(NUNCA ESTÁ DEMÁS VOLVERLO A LEER PARA REÍR UN RATO).
En
un chat multitudinario con amigos surgió un tema interesante:
¿Cómo
usas el bidet? No "para
qué", eso es sabido; sino, ¿cómo te sientas?
La
mayoría lo usábamos igual, sentados de espaldas a la pared, manejando las
canillas al tacto; pero uno viene con una teoría irrefutable:
"El
bidet debe usarse de frente a la pared porque el cosito por el que sale el agua
te queda justo en el hoyo, podes ver las canillas, la jabonera y la
toalla".
Tiene
lógica, pienso. Cuando me toque, voy a probar.
A la
mañana siguiente, me tomo mi café... efecto instantáneo.
Abrigadito
con mi bata me juego un jueguito en el celu mientras hago lo que tengo que
hacer en el inodoro. Termino. Hora del buche. Me acuclillo apenas y pivoteo en
un pie dando medio giro, casi como en una coreografía de Ginger Rogers; y
estaciono en una maniobra sobre el bidet, de frente a la pared. ¡Genial! Puedo acceder a las canillas, mezclo la caliente
con la fría hasta lograr la tibieza justa, manejo la presión con la del medio,
llego al jabón, toalla, todo. Impecable.
Este
amigo tenía razón, y me introdujo a un mundo un tanto adictivo... me saco la
bata, salto a la ducha y me voy a la oficina, que ya llego tarde por la
bideteada.
En la
ofi, todo bien. A la hora del almuerzo se me da por innovar, y pido un delivery
de comida china: cerdo con hongos y brotes de bambú.
Muy rico, pero el efecto es más instantáneo que el de mi café mañanero.
Voy al baño
de empleados apretando los cantos: están todos los
boxes ocupados. ¡Me cagooo! Los jefes se fueron a comer afuera, y la
conchuda de su secretaria está almorzando en el comedor... así que me cuelo
subrepticiamente en el baño de gerencia.
Comida
china: pica cuando entra, pica cuando sale. Mientras
tanto examino el baño: ¡qué guachos estos jefes! En
el baño de empleados nos ponen un papel higiénico con el que te puedes limar
las uñas mientras cagás, pero acá tienen uno suavecito, toallas de tela, Glade
Toque, jabón-jabón, no ese detergente líquido de apretar un botón pringoso,
revistas en un canasto y hasta una cestita con popurrí de canela, jazmín y
pétalos de rosas sobre la mochila del inodoro.
Termino.
Voy al bidet. Hago la misma maniobra que a la mañana en casa: pivoteo sobre un pie... medio giro... y me olvido que
tengo los pantalones y calzón en los tobillos que hacen tope contra la base del
bidet. Error.
La
frenada textil me arroja de cara contra la pared, reboto, me deslizo hacia
abajo y quedo enganchado en la punta de la taza del bidet con los huevos. Mi
quejido se hace agudo, finito. Por suerte no me partí los labios contra los
azulejos, sólo me sangra la nariz, y me mancha la camisa blanca que anoche me
planché con Klaro.
Con una
mano arranco un poco de papel higiénico, hago rollitos y me taponeo los dos
agujeros de la nariz: no sé cuál es el que sangra.
Mientras
tanto trato de avanzar sobre el bidet, de frente a la pared, hasta descomprimir
los huevos, pero quedo casi arrodillado sobre el piso porque los pantalones me
siguen frenando contra la base. Abro la caliente, y un chorro hirviendo me
carboniza la chota, que quedó justo arriba del cosito del agua. Me corro un
poco más hacia la pared, y ahora me quemo los huevos: depilación
con lanzallamas. Asomo el hoyo, abro la fría, y la presión aumenta. Es
como una hidrolavadora echándome lava adentro del ojete. Quiero bajar la
presión con la canilla del medio, pero de frente la canilla es al revés: la fuerza aumenta, y siento que me levanta del piso. Me
paro como puedo, trastabillo hacia atrás y caigo de nuca contra la otra pared.
Así me
encontró la secretaria, después de que el de mantenimiento pudo forzar la
puerta: desmayado boca arriba, un poco cagado, con
la chota al aire, los huevos colorados como dos remolachas, la camisa manchada
de sangre, papel higiénico medio disuelto en la nariz y el chorro del bidet a
todo lo que da, arrancando la pintura del techo. Ah... y el regalito en
el inodoro, porque no llegué a apretar el botón.
Tuve que
pagar los arreglos. A los del piso de arriba les apareció humedad en los
zócalos. A los de abajo, en las paredes. Pagué la pintura, el pintor, repuse
las revistas empapadas, el papel higiénico carísimo y hasta el jabón que se
disolvió con la lluvia bidetera. Pero me hice el boludo con el popurrí: ese, que lo compren ellos.
Consejos
útiles a la hora del bidet.
* Confiá
sólo en el bidet de tu casa. Él es tu mejor amigo, y le conoces la temperatura,
la presión y la dirección de giro de las canillas.
* Un
bidet ajeno es más difícil de manejar que una excavadora.
* Ese
bidet ajeno tendrá la velocidad de una Ferrari: irá
de cero a cien (grados) en cuatro segundos, carbonizándote el hoyo.
* El
manejo óptimo de los controles del bidet implica conocimientos de hidráulica y
termodinámica mediante una ecuación que incluye: presión
de 0 a 100%, temperatura A, temperatura B, geolocalización del culo, índice de
sanidad y nivel de ruido.
* Cuando
manejes todas esas variables, te tocará un bidet con monocomando.
*
Manejarás ese monocomando como un joystick endemoniado que te levantará del
piso. Antes practica con un jet-ski.
* Por
último, y el más importante: con los lompas bajos,
el bidet se usa de espaldas a la pared. Y no confíes en tus amigos. Innovar
hace mal.
Dulces
sueños.
AVANTI!
AVANTI con una sonrisa siempre.
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