IMAGEN PROMOCIONAL DIFUNDIDA SEMANA ANTES DE SU ACTUACIÓN EN UNA INSTITUCIÓN CATÓLICA
–¿Y cómo se les
ocurre, siendo católicos, poner eso en un escenario católico?
–Me extraña que
se extrañe. Peor es el bikini, y al menos en muchas Iglesias locales
descristianizadas lo aceptan sin problema. La causa próxima es evidente: el
silenciamiento de la predicación del pudor y la castidad dura ya más de medio
siglo en gran parte de la Iglesia. Pero el justo vive de la fe, y la
fe es por la predicación (cf. Rm 1,17; 10,17). Pues bien, «de la
abundacia del corazón habla la boca» (Lc 6,45). Por eso lo que no se vive
suficientemente, no se predica. Y lo que no se predica, no se vive… Por el
contrario: «Teniendo el mismo espíritu de fe, según está escrito, “creí y por
eso hablé"; y también nosotros creemos, y por eso hablamos» (2Cor 4,13).
IMPORTANCIA DEL TEMA
La relación del hombre con el
pudor y la castidad, cuando eran objeto de predicación cristiana, solían
tratarse en clave moral, que sin
duda la tienen. Pero antes y más es una cuestión metafísica y teológica. Como
advirtió Ortega y Gasset:
«Las modas en
los asuntos de menor calibre aparente –trajes, usos sociales, etc.– tienen siempre
un sentido mucho más hondo y serio del que ligeramente se les atribuye, y en
consecuencia, tacharlas de superficialidad, como es sólito, equivale a confesar
la propia y nada más» (Para la historia del amor: Rev. Occidente, 1950-52, 439-440).
Puede parecer que impudor y
lujuria sean causas mínimas de la ruina de tantas Iglesias locales de
Occidente, al menos en comparación de otros factores destructivos que muestran
una gran potencia. El Nuevo Orden Mundial, que pretende eliminar hasta las
menores huellas del Cristianismo, ya actúa desde los documentos publicados por la
ONU en los años 60, y con fuerza siempre creciente, a través de grandes
conferencias y asambleas internacionales (Dacca 1964, Río de Janeiro 1992,
Bucarest 1974, Carta de la Tierra 1993, El Cairo 1994, Pekín 1995 y tantas
otras más), que van todas a dar en la anticoncepción y el aborto, el divorcio y
la ideología de género. Han ido constituyéndose unos pretendidos “derechos reproductivos y sexuales”, “derecho a la
igualdad de género” y “derecho a la
diversidad de modelos de familias”, también recogidos en la Agenda 2030, siempre a la contra del Orden natural y
cristiano creado por Dios.
Combatir el impudor y sus anexos para defender en el mundo la Ciudad de Dios
será considerado por algunos como combatir un bombardeo atómico disparando con
tirachinas.
PUDOR Y CASTIDAD
Al comenzar InfoCatólica, uno
de los primeros artículos de mi blog (El pudor–1: 02.07. 2009), trataba
de esta santa y necesaria virtud, hoy tan silenciada. Entonces me hice el
propósito de escribir sobre el tema de vez en cuando –«una voz que clama en el
desierto» (Mc 1,3)–. Y como al fin del artículo presente puede comprobarse, cumplí
mi intento. He recordado en varios artículos la doctrina cristiana sobre la
virtud del pudor y de la castidad.
El último del conjunto es de
2015… Ahora prosigo mi intento, viendo que el impudor reinante en el mundo
ha penetrado también en un grado o en otro en el mismo interior de la Iglesia, incluso en
personas y ambientes verdaderamente católicos: familias y grupos laicales, colegios y universidades,
editoriales y medios de comunicación, etc.
No es infrecuente encontrar en
ellos una tolerancia, aceptación o incluso promoción de formas mundanas de
hablar o vestir, de libros o películas, diversiones o estilos de vida, muy
alejados del pudor y la modestia cristiana. Entre jóvenes y entre mayores.
Suele incluso justificarse esta tolerancia por motivos de «caridad»:
−Son demasiado jóvenes para
entenderlo; −han sido educados en ciertas indecencias desde niños: es lo que
han visto siempre en su familia; −ya les exigimos mucho [¿?] en cosas fundamentales (sacramentos,
estudios, formación) como para presionarles en la modestia; −sin esa tolerancia
no podrían tener amigos; –llegan así mejor a evangelizar a familiares o
ambientes alejados; −demasiado se centró antes la vida cristiana en el sexto
mandamiento (este “argumento” es frecuente)…
Y no pocas de estas actitudes son inculcadas por algunos sacerdotes «especializados en jóvenes»… Un verdadera pena.
