La definición de Liturgia y su evolución. Etimología. Uso del término liturgia en la Biblia.
Por: Arturo Reyes | Fuente: Caholic.net
Dios, que quiere que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4), habiendo hablado
antiguamente en muchas ocasiones y de diferentes maneras a nuestros padres por
medio de los profetas (Heb 1,1), cuando llegó la plenitud de los tiempos envió
a su Hijo, el Verbo hecho carne (SC 5).
La liturgia cristiana es una realidad muy rica y polivalente que puede ser
analizada bajo numerosos aspectos. Es innegable que se trata de una realidad
unida a la fe y a la expresión personal y social de los miembros de la Iglesia.
Esto hace que la ciencia que tiene como objeto la liturgia, procure abarcar
todos los aspectos del hecho litúrgico y de manera particular aquellos que se
refiere a su realización actual.
La formación litúrgica es un proceso y nunca debe ser entendida tan sólo como
un conjunto de conocimientos sobre la liturgia, sino que afecta también a la
espiritualidad de los creyentes y a su participación en la vida litúrgica de la
Iglesia. Por lo tanto, la formación litúrgica es una necesidad ya que es un
aspecto esencial de la formación cristiana integral, situada entre la educación
de la fe y la formación moral, y que tiene por finalidad introducir a los
miembros de la Iglesia en la participación consciente, activa y fructuosa en la
liturgia para una vida cristiana más plena
(cf. GE 2, SC 14, 19, 48).
ETIMOLOGÍA
El termino liturgia procede del griego clásico, leitourgía
(de la raíz lêit – leôs-laôs- : pueblo, popular; y érgon:
obra) lo mismo que sus correlativos leitourgeîn
y leitourgós, y se usaba en sentido absoluto
sin necesidad de especificar el objeto, para indicar el origen o el destino
popular de una acción o de una iniciativa, independientemente del modo como se
asumía ésta. Con el tiempo la presentación popular perdió su carácter libre
para convertirse en un servicio oneroso a favor de la sociedad.
Liturgia vino a designar un servicio público. Cuando este servicio afectaba al
ámbito religioso, liturgia se dirigía al culto oficial de los dioses. En todos
los casos la palabra tenía un valor técnico.
USO DEL TÉRMINO “LITURGIA” EN
LA BIBLIA
En el AT: El
verbo leitourgeô y el sustantivo leitourgía se encuentran 100 y 400 veces,
respectivamente en la versión de los LXX, y designan el servicio cultual de los
sacerdotes y levitas en el templo. El término en hebreo es algunas veces shêrêr (cf. Núm 16,9) y otras abhâd y abhôdâh,
que designa prácticamente siempre el servicio cultual del Dios verdadero
realizado en el santuario por los descendientes de Aarón y de Leví. Para el
culto privado y para el culto de todo el pueblo los LXX se sirven de las
palabras latreía y doulía
(adoración y honor). En los textos griegos solamente, leitourgía tiene el mismo sentido cultual levítico
(cf. Sab 18,21; Eclo 4,14; 7,29-30; 24,10, etc.).
Esta terminología supone ya una interpretación, distinguiendo entre el servicio
de los levitas y el culto que todo el pueblo debía dar al Señor (cf. Ex 19,5;
Dt 10,12). No obstante, la función cultual pertenecía a todo el pueblo de
Israel, aunque era ejercida de forma especial y pública por los sacerdotes y
levitas.
En el griego bíblico del Nuevo Testamento, leitourgía no aparece jamás como
sinónimo de culto cristiano, salvo en el discutido pasaje de Hch 13,2.
En el NT: La palabra liturgia se utiliza con los siguientes
sentidos
en el NT:
a) En sentido civil de servicio público oneroso,
como en el griego clásico (cf. Rm 13,6; 15,27; Flp 2,25.30; 2 Cor 9,12; Heb
1,7.14)
b) En sentido técnico del culto sacerdotal y lévitico del AT (cf. Lc 1,23; Heb
8.2.6; 9,21; 10,11). La Carta a los Hebreos aplica a Cristo, y sólo a él, esta
terminología para acentuar el valor del sacerdocio de la Nueva Alianza.
c) En sentido de culto espiritual: San Pablo utiliza la palabra leitourgía para
referirse tanto al ministerio de la evangelización como al obsequio de la fe de
los que han creído por su predicación
(cf. Rm 15,16; Flp 2,17).
d) En sentido de culto comunitario cristiano: El texto de Hch 13,2
(«leitourgoúntôn») es el único del NT donde la palabra liturgia puede tomarse
en sentido ritual o celebrativo. La comunidad estaba reunida orando, y la
plegaria desembocó en el envío misionero de Pablo y de Bernabé mediante el
gesto de la imposición de manos (cf. Hch 6,6).
Esta reserva en el uso de la palabra liturgia por el Nuevo Testamento obedece a
su vinculación al sacerdocio levítico, el cual perdió su razón de ser en la
Nueva Alianza.
