A Dios le gusta el descanso... Por eso descansa en ti...
Por: Felipe Santos | Fuente: Libro: Juventud del
Tercer milenio
En esta sociedad ajetreada en la que impera el superempleo y las ganas
ciegas de tener cuanto más dinero mejor, estas palabras te chocan un poco o
mucho.
A Dios le encanta el descanso porque sabe que el hombre se rehace con él.
Ciertamente que le incumbe el trabajo como un deber, una tarea y un esfuerzo
para ganarse el pan con el sudor de su frente.
Para ello, el hombre debe vencer muchos obstáculos cada día y, máxime, en los
momentos de prueba.
Bendigo el trabajo, dice Dios, pero no me gusta ver a mis hijos nerviosos,
tensos, estresados y de mal humor por un exceso de horas trabajando con el
único fin de poseer más a costa de vivir.
Noto que en esta sociedad adelantada, la misma juventud trabaja, se divierte en
exceso sin gustar para nada el descanso que merece el cuerpo y la dedicación de
su alma a otras cosas, entre las cuales, la principal es el cultivo de su fe.
Hay gente que con tanto trabajo se olvida de reír, de amar, de cantar.
Me da pena contemplar escenas en las cuales los hombres se entienden a base de
gritos.
Detente un poco. Fíjate bien: Tómate el tiempo de
perder el tiempo. ¿Te suena a raro? Pues es fundamental para que camines
como un verdadero ser humano.
Tómate el tiempo necesario para rezar. Sí, amigo, no eres un coche o una
máquina.
Cambia de ritmo, recarga las pilas de tu corazón para que lo sientas que vive
en ti y en él habita Dios.
A Dios le gusta el descanso.
Y en el umbral del verano, escucha bien: Conquista
cada día la paz de ti mismo. No te quejes de que no exista en el mundo.
Dios está en ti, descansa en ti.
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