EVOCA SU PROPIO SUFRIMIENTO Y CUENTA QUE ELLA ESTUVO A PUNTO DE COMETER ESE ERROR
LOS HIJOS DE PAREJAS DEL MISMO SEXO NO TIENEN
CONSTITUTIVAMENTE PADRE O MADRE (O NI PADRE NI MADRE). ¿ESA CARENCIA NO TIENE IMPORTANCIA?
En Estados Unidos, la Cámara de
Representantes aprobó el 18 de julio, por una amplia mayoría (lo que incluye todos
los demócratas y numerosos republicanos), una ley federal que busca blindar el matrimonio entre personas del mismo sexo ante una posible reversión por el Tribunal Supremo
de la sentencia Obergefells que
lo convirtió en 2015 en un derecho constitucional.
La ley se votará en el Senado tras las elecciones de mitad de mandato del
próximo 8 de noviembre, donde los republicanos podrían romper el empate actual
y, eventualmente, bloquear su recorrido.
En un artículo publicado en Public Discourse, Jean
C. Lloyd, profesora, escritora y madre de dos hijos, quien
vivió durante un tiempo una vida lesbiana,
analiza las consecuencias para los niños de las nuevas formas de reproducción
que abren la posibilidad de 'tener hijos' a
personas del mismo sexo.
LA
"LEY DE RESPETO AL MATRIMONIO" PERJUDICARÁ A LOS NIÑOS
¿Eres mi mamá? El clásico de P.D. Eastman era uno de los libros favoritos de mi
infancia. Cuenta la historia de un bebé pájaro que sale del cascarón justo
cuando su madre vuela en busca de comida. Decidido a encontrarla, sale en su
búsqueda. Desde el gatito hasta la vaca, pasando por el remolcador y la
excavadora, el polluelo plantea
repetidamente la quejumbrosa pregunta. Su desconcertante búsqueda termina con
un feliz reencuentro y
con él de vuelta en el nido, bajo las alas protectoras de su madre.
'¿Eres mi mamá?' de P.
D. Eastman. Un cuento que tiene mucho que ver con la realidad.
Yo he sido esa cría de
pájaro. Cuando era un bebé, me adoptaron en una familia cariñosa con unos padres
entregados. Estoy eternamente agradecida. Al mismo
tiempo, desde la anciana profesora de piano hasta la adolescente voluntaria de
la Escuela Bíblica de Vacaciones, pasando por cualquier mujer cuya amabilidad
me haya conmovido significativamente, hice la misma pregunta: "¿Eres mi mamá?".
La adopción se revela como un
regalo para ambas partes, pero existe para reparar algo que
en el orden natural de las cosas nunca ocurriría. En un mundo
perfecto, los niños nunca serían separados de sus padres. Aunque la adopción es
una hermosa redención, siempre es una respuesta a la tragedia. Como escribió un terapeuta, "la adopción es una crisis vital importante cuyo
impacto, tanto en su momento como con el paso del tiempo, a menudo se ha pasado
por alto... Cuando se ignoran los temas relacionados con la adopción, los
terapeutas colaboran inadvertidamente con el mensaje tácito, poderoso y
destructivo, de que la adopción no significa nada".
La honestidad sobre las
repercusiones de la adopción ha mejorado mucho a lo largo de los años. Sin
embargo, con respecto al matrimonio y las estructuras familiares
alternativas, el mensaje deshonesto continúa: separar a los niños de sus padres no importa.
