UNA VÍCTIMA DEL ESOTERISMO ALERTA DEL SENTIDO DE LA NUEVA ERA Y RELATA SU REGRESO A LA FE
Sombras que la perseguían, gritos de terror en la noche golpes en la
pared sin nadie al otro lado... y el mismo "mal
absoluto": son solo algunos de los episodios que sufrió esta joven tras
adentrarse en una New Age camuflada de cristianismo.
El de María Eugenia es uno más de los cientos de casos en los que una
feliz y prometedora infancia se ve truncada por la ruptura familiar.
En su caso, recuerda que tanto en su niñez como en la adolescencia tuvo "un fuerte deseo" de Dios en
su vida, fruto de la educación recibida por su madre. Pero la separación de sus
padres la desarmó por completo. Tras una fuerte depresión, acudió a la Nueva Era buscando paz y consuelo, sin saber que, en el fondo, estaría "adorando a Satanás".
Si María Eugenia guarda con especial cariño un recuerdo de su infancia
es el de su madre recordándole la importancia de su primera comunión, del
significado de la vela encendida al lado del sagrario o de "recibir a Jesús" siempre que pudiese.
Aquella educación le permitiría enfrentar desde los diez años un
traumático divorcio tratando de agarrarse a la fe y convencida de
querer una vida junto a Dios.
Sin embargo, explica que conforme pasaban los años, la ausencia de un
patrón respecto a la vida de fe o un entorno hostil en el colegio y la
universidad "debilitaron las columnas" de
su vida cristiana, que finalmente rechazó al tener que elegir
entre Dios o su pareja.
A la debilidad le siguió la indiferencia y a esta, el rechazo agravado
por una fuerte depresión y ataques de ansiedad.
"Una vez entré a una Iglesia, escuché al
sacerdote hablar y se repente sentí que no me decía nada. Solo sentí vacío y
aunque quería que Él volviese, le rechacé, culpándole de mi depresión y
de hacerme creer que existía", afirma.
"EL COMIENZO DE LA PERDICIÓN"
Pasarían años y un largo Calvario hasta que fue consciente de que en ese
momento fue "el comienzo de la
perdición".
Y con unos libros de autoayuda y Nueva Era recomendados por su terapeuta
llegó el consuelo. O al menos lo que ella creía que era el consuelo prometido
por la Nueva Era, convencida de que le quitaría el sufrimiento.
Pero los libros dejaron de ser suficiente y llegó
uno de los primeros "talleres" realizados en Madrid sobre la
reconexión, un supuesto método de "sanación interior".
"Al principio nos explicaron que para saber
que se estaba haciendo bien teníamos que ver un `registro´ en la persona, como
los párpados moviéndose", relata.
Fue en ese momento donde comenzó a albergar la sospecha de que aquellos
libros y la práctica de la Nueva Era "terminan
llevando al mal absoluto": de repente unas cinco personas empezaron
a botar muchísimo sobre la camilla de forma involuntaria, realizando
movimientos
imposibles entre extrañas carcajadas e incluso afirmando haber visto a
familiares fallecidos.
Pero si algo logra la Nueva Era de forma apenas perceptible es conseguir
anestesiar la conciencia, de modo que el miedo y la resistencia se reducen.
Por ello María Eugenia no se asustó, al menos al principio. Continuó sus
lecturas, incluso de autores considerados "peligrosos"
como la fundadora de la Escuela de lo Arcano, Ann Bailey.
El Yoga es una de las principales vías de entrada
en la Nueva Era, y si bien es considerada como una práctica inofensiva, puede
suponer la apertura de puertas esotéricas de esta corriente.
SUEÑOS EXTRAÑOS Y GOLPES INEXPLICABLES
"Ya me habían pasado cosas raras y tuve sueños
extraños pero con este libro logré que los chacras se alineasen y
conseguí unirme con el todo", explica. Recuerda la experiencia como algo "maravilloso"
hasta que, pasadas las horas, la paz se tornó en angustia, oyendo inexplicables golpes en su cuarto durante días y noches seguidos.
Lejos de disminuir, los extraños sucesos solo aumentaban con el tiempo. "Había abierto muchas puertas esotéricas, pero lo
más determinante para el peligro que corría era que no solo me creía el contenido
[de los libros y cursos de Nueva Era], sino que lo amaba",
relata.
Especial predilección tenía por Un curso
de milagros, de Helen Schucman, un famoso libro en los entornos de
la Nueva Era pero criticado por su imitación del Nuevo Testamento. Precisamente
por eso despertó la nostalgia de María Eugenia, así como las dudas del camino
que había tomado.
Así fue como comenzaron los "disparadores"
que motivaron su reflexión.
