¿Salvar la Tierra? En realidad ya la estamos salvando, si bien aún nos queda mucho camino por recorrer.
Por: Marco Antonio Batta, L.C. | Fuente:
www.buenas-noticias.org
El sábado 7 de julio de 2007, tuvo9 lugar el concierto mundial, Live Earth. Estuvieron enlazadas ciudades como
Nueva York, São Paolo, Londres y Tokio. La finalidad del concierto era llamar
la atención sobre la necesidad de cuidar nuestro planeta.
Es una idea generalmente aceptada que la tierra, por culpa de nosotros los
hombres, se encamina hacia su ruina total. Los promotores, sin embargo, se
olvidan de otros datos alentadores que deben hacernos reflexionar.
Por ejemplo, a mediados del siglo XX, había tanto smog en la ciudad de Londres que era difícil
distinguir a las personas a distancia. Tan densa era la contaminación que
algunos malhechores realizaban sus delitos amparándose en la poca visibilidad
de la ciudad, casi como si cometieran un delito nocturno.
Esta contaminación ambiental, sin embargo, ya pertenece al pasado. La City lleva
décadas con un aire limpio. No es aire de montaña ciertamente, pero sí lo
suficientemente limpio como para reconocer a nuestros amigos (y enemigos).
¿A qué se debió este cambio? Simplemente a que
las autoridades fijaron una normativa para limitar el deterioro del aire. El
hombre, con la ayuda de su inteligencia, encontró el camino para limpiar el
ambiente.
Lo mismo sucede con los salmones del río que atraviesa la ciudad, el Támesis: a
causa de la contaminación, su población había descendido dramáticamente. En
nuestros días, también gracias a una normativa precisa –y respetada por todos,
dicho sea de paso–, poco a poco se han ido recuperando.
En Italia la contaminación ambiental en general ha disminuido. Los compuestos
de azufre que antes flotaban en el aire, hoy son prácticamente inexistentes. Lo
que sucede en el aire, se da también en las aguas: ríos, mares y lagos de
diversas zonas son ahora también más cristalinos.
Otra noticia significativa: actualmente en nuestro planeta hay 800 millones de
personas mal alimentadas, una cantidad enorme y que a todos debe comprometernos
en la medida de nuestras posibilidades; pero proporcionalmente es una cantidad
inferior a la de cualquier otra época precedente. Dicho de otro modo: la población de la Tierra ahora está mejor alimentada que
en el pasado.
¿Salvar la Tierra? En realidad ya la estamos
salvando, si bien aún nos queda mucho camino por recorrer. Ciertamente, los
ejemplos aquí citados son sólo de dos países. Además, son países del así
llamado “primer mundo”. La situación en
países menos avanzados es diversa. Pero el hecho queda ahí: cuando el hombre se
empeña, puede respetar y hasta mejorar el ambiente. Su
sola existencia no es fuente de contaminación.
El problema ecológico no es un problema ficticio, es un problema real. Pero la
solución no está en ver al hombre como un depredador universal. La solución
tampoco está en una “ingeniería social” para
limitar los nacimientos. Esas son prácticas que, en su espíritu, nos recuerdan
nombres como Lenin, Stalin o Mao Tse Tung.
La solución está en que los hombres usemos correctamente nuestra razón y
nuestra voluntad, convirtiéndonos en buenos administradores de la creación. A
final de cuentas, ésa fue la tarea que Dios nos confió. A nuestro planeta no le
sobran hombres, lo que le faltan son buenos
administradores.
Con información del semanario «I Tempi»
(23 nov 06)
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