Cuando San José salió de este éxtasis, su rostro brillaba con la luz celestial, y le pidió a María que le diera su bendición. Pero en vez de eso, ella indicó que Jesús debería bendecirlo, lo cual hizo.
Entonces
María se arrodilló y le rogó a su moribundo marido que la bendiga, y después de
que él lo hizo ella besó su mano con ternura y cariñosamente. San José también
le imploró perdón por todas sus deficiencias en servirla y pidió sus oraciones
en esta hora de su muerte.
Entonces
él le dijo estas últimas palabras:
"¡Bendita tú eres entre todas las mujeres, María! ¡Que los ángeles
y los hombres te alaben! Y que el nombre del Señor sea conocido, adorado y
exaltado en ti durante todas las edades venideras. Espero verte en nuestro
hogar celestial... "
Y
volviéndose hacia Jesús con profunda reverencia. San José intentó en vano
arrodillarse, pero el Salvador le tomó suavemente en sus brazos, mientras que
José dijo:
"Señor mío y Dios mío, da tu bendición a tu siervo, y perdona las
faltas que he cometido en tu servicio. ¡Te doy mis más sinceras gracias por
haberme elegido para ser el marido de tu madre! Que tu gloria sea mi acción de
gracias por toda la eternidad... "
Entonces
Jesús bendijo amorosamente a San José y dijo:
"Padre
mío, descansa en paz y en la gracia de mi Padre eterno, y trae a los santos del
Limbo la alegre noticia del acercamiento de su redención. "
Ante
estas palabras, en los brazos de Jesús, con María arrodillada y llorando a sus
pies, en una habitación brillantemente iluminada por ejércitos de ángeles, San
José murió feliz y pacífica muerte.
Después
de que Jesús cerrase los ojos de su padre adoptivo, María preparó su cuerpo
para enterrar con la ayuda de sus ángeles, y mientras lo hizo, Dios lo envolvió
con una luz maravillosa, para que sólo pudiera ver el rostro real de José. El
cuerpo fue envuelto en una mortaja blanca y colocado en un féretro estrecho,
que luego fue llevado a una fina tumba dada a San José por un hombre rico. Solo
Jesús y unos pocos amigos formaron el cortejo fúnebre, junto con un gran número
de ángeles resplandecientes.
LA
BENDITA VIRGEN DIJO A VENERABLE MADRE MARÍA DE AGREDA:
"Toda
la raza humana ha subestimado mucho el privilegio y prerrogativas concedidas a
mi bendito esposo, San José. Les aseguro que es uno de los personajes muy
favorecidos en la Presencia Divina, y tiene un poder inmenso para permanecer en
los brazos de la venganza divina. Lo que mi esposo pide al Señor que está en el
cielo es concedido sobre la tierra, y de su intercesión dependen muchos favores
extraordinarios para los hombres. "
-La vida de María vista por los místicos.
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