EL CARDENAL RATZINGER EN DOCTRINA DE LA FE... DESDE 2001 EMPEZÓ A CAMBIAR NORMAS Y HÁBITOS PARA COMBATIR MEJOR LOS ABUSOS SEXUALES
¿QUÉ APORTÓ JOSEPH RATZINGER,
PRIMERO DESDE DOCTRINA DE LA FE, DESPUÉS DESDE EL TRONO DE SAN PEDRO, A LA
LUCHA CONTRA LOS ABUSOS SEXUALES?
Aportó mucho más que cualquier
otro papa antes y mucho más que casi cualquier obispo, pero el
reto era colosal, por no decir inabarcable. Al menos, en sus
8 años de pontificado. Pero él empezó a trabajarlo antes.
Antes de Ratzinger: cada obispo
por su cuenta
ANTES
DE 2001, LA LUCHA CONTRA LOS ABUSOS SEXUALES EN ENTORNOS ECLESIALES CARECÍA
DE CONSISTENCIA.
Por supuesto, los abusos contra
menores de edad, o la seducción sexual de adultos (penitentes, feligreses,
subordinados) siempre fueron pecados graves y siempre fueron condenados por la Iglesia.
Pero los castigos e investigaciones dependían exclusivamente de cada obispo o cada superior de congregación, y nadie les supervisaba a ellos. ¡A veces ellos eran los abusadores! Otras veces,
no querían complicarse la vida, o simplemente no creían las acusaciones. A
menudo, sólo buscaban esconder los casos para mantener su buen nombre, el de su
diócesis o el de la Iglesia. Otras veces eran las familias de víctimas las que
no querían que se difundiera. En distintos países, y distintas
diócesis, había distintas respuestas.
En los años 70, 80 y 90, en EEUU, era muy común enviar a los clérigos abusadores a terapias psicológicas, y los terapeutas decían que
tal o cual clérigo había mejorado y no reincidiría... cuando la realidad es que poco tiempo después
volvía a abusar, multiplicando las víctimas. Los obispos de EEUU
tardaron décadas es aceptar (hacia el año 2000) que las terapias no funcionaban
con abusadores.
Además, en EEUU hay mucha tradición de evitar llegar a una sentencia civil a cambio
de una compensación de daños (no
solo en abusos sexuales, sino en todo tipo de litigios: seguros, medicamentos
dañinos, accidentes...). A menudo, obispos y congregaciones convencían a
víctimas y familias para aceptar una compensación sin llegar a tribunales. Es
parte de la cultura del país, pero impedía que los
nombres de abusadores salieran a la luz...
y luego los abusadores se recolocaban en otro lugar y
reincidían.
Hacia el año 2000, los casos
revelados se acumulaban en Estados Unidos e iban dándose a conocer. Había
compensaciones millonarias por ellos. Además, en
1999 el Gobierno irlandés empezó una investigación sobre abusos (no solo
sexuales, la mayoría eran palizas y maltratos) en correccionales y escuelas-internados en
Irlanda de los años 30 a los 70.
Eran instituciones del Gobierno,
pero llevadas en el día a día por religiosos, casi sin supervisión. Ambos temas
de retroalimentaban en la prensa en inglés. Y en 2002 el
periódico Boston Globe lanzó su gran investigación detallada sobre
abusos impunes en su diócesis en EEUU.
CUANDO
RATZINGER TOMÓ LAS RIENDAS: 2001
En 2001, el cardenal Ratzinger,
Prefecto de Doctrina de la Fe, constatando la ineficacia o inacción de los
obispos locales, empezó a tomar medidas que Juan Pablo II fue aprobando.
Ratzinger
preparó el borrador de "Sacramentorum Sanctitatis Tutela", el motu
proprio del Papa en 2001 que exigía a los obispos enviar los datos de "denuncias creíbles" a Doctrina de la
Fe: por fin Roma pasaba a
supervisar lo que sucedía en todo el mundo.
En noviembre de 2001, Ratzinger convenció a Juan Pablo II para quitar las limitaciones de tiempo y de castigos a abusadores en el
Código Canónico: se podría expulsar del sacerdocio
a abusadores con crímenes de décadas atrás.
EL
HOMBRE QUE LO VIO DE CERCA: SCICLUNA
El hoy arzobispo de Malta, Charles Scicluna, vio la reforma de cerca (e infinidad
de casos sucios y lamentables llegando a su mesa). Scicluna fue Promotor de
Justicia en Doctrina de la Fe -algo así como fiscal
general, junto a Ratzinger- desde 2002 a 2012, en los
últimos años de Juan Pablo II y todo el pontificado de Benedicto XVI, y luego
asesor sobre el tema de Francisco, especialmente en el caso de los abusos en
Chile.
El arzobispo Scicluna,
de Malta, trabajó muchos años con Ratzinger, luego Benedicto XVI,
especialmente contra los abusos desde 2002 a 2012. También Francisco recurrió a
Scicluna -y al sacerdote catalán Jordi Bertomeu- para investigar los
casos de abusos en Chile.
Scicluna estuvo
allí, siguió el proceso y explica a Crux que el principal mérito y el esfuerzo por
cambiar las cosas partieron siempre de Ratzinger.
Es verdad que los obispos de EEUU en parte marcaron el camino, cuando en 2002 establecieron
nuevas normas de "tolerancia cero" y
"un abuso y fuera", expulsando del
sacerdocio a quien se comprobara un caso. Pero en Europa y otros
lugares se consideraba eso una exageración "de norteamericanos". Ratzinger apoyó las medidas de los obispos
de EEUU y muchos eclesiásticos le criticaron por ello y le acusaron de
doblegarse ante la prensa anticlerical.
