir", añadió antes de ser bendecida junto a los otros jóvenes.
ENTRE
MUERTE Y ABUSOS, LA IGLESIA FUE SU REFUGIO
La fe y el perdón se mostraron
por igual en Emelda M'karhungulu, víctima de
la delegación de Bukavu. En su caso, tenía 16 años cuando los rebeldes
asaltaron su aldea y la retuvieron como esclava sexual junto con otras mujeres.
"Abusaron
de mi durante tres meses. Cada día, entre cinco y diez hombres abusaban de cada una de
nosotras", relata. Mientras, las hacían
vivir sin ropa, "para no escapar", sometiendo
a sus rehenes a tormentos incluso con la comida. "Mezclaban
las cabezas de las personas con carne de los animales, era
nuestra comida diaria y el que se negaba a comerla, era cortado en pedazos y
obligado a comerla", relata.
Un día, "por
gracia", pudo escapar y regresó junto a su familia. La Iglesia fue
su refugio y apoyo para "asumir y aceptar la
situación" y gracias a ella hoy vive "como una
mujer que acepta su pasado". El rencor, añade convencida,
no tiene cabida en su corazón. Solo el perdón.
"Con alegría
tomamos la palabra para presentar nuestra gratitud por haber caminado hasta
nosotros. Nos está dejando un regalo de amor con este acercamiento. Queremos
dejar este oscuro pasado, perdonamos a nuestros verdugos y
pedimos al señor la gracia de una convivencia pacífica, humana y fraterna.
Gracias por venir", concluyó.
LAS
VÍCTIMAS, HACIENDO REALIDAD "LA PROFECÍA CRISTIANA"
Conmovido ante estos
desgarradores testimonios, Francisco trasladó su cercanía y bendición sobre las
víctimas. "Estoy con ustedes. Quisiera
traerles la caricia de Dios, Su mirada tierna y compasiva se posa sobre ustedes",
les alentó.
Durante su discurso, Francisco
valoró como algo "maravilloso" la
actitud de los presentes por "comprometerse,
perdonarse y repudiar las
guerras".
"Esta es la
profecía cristiana: responder al mal con el bien, al
odio con el amor, a la división con la reconciliación", mencionó.
Antes de concluir, dirigió una
dura condena a las luchas y odios presentes en el país. Especialmente y "sobre todo" a la "avidez de materias primas
y dinero que alimenta una economía armada.
Qué escándalo y qué hipocresía: la gente es agredida y asesinada, mientras los
negocios que causan violencia y muerte siguen prosperando".
EN ÚLTIMO LUGAR, INVITÓ
A LOS PRESENTES A DAR "UN SÍ" A LA ESPERANZA.
"Esta
esperanza tiene una fuente y esta fuente tiene un nombre, que quiero proclamar aquí con ustedes: ¡Jesús!
Jesús: con Él, el mal ya no tiene la última palabra sobre la vida; con Él, que
ha hecho de un sepulcro el inicio de una historia nueva, siempre se abren
nuevas posibilidades", sentenció antes de rezar ante la
cruz con los presentes.
RETOS
EN LA CARIDAD PARA LAS AUTORIDADES Y LOS CRISTIANOS
Una hora después del encuentro
con las víctimas, la Nunciatura Apostólica de Kinsasa volvió a ser testigo de
un segundo encuentro de la jornada entre Francisco y los representantes de las
principales obras de caridad del país.
Junto con la denuncia de la violencia
y la explotación, "dar voz" al
crecimiento y la esperanza en el país está siendo otro de los objetivos de la
Santa Sede en este viaje.
“Yo quisiera darle
voz a lo que ustedes hacen, favorecer el crecimiento y la esperanza. He venido
aquí animado por el deseo de dar voz a quien no la tiene",
comenzó diciendo.
Acto seguido, el Papa se dirigió
al pueblo cristiano y a los gobernantes como principales responsables de
desarrollar labores asistenciales y caritativas.
"El cuidado de los más frágiles, el esfuerzo en la asistencia sanitaria y la educación son
tareas prioritarias de quien gobierna", afirmó.
Pero también de "los
creyentes en Cristo", a
quienes recordó que "nunca deben mancillar el
testimonio de la caridad buscando privilegios, prestigio, visibilidad o poder.
Esto no se debe hacer nunca".
Como hizo en su primera jornada,
reiteró que "el
poder es servicio" antes de exponer un "reto
que compete a todos": "El que pertenece a una clase acomodada, en
particular si es cristiano, está llamado a compartir lo que posee con
quien está privado de lo necesario, más aún si pertenece al mismo
pueblo".
Pero más
importante que "distribuir bienes, es mejor transmitir conocimientos y
herramientas que hagan el desarrollo autónomo y sostenible", añadió.
J.M.C
No hay comentarios:
Publicar un comentario