EVOLUCIÓN POSTERIOR
En los primeros escritores cristianos, de origen judeocristiano, la palabra
liturgia fue usada de nuevo de nuevo en el sentido del Antiguo Testamento, pero
aplicada al culto de la Nueva Alianza (cf. Didaché 15,1; 1 Clem. 40,2.5).
Después la palabra liturgia ha tenido una utilización muy desigual. En las
Iglesias orientales de lengua griega leitourgía designa
la celebración eucarística. En la Iglesia latina liturgia fue ignorada, al
contrario de lo que ocurrió con otros términos religiosos de origen griego que
fueron latinizados. En lugar de liturgia se usaron expresiones como munus, oficcium, ministerium, opus, etc. No
obstante San Agustín la empleo para referirse al ministerio cultual,
identificándola con latría (cf. S. Agustín, Enarr. in Ps 135, en PL 39, 1757.).
A partir del siglo XVI liturgia aparece en los títulos de algunos libros
dedicados a la historia y al explicación de los ritos de la Iglesia. Pero,
junto a este significado, el término liturgia se hizo sinónimo de ritual y de
ceremonia. En el lenguaje eclesiástico la palabra liturgia empezó a aparecer a
mediados del siglo XIX, cuando el Movimiento litúrgico la hizo de uso
corriente.
DEFINICIÓN DE LITURGIA EN EL
CONCILIO VATICANO II
Los documentos conciliares, especialmente la Sacrosanctum Concilium, hablan de
la liturgia como un elemento esencial de la vida de la Iglesia que determina la
situación presente del pueblo de Dios: «Con razón,
entonces, se considera a la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de
Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y, cada uno a su manera,
realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Cristo, es
decir, la Cabeza y sus miembros ejerce el culto público íntegro. En
consecuencia, toda celebración litúrgica por ser obra de Cristo Sacerdote y de
su cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia,
con el mismo título y el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la
Iglesia.» (SC 7).
Esta noción estrictamente teológica de la liturgia, sin olvidar los aspectos
antropológicos, aparece en íntima dependencia del misterio del Verbo encarnado
y de la Iglesia (cf. SC 2; 5;6; LG 1; 7; 8, etc.). La encarnación en cuanto
presencia eficaz de lo divino en la historia, se prolonga «en gestos y palabras» (cf. DV 2; 13) de la
liturgia, que reciben su significado de la Sagrada Escritura (cf. SC 24) y son
prolongación en la en la tierra de la humanidad del Hijo de Dios (cf. CEC 1070,
1103, etc.).
El Concilio ha querido destacar, por una parte, la dimensión litúrgica de la
redención efectuada por Cristo en su muerte y resurrección, y, por otra, la
modalidad sacramental o simbólica-litúrgica en la que se ha de llevar a cabo la
«obra de salvación».
De esta manera, en la noción de liturgia que da el Vaticano II, destacan los
siguientes aspectos :
a)es obra de Cristo total, Cristo primariamente, y
de la Iglesia por asociación;
b)tiene como finalidad la santificación de los hombres y el culto al Padre, de
modo que el sacerdocio de Cristo se realiza en los dos aspectos;
c)pertenece a todo el pueblo de Dios, que en virtud del Bautismo es sacerdocio
real con el derecho y el deber de participar en las acciones litúrgicas;
d)en cuanto constituida por «gestos y palabras» que significan y realizan
eficazmente la salvación, es ella misma un acontecimiento en el que se
manifiesta la Iglesia, sacramento del Verbo encarnado;
e)configura y determina el tiempo de la Iglesia desde el punto de vista
escatológico;
f)por todo esto la liturgia es «fuente y cumbre de la vida de la Iglesia» (SC
10; LG 11).
Así pues, en la noción de liturgia que ofrece el Concilio podemos
definirla como la función santificadora y cultual de la Iglesia, esposa y
cuerpo sacerdotal del Verbo encarnado, para continuar en el tiempo la obra de
Cristo por medio de los signos que lo hacen presentes hasta su venida.
LO LITÚRGICO Y LO NO
LITÚRGICO
Son acciones litúrgicas (lo litúrgico) aquellos actos sagrados que, por
institución de Jesucristo o de la Iglesia, y en su nombre, son realizados por
personas legítimamente designadas para este fin, en conformidad con los libros
litúrgicos aprobados por la Santa Sede, para dar a Dios, a los santos ya los
beatos el culto que les es debido. Lo no litúrgico son las demás acciones
sagradas que se realizan en una iglesia o fuera de ella, con o sin sacerdote
que las presencie o las dirija (a estas también se les llama ejercicios
piadosos).
Lo litúrgico «es lo que pertenece al entero cuerpo eclesial y lo pone de
manifiesto» (SC 26) y constituye la eficacia objetiva de los actos de culto.
Los ejercicios piadosos evocan el misterio de Cristo únicamente de manera
contemplativa y afectiva.
La eficacia de los actos litúrgicos depende de la voluntad institucional de
Cristo y de la Iglesia, y de que se cumplan necesariamente las condiciones para
su validez; por eso estos actos actualizan la presencia del Señor. La eficacia
de los ejercicios piadosos depende tan sólo de las actitudes personales de
quienes toman parte en ellos.
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