Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca.
Por: Redacción | Fuente: OpusDei.org
En el Credo se dice: "Creo
en Jesucristo, Hijo único de Dios, concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen".
Con
el pecado de nuestros primeros padres, habíamos perdido la
amistad con Dios y se había cerrado el camino al Cielo. Pero "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10).
Jesucristo
se encarnó –se hizo hombre - para salvarnos reconciliándonos con
Dios. "Porque tanto amó Dios al mundo que dio
a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga
vida eterna" (Jn 3, 16): "En esto
se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo
único para que vivamos por medio de él" (1 Jn 4, 9). Catecismo de la Iglesia Católica, 456-459
TEXTOS DE SAN JOSEMARÍA PARA MEDITAR
Es
preciso mirar al Niño, Amor nuestro, en la cuna. Hemos de mirarlo sabiendo que
estamos delante de un misterio. Necesitamos aceptar el misterio por la fe y,
también por la fe, ahondar en su contenido. Para esto, nos hacen falta las
disposiciones humildes del alma cristiana: no querer reducir la grandeza de
Dios a nuestros pobres conceptos, a nuestras explicaciones humanas, sino
comprender que ese misterio, en su oscuridad, es una luz que guía la vida de
los hombres. Es Cristo que pasa, 13
El amor divino hace que la segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo, el Hijo de Dios Padre, tome nuestra carne, es decir, nuestra condición humana, menos el pecado. Y el Verbo, la Palabra de Dios es Verbum spirans amorem, la Palabra de la que procede el Amor. El amor se nos revela en la Encarnación, en ese andar redentor de Jesucristo por nuestra tierra, hasta el sacrificio supremo de la Cruz. Es Cristo que pasa, 162
Iesus
Christus, Deus Homo, Jesucristo Dios-Hombre. Una de
las magnalia Dei, de las maravillas de Dios, que
hemos de meditar y que hemos de agradecer a este Señor que ha venido a traer la
paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad. A todos los hombres que
quieren unir su voluntad a la Voluntad buena de Dios: ¡No
sólo a los ricos, ni sólo a los pobres!, ¡a todos los hombres, a todos los
hermanos! Que hermanos somos todos en Jesús,
hijos de Dios, hermanos de Cristo: su Madre es nuestra Madre. Es Cristo que pasa, 18.
Texto publicado originalmente en OpusDei.org
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