La Ley de respeto al matrimonio
(RFMA, por sus siglas en inglés: Respect
for Marriage Act) consagrará aún más la afirmación legal de las
estructuras familiares y "matrimoniales" no
tradicionales mediante la legalización federal del matrimonio entre personas
del mismo sexo y otros acuerdos de pareja. La RFMA
ya ha sido aprobada en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, y el
Senado la votará después de las elecciones de mitad de mandato. Si se convierte
en ley, permitirá recoger en la ley federal derechos parentales para las parejas casadas
del mismo sexo. Esta disposición pretende proteger a las parejas homosexuales,
pero al hacerlo consagra
legalmente la negación de que los niños necesiten tener una madre y un padre. Tanto a través de la adopción como de la
reproducción artificial (ART, por sus siglas en inglés: Artificial Reproductive Technology), la paternidad del mismo sexo y otros acuerdos
modernos dividen y a veces incluso erradican los vínculos maternos y/o paternos
que los niños necesitan para desarrollarse. Al privilegiar el "derecho" de los adultos a ser afirmados
en sus deseos, perjudicamos aún más a los
niños.
ESTRUCTURAS
FAMILIARES: CUANTO MÁS SE MULTIPLICAN, MÁS DIVIDEN
Mi propia historia es un
ejemplo de cómo la reproducción asistida y las estructuras familiares no
tradicionales perjudican a los niños. En mi búsqueda de mi
madre biológica, la agencia de adopción fue
mi primera parada. Absorbí cada palabra mientras Billie, la misma trabajadora
social que me había encontrado un hogar dieciocho años antes, leía la
información en mi expediente. Mis padres habían salido juntos en el instituto y
en la universidad, se habló de compromiso y luego llegó la crisis del embarazo
que me llevó al hogar de madres solteras en el que ahora me encontraba. Intenté
moderar el ansia de mi pregunta: "¿Me abrazó?". Billie hizo una pausa, dejó mi expediente y
suspiró: "Todo el mundo me hace esa pregunta".
Dos años más tarde, conseguí
consultar mi partida de nacimiento original. Temblé al abrirla y leer el nombre de mi madre. Había un espacio en blanco donde
debía estar el nombre de mi padre. Pero un espacio en blanco no significaba que
no tuviera un padre: yo existía gracias a su unión.
Mi madre no puso su nombre porque estaba enfadada con él por "eludir su parte de responsabilidad", como
escribió en los formularios de admisión de la maternidad. Sabía que acabaría
encontrándolo. Mis padres biológicos habían tenido una relación; había una vida
compartida y sus familias se conocían. En nuestro primer y único
encuentro, mi madre me dijo quién era mi padre.
Con respecto a las "familias modernas" y el uso de la
reproducción asistida, no puedo imaginar el dolor y la pugna interior añadidos
si hubiera estado buscando el número de un donante -un hombre al que mi madre nunca habría
conocido-, buscando, no las conexiones familiares, sino los registros de la
clínica y el laboratorio, si mi concepción hubiera procedido de un padre que
hubiera vendido un frasco de su esperma.
Un escenario aún más doloroso
para mí habría sido descubrir que mi candente pregunta, "¿Eres mi mamá?", podría haber sido respondida con un
"sí" por más de una mujer. Que mi búsqueda podría haber sido de una madre "genética", de una mujer que donara o
vendiera sus óvulos y, potencialmente, de una madre "gestacional",
si mi madre adoptiva no hubiera sido la receptora de la FIV [Fecundación in vitro] que me llevó en su
seno. En el caso de las mujeres que compran óvulos, "externalizan"
el embarazo y luego crían al niño, este tiene tres
madres. La multiplicación
de los acuerdos familiares modernos y las opciones tecnológicas dan lugar a más
formas de dividir a un niño.
Me estremece saber que, a pesar
de mi propia historia, fácilmente podría haber infligido daños similares a mis
futuros hijos cuando me identificaba activamente
como lesbiana. En aquella época, nunca me preocupó no poder
tener hijos porque sabía que lo único que necesitaba era un donante de esperma.
¿Cómo pude pensar tan alegremente en crear a mis
hijos "sin padre"? Pues pensando únicamente
en mi deseo de tener hijos, y no en sus necesidades o su futuro bienestar.