Cuando un mal social se multiplica hasta generalizarse –como el
impudor o la anticoncepción– acaba por ser considerado un bien o como una
deficiencia tolerable por cristianos que están
débiles en la fe y la caridad. Y este siniestro proceso, cuando la predicación
contraria a ese mal está casi totalmente silenciada, se da con casi total
seguridad. .
REVELACIÓN DEL PUDOR
Israel fue educado por Dios desde el principio en el pudor y la castidad (Eclo
9,7-8; Job 31,1). Y Jesucristo, con su Iglesia, es en la historia de la
humanidad la más potente fuerza espiritual para difundir en las naciones el
pudor y la castidad. Los Apóstoles,
rodeados por tantas persecuciones del mundo, no dejan sin embargo por eso de
difundir el pudor y la castidad (1Pe 3,3-5; 1Tim 2,9).
Y
lo mismo hacen los Santos Padres, que con frecuencia, siendo tan fuertes y numerosas las herejías en su
tiempo, tampoco dejan por eso de predicar esas virtudes con frecuencia, y de
combatir cuanto a ellas se oponen –luchas en el circo, termas, lujos, abusos,
costumbres, teatros indecentes, etc.–.
Sabemos por datos históricos
fidedignos que una buena parte de las conversiones de paganos a Cristo en esos
siglos se vieron estimulados por la «revelación» del pudor y de
la modestia de las mujeres cristianas.
Comparadas con las mujeres «mundanas», ellas se mostraban humildemente como
«mujeres celestiales» (cf. 1Cor 15,45-46). Su vista no era
tentación, sino llamada a la vida santa en Cristo.
El Catecismo de la
Iglesia Católica nos enseña que «La pureza exige el pudor, que es parte integrante de la
templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el
rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad,
cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la
dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas» (2521). Por
eso mismo, «inspira la elección de la vestimenta» (2522).
«Este pudor rechaza los exhibicionismos del cuerpo
humano… Inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones
de la moda» (2523). «Las formas que reviste
el pudor varían de una cultura a otra. Sin embargo, en todas partes constituye
la intuición de una dignidad espiritual propia del hombre. Nace con el
despertar de la conciencia personal. Educar en el pudor a niños y adolescentes
es despertar en ellos el respeto de la persona humana» (2524). Y la
obediencia a Dios, que «los vistió» en su origen.
REFORMA O APOSTASÍA
En contraste con una tradición
de la Iglesia tan continua y arraigada, la actual eliminación frecuente
del Evangelio del pudor y de la castidad –en
predicación y catequesis, en modas, costumbres y espectáculos–, ha hecho de las
antiguas naciones cristianas vanguardias mundiales del
impudor y la lujuria, de la pornografía y prostitución (corruptio optimi pessima).
Son innumerables los cristianos que merecen hoy el diagnóstico de San Pablo
sobre los cristianos de Corinto: «es ya público que
reina entre vosotros la fornicación, y tal fornicación que no se da ni entre
los gentiles» (1Cor 5,1).
Nota
importante. Con el auxilio
de la gracia, pudor y castidad crecen por actos intensos, como todas las
virtudes. Esto nos enseña que la situación actual del mundo hace de él un
gran gimnasio espiritual para crecer en ésas y en todas las
virtudes.
EL GRAN SILENCIO
ACTUAL
«El justo vive
de la fe», que se enciende «por la predicación» apostólica, y ésta halla en «la palabra de
Cristo» su luz y su fuerza (Rm 1,17; 10,17). Por eso el gran
silencio sobre la virtud del pudor y la castidad, que dura ya más de
50 años, es la causa principal del crecimiento presente entre los cristianos
del impudor y
la lujuria, que hallan un eficacísimo aliado en el consumo muy
frecuente –es a veces una adicción– de galerías gráficas, música y videos,
películas, lecturas, teatro, contrarias al pudor y promotoras de la lujuria en
todas sus formas.
En consecuencia, la lujuria ha invadido el mundo, ha creado un ambiente
perverso tan generalizado en las costumbres, que los cristianos hoy, al menos
los más débiles en la fe y los sacramentos, pierden o se debilitan en la
castidad, sin mayores problemas de conciencia. Es significativo que los pecados
de esa clase no suelen ser acusados en el sacramento de la penitencia por los
pocos que lo practican. Se ignora que la pérdida de la castidad en personas y
sociedades es una de las realidades malignas que más justifican el diagnóstico
gravísimo del apóstol San Juan: «el mundo entero
yace bajo el poder del Maligno» (1Jn 5,19).
