El Papa Francisco aseguró este jueves 22 de septiembre que “la presencia de una comunidad de hermanas o hermanos es como un faro luminoso en el entorno”.
Lo hizo durante una audiencia en el Vaticano con los Canónigos Regulares
Premonstratenses, con motivo del IX Centenario de la fundación de la Abadía de
Prémontré, a quienes dio las claves para una buena gestión de su orden
religiosa.
Ante los presentes, el Papa Francisco explicó que “la
presencia de una comunidad de hermanas o hermanos es como un faro luminoso en
el entorno”.
“Sin embargo,-continuó el Papa Francisco-, también
se sabe que las comunidades religiosas no siempre responden plenamente a la
vida a la que están llamadas”.
Para el Santo Padre, “la experiencia
cristiana concreta está hecha de buenas intenciones y errores,
consiste en volver a empezar una y otra vez”.
En este sentido, defendió que “sin
conversión no hay comunión. Y este mismo arranque y conversión a la fraternidad
es un claro testimonio del Evangelio, más que muchos sermones”.
A continuación, el Papa Francisco aseguró que “la
oración de la Iglesia no conoce fronteras. La fidelidad a la oración común, que
es la oración de Cristo, tiene un gran valor apostólico en sí misma”.
Esta oración, explicó el Papa, “ayuda a
abrir los corazones y las mentes a todos; y esta apertura se expresa en el
carácter público y accesible de las celebraciones en sus iglesias”.
“La cultura de la convivencia fraterna, de la
oración comunitaria, que da cabida también a la oración personal,
es el fundamento de la verdadera ‘hospitalidad misionera’, que
pretende que los ‘extraños’ se conviertan en hermanos”, aseguró.
El Papa Francisco recordó que muchos miembros de esta Orden, siguiendo
el espíritu misionero de su fundador San Norberto, han sido también misioneros:
“La historia de la misión es una historia de
valentía y abnegación, por amor”, añadió el Papa.
“No lo olvidemos: ser una orden significa aprender
unos de otros; significa que las comunidades federadas, en su autonomía, deben
cultivar un interés fraternal por todas las demás comunidades”, dijo el Santo Padre.
Además, explicó que también “es una forma de
vivir la catolicidad de la Iglesia. Cada comunidad mantiene su propia
identidad, a menudo determinada por sus orígenes y su historia, y por tanto
ninguna comunidad puede pretender imponer su identidad a las demás”.
Siguiendo esta línea, el Papa defendió que “la
actividad económica de una comunidad religiosa está destinada al sustento de
sus miembros, su formación y su apostolado”.
“La actividad económica está al servicio de la
misión y de la realización del carisma: nunca es un fin en sí misma, sino que
está orientada a un objetivo espiritual. Nunca puede contradecir el propósito
al que sirve”, señaló.
El Papa animó a los presentes a hacerse varias preguntas a la hora de
elegir cómo ganar dinero dentro de la Orden: “¿cuál
es el impacto en la gente de la zona? ¿Cuáles serán las consecuencias para los
pobres, para nuestros huéspedes, para los visitantes? ¿Son nuestras elecciones
una expresión de la sencillez evangélica? ¿Favorecen la acogida y la vida
fraterna?”.
Más tarde, citó la sostenibilidad como “un
criterio clave, al igual que la justicia social” y dijo que “las
opciones económicas y sociales no están separadas de la misión”.
“Los contactos con organismos públicos y diversas
sociedades, así como las inversiones de una comunidad, también pueden
contribuir a desarrollar buenas iniciativas”, subrayó.
“Que los contactos recíprocos dentro de la orden
mantengan la mirada abierta, susciten la solidaridad entre las
comunidades y la atención al contexto en el que cada una de ellas vive y da
testimonio del Evangelio”, pidió más tarde el
Pontífice.
“Que el Espíritu Santo os ilumine en vuestro camino
y en vuestro servicio a la Iglesia. De corazón os bendigo a todos vosotros y a
vuestras comunidades”, concluyó el Papa Francisco.
POR ALMUDENA
MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa
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