Y el primero fue el santuario de Fátima, al que fue "por curiosidad" junto a su novio, de origen
musulmán pero entonces no practicante.
"Al ver la capilla, sentí que necesitaba rezar. Él no creía en nada pero me invitó a hacerlo y
[después de años], me atreví a ir al reclinatorio y rezar. Solo fueron cinco
minutos, en los que recuerdo haberle dicho a la Virgen lo perdida que
estaba", recuerda.
En pleno combate espiritual, María Eugenia quería
desesperadamente regresar a la fe, pero ya no recordaba nada de Cristo. Tan solo
tenía la imagen desfigurada que le presentaba el manual de Un curso de milagros, mientras su vida "comenzaba a colapsar".
"Yo sabía que sufría por los libros e
intentaba no sufrir, pero lo hacía porque no tenía lo que mi corazón deseaba.
Me puse a llorar desconsolada y rezando dije: `Dios, quiero que existas, pero
yo no puedo crearte´", relata.
Podría implicar una contradicción, pero ella no lo sabía, pues una buena
parte de las prácticas orientales englobadas en la New
Age adoctrinan a sus adeptos con
que la realidad no existe de por sí, sino que es creada por el propio hombre.
Y María Eugenia había reconocido que ella "no
era nadie" para definir a Cristo. "Afirmar que no podía crearle
era reconocer que necesitaba de Él, porque es lo único que da llanura y paz a
nuestro corazón".
En plena confusión, se debatía entre regresar a una iglesia a rezar o
seguir leyendo el Curso de milagros, cargado
de términos "sacados del Nuevo Testamento que
dicen lo contrario pero de una forma preciosa que te invita a creer que es algo
católico".
Gritos desesperados y una presencia "que
me odiaba"
A medida que avanzaba con el Curso, las experiencias se incrementaron.
"Me iba a la cama a dormir y escuchaba voces
que gritaban de forma desesperada, pero adoraba ese libro porque
creía que venía de Jesús y me había confiado a todo lo que decía", relata.
Sin embargo, el libro captó especialmente su atención al leer en una de
sus páginas que decía "Hijo de
Dios, no te agarres a la vieja, rugosa y patética cruz".
Pese a llevar años alejada de la fe, María Eugenía no tuvo más opción
que rechazar aquella afirmación: "En ese
momento vi como si a un lado frente a mí se apareciese algo. Sabía que había
algo oscuro, una especie de sombra que me odiaba y me deseaba el mal".
Voces que gritaban de forma desesperada, lamentos
en la noche, sueños extraños y aterradores, sombras cargadas de odio que le
deseaban el mal... son solo algunos de los episodios que sufrió tras adentrarse
en la Nueva Era y que, según exorcistas, son los primeros indicios de
presencias demoníacas.
Casualmente, horas antes de aquel suceso vio por casualidad un vídeo de
YouTube que explicaba por qué un católico debería alejarse de la Nueva Era.
Después, el algoritmo de la red social hizo el resto mostrando vídeos
similares.
Nueve años después, María Eugenia acababa de comprender que "entrando en la Nueva Era había hecho lo último que
deseaba en la vida, entrar en contacto con Satanás y adorarlo".
Arrepentida, echó su vista atrás y recordó "lo
que tenía que hacer" para enmendar su vida, leer la Biblia
y el catecismo, acudir a la Confesión y los demás sacramentos y formar una conciencia prácticamente
anulada, incapaz de "rechazar el mal o la
miseria del mundo".
El Anticristo, pero con "palabras
bonitas"
Tiempo después, María Eugenia supo lo cerca que estuvo del "mal absoluto" cuando, al leer la Suma Demoniaca del
padre Fortea supo que uno de los niveles de afectación diabólica es
precisamente lo que le ocurrió a ella, escuchar voces, sentir presencias y ver
sombras.
Le costó años regresar a una vida de fe plena, pero al hacerlo fue
consciente de qué es realmente la Nueva Era, que
define como "el Anticristo presentado con palabras bonitas" y que se encuentra presente en multitud de
ámbitos: deporte, alimentación, espiritualidad,
salud, psicología, empresa… incluso en la física cuántica.
¿Qué hacer frente a un avance que parece imparable?
La que
durante años fue una víctima de la New Age explica que como ella, muchos caen
hoy "por un desconocimiento total de nuestra
religión".
"Tenemos que conocer la fe. No se puede
añadir ni quitar nada a la Palabra de Dios, la Verdad completa ya fue revelada
y la custodia la Iglesia. Jesús
es el mismo ayer, hoy y siempre y nunca será cambiado. En lo que a este mudo
respecta, siempre va a haber algún sufrimiento, pero es el camino para llegar
hasta Él, agarrarnos a una cruz que no es ni vieja ni patética, sino
que nos hace como Él", concluye.
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