Es el caso, por ejemplo, de
los cristianos que no se hacen ningún problema de conciencia ante un congreso,
viaje o comida “de trabajo” que incluye con
inexcusable asistencia alguna diversión nada modesta: aumentan
así la posibilidad de adquirir amistades, de ascender en el trabajo… y de pasar
unos ratos divertidos. O el caso de los padres de familia que envían a
sus hijos a estudiar en ciertas universidades «corintias» donde «es ya público que reina la fornicación» (1Cor
5,1): supone un riesgo, sin duda, pero aprender cierto idioma es fundamental
para que triunfen en el mundo. O quienes celebran la primera comunión de sus
hijos regalándoles un móvil conectado sin límites a la web: con ello, aunque no lo pretendan, hacen probable que su
prole, siendo todavía niños, conozcan y se aficionen a juegos y películas
violentos, eróticos y hasta pornográficos, que posiblemente lleguen a ver como
algo natural.
SUELE DISTINGUIRSE
ENTRE LA SENSUALIDAD Y EL EROTISMO ARTÍSTICO (MÚSICA, IMÁGENES, PELÍCULAS,
PUBLICIDAD) Y LA PORNOGRAFÍA
También se habla a veces de
pornografía suave y dura. Hay cristianos que se privan de la pornografía dura (hard porn), pero que estiman que la suave (soft porn) es relativamente tolerable. Sin
embargo, la pornografía suave sigue siendo pornográfica… Vivir
rodeados de pornografía suave es sin duda vivir en ocasiones próximas de
pecado, y favorecer la tentación de la lujuria. Para un cristiano es un deber
procurar un ambiente de vida que favorezca la vida de la gracia, la virtud, y
no el pecado y el vicio.
«El que es fiel
en lo poco, también en lo mucho es fiel. Y el que es injusto en lo poco,
también en lo mucho es injusto» (Lc 16,10).
HAY EN INTERNET PÁGINAS-WEB
CATÓLICAS, FIRMES EN LA FE Y VALIENTES, QUE ADMITEN SIN EMBARGO PUBLICIDADES
INDECENTES
Ésta es una realidad muy
lamentable. Hay páginas-web católicas admirables,
centradas en noticias y asuntos religiosos, espirituales, socio-políticos,
históricos, que sorprendentemente aceptan difundir un cierto número de publicidades indecentes. A veces, la primera
presentación es inocente; pero si entramos en ella, clic, nos lleva
derechamente a esas imágenes malas. Otras veces la indecencia entra
directamente sin llamarla. ¿Cómo se entiende esta
contrariedad tan lamentable?
Un entendido del mundo digital
me explicó que hay sitios-web buenos, pero económicamente débiles. Por eso, para financiarse y promocionarse en las grandes plataformas de internet
(como Google), contratan ciertos banners publicitarios
con ésas u otras grandes compañías (como Amazon o Alibaba).
La explicación parece ser
clara y realista. Pero la moralidad de tal operación resulta oscura e
inadmisible. Bien está que una web católica pretenda situarse y tener una
amplia y segura difusión. Pero esto no justifica la aceptación de publicidades
indecentes. «El fin no justifica los medios». «No hagamos el mal para obtener un bien» (cf.
Rom 3,8).
Un caso semejante se indica en
la imagen que, por excepción, puse en la cabecera. Valga su presencia para mostrar
la gravedad de un mal que toda manifestación católica debe evitar.
Lo
hasta aquí expuesto es el mensaje propio del presente post, que aquí podría terminar. Pero
le añado, por si ayuda a algunos, una síntesis de la doctrina de la fe sobre la
virtud de la castidad y del pudor. Mayores desarrollos pueden verse entrando en
los enlaces que indico al final.
DOCTRINA FUNDAMENTAL
SOBRE PUDOR Y CASTIDAD
La
castidad es una virtud, incluida en la
de la templanza, que, bajo la moción de la caridad, orienta y modera santamente
el impulso genésico humano, tanto en sus aspectos físicos como afectivos.
Implica en la persona fidelidad a la gracia, libertad, dominio y respeto de sí
misma, así como caridad y respeto hacia los otros. Infunde lógicamente una
repugnancia hacia el impudor y la lujuria que le son contrarios.
El
pudor es un aspecto de la castidad.
Mientras la castidad modera el mismo impulso genésico, el pudor ordena más bien
las miradas, los gestos, los vestidos, las conversaciones, los espectáculos y
medios de comunicación, es decir, todo un conjunto de circunstancias que se
relacionan más o menos con aquel impulso sexual.
Por eso dice Santo Tomás que «el pudor se ordena a la castidad, pero no como
una virtud distinta de ella, sino
como una circunstancia especial. De hecho, en el lenguaje ordinario, se toma
indistintamente una por otra» (STh II-II, 151,4). Y Pío XII enseña que
el sentido del pudor consiste «en la innata y más o
menos consciente tendencia de cada uno a defender de la indiscriminada
concupiscencia de los demás un bien físico propio, a fin de reservarlo, con
prudente selección de circunstancias, a los sabios fines del Creador, por Él
mismo puestos bajo el escudo de la castidad y de la modestia» (Discurso
8-XI-1957).
