EL APOLOGISTA ANTHONY S. LAYNE CREE QUE SE PUEDE REVERTIR, PERO URGE EMPEZAR A FORMAR EN LA FE
La Nueva Evangelización puede ayudar a revertir la "sangría de
fieles" en la Iglesia, pero solo si se potencia la formación doctrinal de
los fieles... y si se les enseña a evangelizar, afirma el apologista Anthony S.
Layne.
"Con una sola
predicación, los apóstoles alcanzaron 3.000 conversos. Nosotros damos 3.000
sermones y no logramos ni una sola conversión".
Esta sentencia clásica, escuchada
al sacerdote Bill Casey, ha llamado la atención del apologista Anthony S.
Layne, colaborador en multitud de medios católicos y en los Caballeros de
Colón. Le ha suscitado una pregunta: ¿Cómo puede la Nueva Evangelización enfrentar
la descristianización y la pérdida de fieles?
En Estados Unidos se calcula que
por cada converso al catolicismo hay siete bautizados abandonan la fe,
según Pew Research. En
su último artículo publicado en Catholic Stand, Layne considera que los motivos de esta "sangría" de fieles son múltiples.
Hay uno en concreto que hace que buena parte del trabajo de la Iglesia pueda estar
cayendo "en saco roto".
La gente, dice, "no desea compartir la Buena Nueva porque no
sabe cuál es esa Buena Nueva, o
incluso por qué la Nueva es Buena".
San Juan Pablo II explicó que la
Nueva Evangelización es "nueva en el ardor, en
el lenguaje y en los métodos". Layne, en su artículo La Nueva Evangelización: ¿Por dónde empezamos?, plantea seis reflexiones sobre lo
más básico de esta nueva evangelización, a partir de la experiencia de nuestros
días, constatando la realidad de muchas comunidades cristianas.
1º
PARA MUCHOS CREYENTES Y PRACTICANTES, SU RELIGIÓN NO ES ALGO ESENCIAL
Como primer aspecto, Layne
observa que la explicación del recientemente fallecido Benedicto XVI sobre qué
es ser cristiano está dejando de reflejar la realidad. Ser cristiano ya no supone, cómo decía el Papa
Emérito, "el encuentro con una Persona que
da un nuevo horizonte a la vida".
De hecho, observa el autor, los
términos "católico y cristiano funcionan más
como identificadores genéricos que como expresión de una realidad central en
las vidas": "[Muchos católicos] no están ansiosos por compartir el
Evangelio porque no saben cuál es la Buena Nueva o por qué la Nueva es
Buena. No es algo que los posea y cambie todo su enfoque en la vida".
Y sin eso, añade, "nuestra religión se convierte en un club, en una ONG que ayuda a personas que luchan contra la
adicción, pero no es algo que emocione compartir con los que no forman parte de
ella". De este modo, observa, "se
puede asistir a Misa regularmente pero aun así ser un ateo práctico".
2º
MUCHOS CREYENTES Y PRACTICANTES NO SABEN CÓMO EVANGELIZAR
En clave autocrítica, Layne sitúa
el kerigma -el "anuncio central y rompedor de
la fe", según Benedicto XVI- como
el comienzo de la evangelización. Por eso, expresa, "como
evangelizadores debemos conocerlo si vamos a comunicarlo a los demás". Lo
que ocurre es que "para muchos
católicos, el kerigma sigue siendo un enigma. Pueden conocer ciertos aspectos
-`Dios te ama´, `Cristo murió por tus pecados´- pero no son capaces de
compartir confiada y sistemáticamente el mensaje central de salvación. No
basta con que los pastores le digan a su fieles que están llamados a
evangelizar. Necesitan enseñarles a evangelizar".
3º
LA EVANGELIZACIÓN DEBE REALIZARSE PRIMERO SOBRE LOS YA CREYENTES
Una vez los fieles aprendan y
redescubran las implicaciones de este anuncio de la fe, el autor propone que la
Nueva Evangelización debe situar su campo de trabajo en la re-evangelización de la Iglesia del
Occidente postcristiano.
"Esto
significa un retorno a lo básico, un nuevo énfasis en el mensaje kerigmático
original de los apóstoles. No debemos interpretar esto como una excusa para
desechar la superestructura doctrinal construida a lo largo de los
siglos", matiza, sino que esta "debe ser tan sólida como" -y no más
que- el kerigma: "No podemos esperar que las
personas que no han sido evangelizadas sean catequizadas apropiadamente, y
mucho menos que evangelicen a otros".
Por eso, alude a la
evangelización como algo igual de necesario que hace 2.000 años, si bien "debe comenzar dentro de la Iglesia antes de
extenderse fuera. No podemos permitirnos la presunción de que
aquellos que son bautizados ya han sido evangelizados". De
hecho, añade, "la mayoría de las disputas que sacuden a la Iglesia hablan
de una desconexión fundamental del kerigma, reemplazando la
fe en Cristo con la fe en las instituciones políticas e ideologías".
Para el articulista Anthony
S. Layne, una de las claves de la Nueva Evangelización ante la "sangría de
fieles" pasa por re-evangelizar a los propios católicos y que vivan
interiormente la fe antes que transmitirla a otros sin conocerla.
4º
MUCHOS CATÓLICOS DESCONOCEN TEMAS CLAVE, COMO LA PRESENCIA REAL
Al afirmar que la evangelización "es la misión principal de la Iglesia", Layne
no niega la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia. Sin embargo
se muestra convencido de que "las
personas que no han sido evangelizadas no pueden entender la Eucaristía ni la doctrina sobre la Presencia Real".
En referencia al creciente
abandono de la fe, encuentra la explicación en que, por este motivo, "la Eucaristía ya no es un motivo suficiente para
quedarse", mientras que los que han sido educados al margen de la
fe "no buscarán la Presencia Real a menos que
sepan por qué deberían hacerlo".
"En cierto
sentido, la Iglesia tiende a suponer que los que nos bautizamos y nos criamos
como católicos ya hemos sido evangelizados. En consecuencia, nuestros
programas de formación en la fe tratan de armar los pilares doctrinales dentro
de nosotros sin comprobar si el fundamento kerigmático se ha establecido firmemente.
Así pasamos [por los sacramentos] como ritos de paso aunque no estemos seguros
de cuánto creemos, si es que realmente creemos algo", afirma.
5º
HAY MUCHA GENTE HERIDA, MUCHAS ALMAS ROTAS
Otra de las reflexiones de Layne
es que el mensaje del Evangelio debe sanar las "almas
rotas que viven en un mundo que está roto", también las de los
propios católicos, ya que "Cristo no
vino al mundo para confirmarnos en nuestra bondad, sino para guiarnos a la amistad con Dios".
6º
CON ENFOQUE MISIONERO CAMBIARÁ LA IGLESIA Y EL MUNDO
Para concluir, el apologista
sentencia que si bien reconectar la Iglesia con el kerigma "no detendrá la hemorragia de creyentes", si
que "arrojará luz sobre otros problemas que
obstruyen la misma misión de la Iglesia. De hecho, volver al kerigma nos devolverá
nuestra misión: hacer discípulos de todas las naciones".
"Si tu primera
respuesta a Cristo es ¿qué podemos cambiar? en lugar de ¿cómo puedo cambiar? es
que no has sido evangelizado. Las personas deben cambiar primero para que
puedan hacerlo los sistemas e instituciones. El Evangelio no
nos permite pasar la pelota. Si quieres cambiar el mundo, empieza por la
pequeña parte del mismo que está en tu corazón. Ahí es donde comienza la
evangelización", concluye.
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