La oración, el ayuno y el uso del dinero.
Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net
UNA VIDA ACTIVA
La base y el mínimo moral para entrar en el reino era vivir de acuerdo
con los mandamientos. Para ello era necesario superar las interpretaciones
que alejaban de la ley del amor. Era el mínimo indispensable. Pero había que
dar un paso más, se trataba de la vida activa del amor. ¿Cómo se ama? estando unido al amado, estando unidos a Dios del
modo más íntimo posible, y esto se consigue por medio de la oración. Jesús pasa
entonces a explicar la oración de los hijos de Dios en el nuevo reino.
RECTITUD DE INTENCIÓN
Lo primero que enseña es no hacer las cosas buenas para ser vistos, sino
hacerlas ante Dios en total sinceridad "Guardaos
de hacer vuestra justicia delante de los hombres con el fin de que os vean; de
otro modo no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los Cielos" (Mt).
Jesús muestra el inicio del camino de la perfección: la rectitud de intención.
Cuando falla, todo se desbarata. No basta, pues luego se deben hacer más cosas;
pero cuando se corrompe se degenera hasta lo más santo. El camino para adquirir
la rectitud de intención es actuar ante la mirada de Dios Padre, que está en
los cielos, con ojos amorosos y observa con cariño el buen uso que el hijo hace
de su libertad.
LA LIMOSNA
Una concreción de esta rectitud de intención es un acto en sí muy bueno:
ayudar al necesitado con la limosna, ayudar al culto de Dios. "Por tanto, cuando des limosna no lo vayas
pregonando, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, con el
fin de ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya recibieron su
recompensa. Tú, por el contrario, cuando des limosna, que tu mano izquierda no
sepa lo que hace tu derecha, para que tu limosna quede en oculto; de este modo,
tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará" (Mt).
La belleza de la imagen de la mano izquierda desconociendo lo que hace la
derecha es inconmensurable. De un modo paralelo, el hipócrita repugna puesto
que da para alcanzar la vanagloria, la consideración social y el placer de ser
admirado por los hombres. Compra la fama al precio de una buena acción externa;
pero se hace un hipócrita, y toda su recompensa está en esa alabanza
superficial y voluble. Ninguna acción buena deja de ser premiada por el Padre
bueno de los cielos, pues ve en lo secreto, en lo íntimo, en lo personal. Este
es el secreto del hijo de Dios, actuar ante la mirada de su Padre celestial;
todo lo demás le sobra.
LA ORACIÓN DE LOS HIJOS DE
DIOS
Pero la enseñanza de Jesús va más al interior, y llega a la misma
oración. "Cuando oréis, no seáis como
los hipócritas, que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las
esquinas de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo
que ya recibieron su recompensa. Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar,
entra en tu aposento y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo
oculto; y tu Padre que ve en lo oculto, te recompensará. Y al orar no empleéis
muchas palabras como los gentiles, que se figuran que por su locuacidad van a
ser escuchados. No seáis, pues, como ellos; porque bien sabe vuestro Padre de
qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis" (Mt).
La oración que enseña Jesús es un diálogo personal, sencillo, de corazón a
corazón, amoroso. Lejos de las grandes palabras, de las manifestaciones en las
plazas. Es más, sabe que el Padre celestial conoce todo lo que necesita; pero
que quiere que se lo pidamos por el bien que produce al que pide dirigirse a
Dios. La oración pasa a ser diálogo con Dios, la conversación del hijo con su
Padre, consciente de la distancia, pero también del cariño.
EL AYUNO
En la misma línea de la oración y la limosna está la enseñanza sobre el
ayuno. "Cuando ayunéis no os finjáis
tristes como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres
noten que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, en
cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara, para que no
adviertan los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo oculto, te
recompensará" (Mt).
Es necesario comer y beber para mantener la vida; por eso es tan frecuente la
observancia del ayuno para manifestar la superioridad del alma sobre el cuerpo.
El ayuno es costoso, y puede tener efectos externos, de ahí la necesidad de un
cuidado especial para evitar la hipocresía. En aquellos momentos, era moneda
corriente la utilización del ayuno para la vanagloria, deformando el sentido
religioso natural. Jesús quiere que quede clara la sinceridad ante Dios y la
humildad agradecida. El Padre que ve lo interior, lo premiará.
EL USO DEL DINERO
Jesús también enseña el recto uso del dinero, y el peligro de colocarlo
como un ídolo que ocupe el lugar de Dios. El dinero y los tesoros son sólo un
medio, pero nunca un fin.
"No amontonéis tesoros en la tierra, donde
la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban.
Amontonad en cambio tesoros en el Cielo, donde ni polilla ni herrumbre corroen,
y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí
estará tu corazón" (Mt).
Usar, pero no abusar. Tener el corazón desprendido. Tener el tesoro en el
cielo. Pero el apego de las cosas terrenas es tan frecuente entre los hombres,
que necesitaba una lección especial.
Esta lección se completa con la que señala que el dinero se puede convertir en
un dios que compita con el verdadero Dios, en el hombre de poca fe. "Nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá
aversión al uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y
menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mt).
La cuestión de fondo siempre es la misma: el amor a
Dios por encima de todas las cosas es lo primero, el amor al dinero es una
verdadera idolatría.
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