EN EEUU HAY MUCHOS LAICOS A SUELDO EN PARROQUIAS; EN ESPAÑA, NO; PERO EL RIESGO ES SIMILAR
En ReligionEnLibertad hemos
hablado varias veces de una debilidad de la Iglesia española: más allá de los sacerdotes y
religiosos (que cada vez son menos, más viejos o más saturados) casi todo se fía a voluntarios que dedican ratos libres,
con generosidad, a ofrecer servicios, sea como catequistas (hay unos cien mil en España), evangelizadores,
Cáritas, liturgia y limpieza, etc...
Pero, en realidad, las realidades que crecen y se consolidan son las que tienen
al menos un núcleo de profesionales asalariados. El punto
fuerte de Cáritas en España
son sus 85.000 voluntarios y presencia en 6.000 Cáritas parroquiales,
pero se nutren del trabajo de un núcleo de 4.800
asalariados. Manos Unidas es
una realidad potente de la Iglesia con sus 6.300 voluntarios, pero se apoyan en
unos 160 asalariados.
En el sector solidario/caritativo, y también
en el educativo, la Iglesia
española tiene claro que hace falta un núcleo de profesionales a
sueldo aunque luego anime a
muchos al voluntariado. Pero en el ámbito de la evangelización, catequesis y
pastoral no sucede así.
Acción
Católica, que es un movimiento
importante con presencia en toda España y más de mil grupos, cuenta con
un núcleo de 4 asalariados. LifeTeen, que
es el método de catequesis juvenil que más crece en España y se ha presentado
en 180 parroquias, cuenta con 1 asalariado (pero con el apoyo de una casa
matriz en EEUU).
Incluso algo tan importante como
medir toda la actividad de la Iglesia española (un campo colosal) para ofrecer
un informe de actividades cada año, está centralizado en sólo dos personas en
Conferencia Episcopal. Y en la acción política o
pre-política en clave católica, la
acción de Doctrina Social, no hay ni un
asalariado: la realizan asociaciones de voluntarios o personas
inquietas a ratos libres... con escaso fruto, impacto y crecimiento. Se
necesita un núcleo de asalariados.
CATÓLICOS
PRACTICANTES QUE HACEN ALGÚN TRABAJO VOLUNTARIO: LA MITAD
Entre un 18 y un
22% de españoles adultos son católicos practicantes (EFSE
2021, CIS pre-Tezanos octubre 2019). Los católicos no practicantes son entre el
40 y el 46% de los españoles.
Un problema es que la encuesta de
la Fundación Europea Sociedad y Educación (EFSE) detectó en 2021 que el
53% de los católicos practicantes y el 90% de los
no practicantes "nunca o casi nunca" hacen trabajo voluntario en la
Iglesia.
A menudo los católicos de España
miran con cierta envidia a los de Estados
Unidos, donde hay tantísimas asociaciones con asalariados y liberados, e
incluso donde cada parroquia tiene al menos dos o tres laicos a sueldo. Pero
eso tiene sus propios peligros, como comenta Marcel
LeJeune, analista de Catholic Missionary Disciples.
EL
CASO DE ESTADOS UNIDOS: 40.000 LAICOS ASALARIADOS
Podemos hacernos una idea de la
situación en las parroquias de EEUU con el cálculo que hizo en 2015 el centro de estudios CARA de
Georgetown. Consideraba que había 40.000
"laicos asalariados" en las parroquias de
EEUU, trabajando cada uno una media de 35 horas semanales.
Como media, cada parroquia tenía dos o tres de ellos, pero algunas tenían
bastantes más. Nueve de cada 10 asalariados decían que lo que hacen es "una vocación, no solo un trabajo".
¿A QUÉ SE DEDICAN ESOS LAICOS ASALARIADOS?
- Un 30% son
responsables de catequesis juvenil,
- un 20% se dedican a la música y liturgia,
- un 15% a asuntos administrativos,
- un 8% a formación de adultos,
- un 6% a los cursos para nuevos católicos adultos,
- un 4% a activismo o temas sociales,
- un 3% a temas económicos,
- un 1% a pastoral con ancianos,
- un 1% a evangelización en general.
Por supuesto, mucha más gente en
la parroquia dedica algunas horas a estas tareas como voluntarios, pero aquí se
contabiliza a los que cobran por dedicar una media de 35 horas semanales.
Lo mejor pagado es ser a la vez
director de música y liturgia (33 dólares a la hora en 2014). Algo menos cobra
el que sólo es director de música. Los directores de catequesis o de pastoral
cobran (20 dólares la hora). Los jefes de catequesis de adolescentes o de
adultos cobran 17 dólares la hora. El catequista de a pie, 15, y el catequista
ayudante, 13 y medio. El sacristán, 12 dólares. Muchos compaginan su tarea con
otro trabajo parcial en colegios o asociaciones.