Mis amigos de entonces tenían una
mentalidad similar. Al hablar de su novia, mi amiga Beth me decía: "Veo
a mis hijos no nacidos en sus ojos". Por mucho que ella deseara
esto, no era cierto. Beth y yo no sabíamos entonces que la tecnología moderna
inventaría un "nuevo modelo de familia" para multiplicar a la madre y así dividir al
niño, acercándonos al mundo que deseábamos en aquel momento.
DIVIDIR
AL NIÑO
Este "nuevo modelo de familia" emplea la técnica de "recepción
de óvulos de la pareja" (ROPA,
por sus siglas en inglés: Reception of Oocytes from
Partner). La técnica ROPA, de la que
España fue pionera, consiste en que los futuros padres sean parejas de
lesbianas: una mujer es la donante
de óvulos y la otra la madre de alquiler gestacional.
Los investigadores de familias lesbianas planificadas describen la ROPA
como el cumplimiento del "deseo de una pareja
de lesbianas de concebir un hijo juntas (aunque siguen necesitando la
contribución de un donante de esperma) mediante un vínculo genético y biológico
combinado". Esta "maternidad compartida por FIV" ha sido descrita como una "opción de tratamiento aceptable, exitosa y segura
para las parejas de lesbianas con medios económicos". Cuando pienso
en los niños cuyo vínculo materno primario está dividido y repartido o en las
historias de niños concebidos por un donante de esperma que
anhelan un padre, me pregunto: aceptable... ¿para quién?
Llamar a la ROPA "opción de tratamiento segura" es
otra mentira destructiva. Estos informes elogiosos no mencionan que este nuevo
modelo de familia supone un mayor riesgo de daños graves -incluso
la muerte en algunos casos- de los miembros de la tríada: la donante de óvulos, la madre de alquiler/la
madre gestante, y el
niño concebido y gestado por ART.
Sean cuales sean nuestras intenciones, no podemos mostrar nuestro amor más
elevado si nos ciega el deseo de cosas que son perjudiciales tanto para
nosotros como para nuestros seres queridos.
El divorcio
generalizado es un mal
social que se achaca a las parejas heterosexuales; generalmente se reconoce el
daño causado a los niños que se reparten entre la casa de mamá y la de papá,
pero ese daño se racionaliza con demasiada frecuencia e incluso se inflige con
displicencia. Sin embargo, ese desplazamiento del hogar que tradicionalmente se
lamenta en el divorcio, ahora se celebra como una nueva forma de
"coparentalidad". Los hijos de estos
arreglos comienzan la vida divididos entre dos casas paternas, y
cuando se produce la ruptura, pueden experimentar incluso más transiciones que
los hogares tradicionales. Un investigador honesto estudió los efectos de la disolución de la pareja en
lo que denomina paternidad "gremial", en
la cual una pareja de lesbianas se asocia con una pareja de hombres gays para
co-crear y co-criar un hijo. En dicho estudio, una madre social que
se separó de su pareja lloraba porque los niños tenían que mudarse entre tres
casas. Entre lágrimas, reconocía haber visto una regresión en los niños y
reconocía el estrés que
esto les causaba, pero no había forma de resolverlo si cada uno de los padres
seguía viéndolos. Considera que si el binomio de padres homosexuales se separa,
los niños tendrían que perder la conexión con el padre
social o dividir su tiempo entre cuatro casas.
Si hubiera seguido los planes de
mi yo más joven, no solo habría privado intencionadamente a mis hijos de su (y
de cualquier) padre, sino que también les habría dado una probabilidad mucho
mayor de inestabilidad en
el hogar. Por aquel entonces, no podía saber que las parejas de lesbianas
formalizadas resultan ser el acuerdo de pareja menos estable, con más del doble de tasa de
disolución que
las uniones masculinas del mismo sexo o que el matrimonio heterosexual. Tampoco
podía saber que tener hijos tiende a
desestabilizar a las parejas del mismo sexo. Como ha descubierto un estudio, las tasas de disolución
entre las parejas sin hijos son más bajas para las parejas
heterosexuales, pero no mucho; sin embargo, para las que tienen hijos,
las tasas de disolución son muy diferentes: un
43% para las parejas del mismo sexo frente a un 8% para las parejas de distinto
sexo.
