Hay mucha castidad con las puertas del cuerpo y del alma celosamente cerradas para sí mismos.
Castidades
enfermizas de los «limpios» que ni son «bienaventurados»
ni «verán a Dios»
Sin
embargo, hay Magdalenas bienaventuradas con «pésimos
antecedentes» que vieron a Dios.
No
le viene mal a nuestra seguridad farisaica recordar que «las prostitutas os precederán en el reino de los cielos»
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