SON LEYES DE DIOS
Pudor
y castidad son una virtud inculcada por el mismo Dios en el hombre caído por el
pecado. No son meras normas sociales
de orden cultural. Y ni se aplicaron al hombre en un principio, en el Edén, ni
tendrán vigencia en la resurrección. Pero sí la tienen después de haber caído
Adán y Eva en el pecado. Fue entonces cuando conocieron que estaban «desnudos», y se improvisaron con vegetales unos
vestidos (Gen 3,7). «Y Yave Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles,
y los vistió», estableciendo así
el pudor como norma para hombres y mujeres (3,10-11; 3,21).
Jesús enseñó en la plenitud de
la revelación: «Todo el que mira a una mujer
deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón» (Mt 5,28).
El impudor suscita el pecado. La extraña doctrina del pudor, apenas conocida y
apreciada en el mundo pagano, llega al conocimiento de los pueblos por la
Revelación bíblica, en relación con el pecado original. Y la Iglesia difunde en
todas las naciones las normas propias de esta virtud. Las Iglesias locales que
silencian sistemáticamente la predicación del pudor y la castidad, ocultan un
importante mandato de Dios, y caminan hacia la apostasía.
ESCÁNDALO
La mayoría de los cristianos,
al menos de los practicantes, tienen, probablemente, una cierta idea de la castidad. Pero quizá muchos de ellos apenas han recibido
nunca el Evangelio del pudor. Viven en Babilonia, o si se prefiere, en
Corinto, y no se dan cuenta a veces de las enormes dosis de impudor que han ido
asumiendo sin mayores problemas de conciencia. Y esto, lo reconozcan o no, lo
crean o no, lo quieran o no, trae para ellos y para otros pésimas
consecuencias.
La Biblia, en efecto, presenta
la vergüenza de la propia desnudez como un sentimiento originario de Adán y Eva
después del pecado original, es decir, como una actitud espiritual cuya bondad
viene confirmada por Dios, que «los vistió» (Gén
3,7.21). Ésta ha sido la fe constante de Israel y de la Iglesia de Cristo.
Ciertas modas y modos impúdicos, generalizados en el mundo, son inaceptables
para los cristianos, que solamente los aceptan cuando se avergüenzan de su fe y
caen en una apostasía explícita o implícita. Contrarían la voluntad de Dios, y
no traen con su rebelión contra «el que los vistió» ningún progreso. Siempre la
Iglesia ha combatido las costumbres contrarias al pudor, sea en la familia, la
conducta, el vestir, el lenguaje, el teatro, los baños o donde fuere.
OCASIÓN PRÓXIMA DE
PECADO
Es prácticamente imposible que
alguien asuma, en sí mismo o en la contemplación de los otros, un alto grado de
impudor 1) sin pecado de impureza, o al menos sin peligro próximo, propio o ajeno, de
incurrir en él, según aquello de Cristo: «todo el que mira a una mujer
deseándola, ya adulteró con ella en su corazón» (Mt 5,28), y 2) sin pecado de vanidad positiva, orgullo de la belleza propia, o negativa, pena por la propia fealdad, lo que
viene a ser lo mismo.
Por otra parte, aunque una persona impúdica se viera exenta de las tentaciones aludidas –cosa difícil de creer, al menos si su
constitución psico-somática es normal–, causará un daño al bien común espiritual, apoyando con su
conducta una costumbre mala, que para la mayoría de los prójimos es ciertamente
una ocasión próxima de pecado. El impudor, la lujuria y la pornografía, dando culto al cuerpo propio y
ajeno, lo devalúan, lo desacralizan, lo profanan. ensuciando la bondad y
belleza de la criatura suscitada por el amor de Dios.
* * *
Enlaces
> Artículos míos en este blog.
(10) El pudor –I (2-7-2009)
(11) El pudor –II (5-7-2009)
(12) El pudor –y III (8-7-2009)
(180-2) Elogio del pudor- (30-05-2012).
(180-3) Elogio del pudor.
Comentarios (6-06-2012).
(334) «Todo el que mira a una
mujer deseándola, ya ha cometido adulterio» (16-08-2015).
> En Fundación GRATIS DATE,
Pudor y castidad (Pamplona 2015, 108
pgs., papel o formatos digitales)
José María Iraburu, sacerdote
Post
post.–
Si Dios me da vida, no será para mí una sorpresa que otra vez, antes o después,
me conceda predicar en elogio del pudor y de la castidad. Hacerlo para vencer
al silencio sistemático sobre esta virtud no es una obstinación personal, sino
una obligación apostólica: «Ay de mí, si no evangelizara» (1Cor 9,16).
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