Sentencias judiciales
como Obergefell y propuestas como la RFMA me habrían cegado ante
estas diferencias. Me habrían enseñado que cualquier acuerdo es un "matrimonio" y que para los niños es
indiferente. Estas leyes también habrían exigido un certificado de nacimiento
para mis hijos que negara su origen real: sin padre, con
dos madres. Y si mi unión
del mismo sexo se disolviera, mi ex pareja, sin relación biológica con mis
hijos, conservaría la plena patria
potestad.
Si los Estados deciden permitir
el matrimonio para las relaciones con múltiples parejas, los niños se verán
legalmente envueltos en estos acuerdos. El matrimonio
poliamoroso no es una
posibilidad remota: en Nueva York, un juez ha
fallado recientemente a favor de este tipo de matrimonios. El juez
argumentó que los arreglos de dos personas no pueden ser privilegiados sobre
otros porque hacerlo sería una discriminación injusta.
Consideremos las ramificaciones de la RFMA: exigiría a todos los estados cumplir
con cada expansión y definición novedosa de "matrimonio".
LOS
PERJUICIOS DE LAS MENTIRAS LEGALES
La ley es maestra y la RFMA es
una mala maestra. La consagración de
mentiras legales sobre la verdad del matrimonio perjudica a toda la sociedad, especialmente a los niños. Desde las facilidad de
disolución de los matrimonios heterosexuales hasta los nuevos acuerdos
familiares, los
niños se ven perjudicados cuando se ignora su derecho a tener un padre y una madre en aras de los deseos
de los adultos. Los niños sufren cuando dejan de ser
considerados el centro de la institución del matrimonio, una institución que
durante milenios sirvió para unir a un padre y una madre y de cuya unión
surgirían naturalmente. Una sociedad sufre cuando ya no distingue en la ley, y
mucho menos vigila y fomenta, el acuerdo que proporciona el entorno más estable
para que sus futuros ciudadanos crezcan y florezcan: la familia
biológica intacta mantenida y
apoyada en la institución del matrimonio tradicional.
El daño siempre se produce cuando
no se honra la verdad fundamental sobre la naturaleza y la
persona humana. Se han dicho
muchas mentiras en nombre de la compasión y para conferir dignidad, pero mentir
sobre la realidad deshonra la dignidad de toda persona portadora de la Imago Dei. Desdibujar la naturaleza del
matrimonio también perjudica a los mismos que se identifican como LGBTQ, que buscan la aprobación social y legal de
sus relaciones. La ley me habría servido mejor diciéndome la verdad, desafiando
en vez de validando mis planes, que eran una violación de
la dignidad y los derechos de mis futuros hijos a
conocer a sus dos padres y su herencia biológica.
Como dijo recientemente la líder
estatal de CanaVox, Martha: "El matrimonio entre un hombre y una mujer son los
muros y pilares maestros de la estructura social. Soportan el peso de la
estabilidad social"; no hay ninguna otra configuración que "haga el trabajo fundamental" que
desempeña el matrimonio tradicional. Es bueno para todos, incluidos los
identificados como LGBTQ, que los muros de carga se
sostengan; cuando la estructura social se debilita, todos
sufrimos. El techo descansa sobre los "homosexuales"
y los "heterosexuales" por
igual.
Los senadores votarán la RFMA en los próximos meses. Este proyecto de ley
pone en sus manos los pilares de la sociedad: el
matrimonio. Muchos senadores, cegados como Sansón pero sin
su intención, no se dan cuenta de que un voto afirmativo asestará al matrimonio
su golpe legal más dañino hasta la fecha. Les imploro que encuentren la
fuerza para empujar, no contra los pilares, sino contra la destructiva marea cultural, y voten "no".
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