“Si decimos “te extraño”, y el otro no siente lo mismo, la energía se pierde.
Si damos
un abrazo, y el otro no lo sostiene, la energía se pierde.
Si
cocinamos algo rico y —al compartirlo con amor— el otro no lo ve, ni lo
agradece, la energía se pierde.
Si nos
expresamos —amorosamente— y el otro no comprende, la energía se pierde...
Si
pretendemos ayudar, y el otro ayudarse no quiere, la energía se pierde.
La
energía debe fluir libremente, como una espiral ascendente, en tanto, si esto
no sucede habrá un derroche energético y lo más evidente será que nos sintamos
tristes, cansados e impotentes".
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