Nadie duda del tremendo dinamismo
de la Iglesia Católica norteamericana. Pero LeJeune denuncia la mentalidad de muchos católicos de a pie que, puesto que
hay personal asalariado, creen que son ellos los que deben atender pobres, evangelizar alejados o
formar en la fe a los niños.
Estos asalariados han obtenido
títulos (a veces incluso universitarios) de catequesis, formación de adultos,
pastoral juvenil, ministerio universitario, teología, teología del cuerpo,
formación en fundraising... y el
católico
practicante medio asume que todo eso es
muy complicado y hay que dejarlo a profesionales.
LeJeune ve bien recibir formación
y títulos, pero ve mal "que la misión y la evangelización sean algo que
hace una clase profesional dedicada al ministerio, no algo propio del cristiano
medio".
ASÍ, ENUMERA:
- La vida
de oración interior no es sólo para profesionales,
- la fe y la esperanza no son sólo para profesionales;
- los carismas del Espíritu Santo no son sólo para
profesionales;
- la gracia sacramental no es solo para profesionales;
- cuidar a los pobres no es sólo para profesionales;
- compartir el Evangelio de Jesús no es solo para
profesionales;
- crecer como discípulo no es sólo para profesionales;
- enseñar
la fe no es solo para profesionales;
- llevar a otros a la madurez en Cristo no es sólo
para profesionales.
"El
corazón de la misión de la Iglesia no puede convertirse en una profesión y no debe atarse con prácticas y estándares
profesionales", asegura él... que se dedica
profesionalmente a la formación de evangelizadores y líderes laicos.
"La profesionalización
del ministerio católico ha acelerado el declive de la Iglesia
en nuestro país", considera LeJeune.
¿Cómo lo explica? Porque esos profesionales, en vez de
entrenar y equipar a otros muchos fieles -quizá
menos titulados pero con capacidades- se convierten en los únicos que hacen
evangelización, formación, etc...
Por ejemplo, evangelizar a
alejados de la fe, o trabajar con pobres, muchos
fieles lo ven como cosas "de especialistas pagados". Y no se
lanzan a hacerlo.
Además, se crean "cuellos de botella": la parroquia no crece en tal o cual servicio
evangelizador o pastoral porque lo destina a un "especialista" (laico
o clérigo), que a veces no llega, y que cuando llega, no entrena a otros.
¿QUÉ
ES LO QUE SE DEBERÍA HACER?
Estas son las
propuestas de LeJeune:
1)
FORMAR FORMADORES, QUE A SU VEZ FORMEN A MUCHOS
Es aplicar 2 Timoteo 2,2 ("forma a otros capaces de enseñar") y
lograr la multiplicación espiritual; en vez de tener unos pocos expertos, la
parroquia ha de formar a muchos capaces de formar a otros muchos.
2)
FORMAR Y PROMOVER A LOS DE CASA
En EEUU hay mucha movilidad y un
único mercado; un organista o jefe de pastoral juvenil puede elegir ir a
cualquier parroquia donde haya oferta. LeJeune ve mejor formar
a los propios organistas, catequistas, etc... que ya están en la parroquia, en
el pueblo o barrio, lograr que sean más. También anima a
invertir en ellos y cuidarlos, para evitar la cultura del "nomadismo" de algunos líderes.
3)
FORMAR A LOS FELIGRESES EN EVANGELIZAR A LOS CERCANOS
La mejor evangelización
es la que se hace entre amigos y compañeros cercanos, que comparten
experiencias y tienen relaciones. Todos los
feligreses han de poder hacer eso, saber
invitar, acoger y acompañar. No
es cosa de especialistas, es para todos los católicos. Deben tener esa
mentalidad (y tiene que haber algo a lo que inviten, sea una peregrinación,
cursillo, voluntariado o, simplemente, una misa hermosa).
¿Cómo se aplica
esto en España y en los países hispanos? Incluso
si las parroquias en nuestro entorno no tienen asalariados como la de EEUU, sí
que sigue primando la idea de que hay unos nichos por
cubrir (catequesis, Cáritas parroquial,
música y liturgia), que se
cubrirán con "lo de siempre" (la señora que lleva 30 años en el cargo y
no entrena ayudantes ni herederos), "quien
buenamente pueda", el
diácono (que puede ser un auténtico "cuello de
botella" que impide que muchas más personas se formen en esas
tareas, en vez de un dinamizador y formador) o, simplemente, se deja sin hacer.
LeJeune cree que el problema
viene de la excesiva "profesionalización",
pero en España no hay
apenas profesionalización y la mentalidad es similar.
De hecho, es probable que la
solución pase, en una primera etapa, por una mayor profesionalización, aunque
no se llegue a los niveles de EEUU. Como demuestran Manos Unidas, Cáritas y hasta
las realidades con sólo un puñado de asalariados, se necesita al
menos un núcleo para dinamizar y formar a todos los voluntarios. ¡Pero para dinamizarlos, no para devolverlos a la comodidad del
sofá de su casa!
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