El Espíritu Santo puede hacer surgir maravillas, si nosotros aceptamos el desafío.
Por: Víctor Manuel Fernández | Fuente: Religión en
Libertad
Cuando algo se termina en nuestras vidas, el Espíritu Santo quiere
aprovechar para hacer nacer algo nuevo, para ayudarnos a iniciar una nueva
etapa.
Si nos
hemos equivocado, si hemos fracasado, si hemos sido humillados, eso no es la
muerte. Tampoco es el fin del mundo. Sólo es el fin de un mundo. Pero con el
poder y el amor de Dios podemos crear otra vida nueva; otro mundo puede
nacer. En medio de una humillación Dios nos
invita a amar la vida, a asumir nuevos desafíos. Pero no se trata de conformarnos con cosas
insignificantes. Aunque nos hayamos equivocado tenemos derecho a iniciar cosas
grandes, que valgan la pena. ¿Por qué no? Quizás
la humillación que hemos sufrido sea una purificación que nos prepara para algo
más hermoso. No
hay que dejar de confiar en las posibilidades que Dios ha sembrado dentro
nuestro; hay que atreverse a más, ir por más, buscar algo más.
Cuando empequeñecemos nuestra vida, atrofiamos nuestras capacidades, y no es eso lo que quiere hacer el Espíritu Santo en nosotros.
Nunca hay
que dejarse morir, porque creemos en un Dios de la vida, que no nos quiere
medio muertos. Ninguna humillación tiene el derecho de arrasar con esa vida que
Dios ama. Al contrario, de las cenizas, el Espíritu
Santo puede hacer surgir maravillas, si nosotros aceptamos el desafío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario