–Hablar de los ángeles… Eso me suena a desentenderse de la realidad y hablar de las estrellas.
–Está usted
equivocado, como de costumbre. Tanto el hablar de las estrellas como de los
ángeles es interesarse por magníficas realidades.
La
fe en los ángeles está hoy muy debilitada.
«El
justo vive de la fe» (Rm 1,17, +Hab 3,4; Gal 3,11), y «la fe
viene por la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo» (Rm
10,17). Un silencio duradero en la predicación de algo equivale a su
negación. Si nunca se predica de los ángeles –como no sea por obligación, en
los días en que la Iglesia los honra en su liturgia–, acaban por desaparecer de
la conciencia cristiana de los fieles. Como son criaturas espirituales, no
corporales, invisibles, eso hace que para los hombres sin fe o para algunos
cristianos carnales sean con frecuencia considerados inexistentes, o con no
más existencia que un ectoplasma. Pero incluso para no pocos cristianos de hoy
fieles practicantes quedan olvidados o incluso –pobres progres– son negados.
–¿EXISTEN LOS ÁNGELES?
Esta pregunta sólo llegó a
formularse en la segunda mitad del siglo XX por algunos oscuros autores, que
pronto fueron reprobados por otros más firmes en la fe (cfr.
C. Duquoc, Satan-Symbol oder Person?). Es muy notable, sin
embargo, que Iglesias locales, como pudo comprobarse en el Catecismo holandés(1966),
pusieran en duda la realidad del mundo angélico celestial o infernal,
afirmada universalmente en todos los siglos precedentes de la Iglesia. Es a
veces increíble el atrevimiento herético de algunos exegetas y teólogos.
El citado Catecismo se
preguntaba acerca de ángeles y demonios: «Respecto
de los primeros… ¿es un poder meramente humano?»… ¿Existen «otras criaturas
fuera de nuestro tiempo y espacio?»… Sobre los exorcismos: «Esta expulsión del
espíritu inmundo… Sin embargo, con estas palabras, se designa todo género de
mal».
La
reacción de la Santa Sede fue rápida y enérgica.
El papa Pablo VI, en la
Basílica de San Pedro, proclamó una solemne Profesión de Fe, que vino a ser llamada
el Credo del pueblo de Dios (30-06-1968), y en el nº 8 reafirmó la existencia
real de los ángeles.
«Creemos en un
solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles, como
es este mundo en que pasamos nuestra breve vida, y de las cosas invisibles,
como son los espíritus puros, que llamamos también ángeles (1) y
también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal (2). —(1) Vat. I, Dei
Filius: Denz 3002. (2) Laterano V: ib. 1440-1441; Pío XII, Humani
Generis, 1950.
Y una Comisión de
Cardenales, formada por el papa Pablo VI, hizo pública una amplia Declaración (15-X-1968 ) en la que se
indicaron los textos dudosos o falsos del Catecismo
holandés, así como los textos concretos que debieran subsituir a las
citas reprobadas.
* * *
–EXISTEN LOS ÁNGELES
La doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica (ed. 1997)
nos va a adelantar una síntesis de verdades de la fe sobre los ángeles, que
iremos analizando y ampliando en artículos posteriores.
La
existencia de los ángeles es una verdad de fe.
328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada
Escritura llama habitualmente ángeles, es
una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la
unanimidad de la Tradición.
QUIÉNES SON LOS ÁNGELES
329 San Agustín dice respecto a ellos: …«El nombre de
ángel indica su oficio, no su
naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si
preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel» (Enarratio Sal
103,1.15). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan «constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos» (Mt
18,10), son «agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra» (Sal 103,20).
330 En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen
inteligencia y voluntad: son criaturas personales
(Pío XII: Denz 3891) e inmortales
(Lc 20,36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El
resplandor de su gloria da testimonio de ello (Dan 10,9 12).
CRISTO CON TODOS SUS ÁNGELES
331
Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado
de todos sus ángeles…» (Mt 25,31). Le pertenecen porque fueron creados por y para él: «Porque en él fueron creadas todas las
cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los
Principados, las Potestades: todo fue creado por él
y para él» (Col 1,16). Le pertenecen más aún porque los ha hecho
mensajeros de su designio de salvación: «¿Es que no
son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de
heredar la salvación?» (Hb 1,14). (Sigue el Catecismo exponiendo
la fe católica sobre los ángeles: 332-336).
* * *
–BIBLIA: ANTIGUA ALIANZA
La existencia de los ángeles y
su naturaleza propia son reveladas en el A.T. en modos incipientes,
condicionados a veces por el lenguaje contemporáneo de las religiones
orientales. Los ángeles forman todo un ejército celestial que honra la gloria
de Dios (1Re 6,23-29; Sal 148,2), que habita en una luz inaccesible (1Tim
6,16). Ellos lo sirven en todo y colaboran en el gobierno del mundo visible,
cumpliendo diversas misiones de ayuda (Es 23,20) o de castigo (Sal 78,49).
Hay textos bíblicos en los que
no es fácil discernir si «el ángel» en un
ser espiritual creado por Dios, que cumple una acción divina, impidiendo, por
ejemplo, el sacrificio de Isaac (Gen 22) o si el ángel de Yahvé es el mismo
Dios en acción concreta, como lo es en la zarza ardiente (Ex 3,1-6) o en su
aparición a Abraham y Sara en el encinar de Mambré (Gen 18).
Los ángeles cantan la gloria
de Dios (Is 6,3), acompañan y guardan a los hombres, como se muestra claramente
en el libro de Tobías; iluminan le mente de los profetas (Ez 40), guían la historia
de las naciones (Dan 10,13-219), presentan ante Dios las oraciones de los
fieles (Tob 12,12), y tienen al arcángel Miguel como su máximo jefe.
Sin embargo, en las sagradas
Escrituras antiguas da el Señor una «revelación-velada» del
mundo angélico. Y una prueba indudable de que la revelación de los
ángeles a Israel no fue todavía clara y precisa podemos verla en el caso de los saduceos. En tiempos de Jesús, a diferencia de
los fariseos, los saduceos negaban la resurrección [de los muertos] y la
existencia de los ángeles y
espíritus» (Hch 23,8). A pesar de esta negación tajante de los ángeles, no eran
tenidos por herejes. Lejos de ello, los saduceos eran de familias sacerdotales,
influyentes en la vida social de Israel, formaban gran parte del Sanedrín y de
ellos solía ser el Sumo Sacerdote. Es obvio, pues, que si los saduceos
eran tenidos por judíos ortodoxos, a pesar de negar la resurrección y los
ángeles, eso significa que durante la Antigua Alianza esas dos realidades no se
habían revelado todavía en modo claro y cierto.
Es
en Cristo, en el Evangelio, donde se produce la plena revelación del mundo
angélico.
José María Iraburu, sacerdote
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