Scicluna detalla en Crux más medidas que Ratzinger tomó:
- en 2002 logró que
Juan Pablo II aprobara un método para expulsar rápidamente del
sacerdocio a clérigos abusadores, sin largos mecanismos de
apelación...
- a finales de 2004,
poco antes de ser elegido Pontífice, ordenó revisar todos los casos aún
pendientes, incluyendo clérigos importantes como Gino Burresi o Marcial Maciel. Ambos
serían declarados culpables y separados del ministerio público en los primeros
meses de su pontificado.
En Doctrina de la Fe, dedicaba un día cada semana a repasar denuncias de abusos, detalla Scicluna, que estaba
con él.
Benedicto XVI también quiso llevar los abusos al ojo público, al recibir a víctimas
en el Vaticano y también en los países que visitaba. Los encuentros se hacían sin
fotógrafos, pero las víctimas podían luego hablar ante la prensa, y muchas lo
hacían. Fue el primero en tomar esa decisión, y repetirla.
En 2009, dedicó
todo un documento al tema a
raíz de los casos irlandeses, la Carta a los católicos de Irlanda,
que Scicluna considera que se ha convertido en un texto de referencia sobre el
tema.
Y en 2010 amplió y fortaleció aún más las medidas
rápidas de Sacramentorum
Sanctitatis Tutela.
Un cálculo en The Pillar habla de 848 sacerdotes
reducidos al estado laical y 2.572 a los que se les dictaminó otras penas, en el periodo de 2004 a 2014. Todos son casos que pasaron
por Roma.
Muchos señalan que quedan cosas
por hacer: las normas eclesiales hoy son muy
duras -y no muy garantistas- con los sacerdotes sospechosos, pero no tanto con
los obispos y superiores religiosos, a los que es más difícil
denunciar, investigar y encausar por vía canónica.
Pero no hay duda de que en el
proceso para lograr una iglesia más segura contra los abusos sexuales,
Benedicto XVI fue la gran figura que puso en marcha medidas eficaces y toma de
conciencia.
EN
2019 LO LIGÓ CON LA REVOLUCIÓN SEXUAL DE LOS AÑOS 60
En abril de 2019, siendo ya Papa
emérito, Benedicto XVI aún quiso seguir trabajando el tema de
los abusos publicando un texto -con permiso del Papa Francisco,
detalló- en una publicación católica alemana, Klerusblatt, que antes se filtró por doquier. Allí relaciona
la crisis de la pederastia -no solo en la Iglesia, sino en la sociedad en
general- con la Revolución Sexual que empezó en los años 60.
“Intento mostrar
que en la década de 1960 ocurrió un gran evento, en una escala sin
precedentes en la historia. Se puede decir
que en los 20 años entre 1960 y 1980, los estándares
vinculantes hasta entonces respecto a la sexualidad colapsaron completamente", escribió.
“Entre las
libertades por las que la Revolución de 1968 peleó estaba la
libertad sexual total, una que ya no tuviera normas” añadiendo
que “parte de la fisionomía de la Revolución del 68
fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada”.
Jennifer Roback Morse, presidenta
del Ruth Institute, que analiza los efectos dañinos de la Revolución sexual,
recuerda esta denuncia que hizo Benedicto XVI y que, señala, coincide con los
datos del sociólogo (y sacerdote católico y converso) Paul Sullins (ver
aquí su
estudio en PDF en inglés). Los clérigos formados en
esos años 60 cometieron muchos más abusos, sobre todo contra muchachos.
LO
QUE CAMBIÓ EN EEUU: MUCHAS MENOS VÍCTIMAS MASCULINAS
Sullins, en su estudio sobre
abusos clericales en Estados Unidos, constata que la
mayoría absoluta de abusos se dio entre los años 70 y 90, a
manos de sacerdotes ordenados o formados en los años 60, y casi siempre contra víctimas masculinas: son casos de clérigos homosexuales buscando víctimas
varones manejables.
Tras las medidas estrictas de
2002, tanto de los obispos de EEUU como las llegadas desde el Vaticano, se
reducen los abusos, hasta el punto de que hacia 2017 pasan
a ser más las víctimas femeninas que las masculinas.
Sullins cree que también fue de
ayuda la insistencia de Benedicto XVI en reservar el sacerdocio a hombres
heterosexuales. En 2005 Benedicto XVI hizo publicar por la Congregación para la
Educación Católica, encargada de los seminarios, la instrucción
papal sobre "el discernimiento de las vocaciones respecto a personas con tendencias homosexuales". El
texto dice que la Iglesia "no puede admitir al
seminario o al orden sagrado a aquellos que practican la homosexualidad,
presentan tendencias homosexuales fuertemente arraigadas o apoyan la llamada 'cultura
gay'".
Y en la entrevista de 2010 con
Peter Seewald publicada en "La luz del mundo", Benedicto comentó: "La homosexualidad es incompatible con la vocación
sacerdotal. De otra manera, el celibato mismo perdería su significado de
renuncia".
Sullins asegura que, junto con otras medidas, los controles más estrictos en
los seminarios de EEUU lograron mejoras: hay muchísimos menos abusos contra niños y adolescentes
varones, que además cometen sacerdotes ordenados entre los 60 y los 80.
Los 20 clérigos abusadores sexuales condenados que fueron ordenados después de
2006 abusaron todos de muchachas o de mujeres, no de varones. Hoy se puede
constatar que con Benedicto cambiaron las cosas y empezó la mejoría.
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