¿Quién es un teólogo?, ¿qué hace?, ¿cómo se ve?, son preguntas que podríamos hacernos – aún sin formularlas – cuando escuchamos «Teología». O bien pensamos en algún anciano de barba larga o, si somos un poco más realistas, nos hacemos la imagen mental de un sacerdote o consagrado estudioso.
Pero es que un teólogo se ve
como una persona normal. Porque… es una persona normal. Como tú, como yo. Es
más, te apuesto que te has topado con muchos caminando por la calle. Pero, ¿quieres saber qué los identifica? ¡Te comparto 5 pistas
clave!
1. EL TEÓLOGO ESCRIBE UNA HISTORIA DE AMOR
El teólogo tiene un corazón
inquieto. Es una persona que busca un amor
grande, una aventura enorme. Aspira a una relación profunda con otra
Persona, pues sabe que no se puede conformar con menos. Para eso, está
dispuesto a buscar escribir una novela de amor y aventuras con el protagonista
del Universo.
«¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo
afuera (…). Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera; brillaste y
resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y
ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y
deseo con ansia la paz que procede de ti» (san Agustín)
Él es el amor que vale la
pena, el que vale la vida. Y el teólogo está
dispuesto a todo lo que le permita tocar el Cielo, ya en la tierra. Aunque sea una pizca de ese sabor a
eternidad.
2. ¡NO TIENE MIEDO A SUS DUDAS!
Es que un teólogo es una
persona con preguntas. Para conocer respuestas, hay que buscarlas. Por ende,
eso implica cuestionarse. Así entendemos que un teólogo es alguien que ha tenido dudas, ha tenido fe; ha tenido luchas, ha tenido consuelo.
¿No te ha pasado
que también tienes preguntas y no sabes cómo formularlas? El teólogo ha transformado las
dudas en preguntas, pero no se ha quedado ahí. Ha descubierto cómo Dios quiere
responder, como no deja ninguna sin atender.
Su sed por conocer mejor a
Dios le ha llevado desenterrar las verdades que a veces quedan tapadas por el
pecado, los defectos o, al menos, las distracciones.
Recordemos el significado de
la palabra «Teología»: Theos (Dios) y logos (estudio, palabra). Recordemos también que
Cristo es la Palabra. Hoy podemos estudiar las Sagradas Escrituras, podemos
estudiar Teología… porque Él se ha revelado.
No hay prueba más grande que
la Encarnación de Dios para comprender cuánto Él quiere darse a conocer. Cuán
lejos está dispuesto a ir para responder las interrogantes de los hombres.
3. ¿CHARLAS CON AMIGOS? UN TEÓLOGO SE APUNTA
PRIMERO
Un teólogo disfruta de largas
conversaciones. Después de todo, ¿qué es la oración
sino una charla entre amigos? Tal vez te preguntaras que tiene esto que
ver: mira, cuanto más conocemos a un amigo, las conversaciones profundas se
hacen más íntimas y las más ligeras llenan de alegría.
Cuanto
más conocemos a Dios, en la oración vivimos lo mismo. Al conocerle mejor,
rezamos mejor. Le entendemos, entendemos cómo
Él habla, cómo nos habla. Entendemos… cómo Él también nos entiende.
4. MUCHOS, MUCHOS DESEOS DE PEGAR EL AMOR A CRISTO…
Este amor, esta verdad, todo
lo bueno que de esta relación se desprende no queda entre dos personas. El teólogo quiere dar a conocer a otros este tesoro que ha hallado.
El teólogo nos dice: «alégrense conmigo».
Comparte lo aprendido con
otros, dando una Buena Nueva: «Él está ahí, Él
existe, Él te busca, Él quiere hacer de tu vida un poema de santidad. Él te
quiere regalar el Cielo, pero te acompaña desde aquí».
5. POR ÚLTIMO, UN TEÓLOGO NO SOLO AMA: VIVE LO QUE
AMA
Es muy lindo hablar de
historias de enamorados. Anhelamos el romance, porque fuimos creados para una
felicidad y un amor que no acaban. Pero «obras son
amores» como diría santa Teresa y tantos otros santos.
Sí, el teólogo es una
persona que está enamorada. Pero vive ese amor en el día a día. Entiende el valor incalculable de los sacramentos
y acude a ellos. Conoce lo que es el bien y procura hacerlo. Respeta los
mandamientos como respeta al Amado. No lo ve como una carga, como un compromiso
seco: es el detalle cotidiano que enciende más y
más una relación presta para durar. Para siempre.
¿Ves que un
teólogo no es alguien tan distinto de ti? O tal vez sí sientes que tienes el amor, pero te falta conocer mejor a
Dios o entender cómo Él habla. Por eso, hemos lanzado nuestro nuevo curso: «Teología para peatones». Para que tú también seas un
teólogo de los que andan por la calle entre sus iguales, viviendo una historia
única y contagiando esa pasión por la fe a muchos otros. ¡Te invito a echarle una mirada!
Escrito por: María Belén Andrada
No hay comentarios:
Publicar un comentario