Una serie de consejos para su buen uso, desde el punto de vista de la educación.
Por: Marianela Jáudenes Ruiz de Atauri - GEA Madrid
| Fuente: http://www.agea.org.es
Podemos afirmar que el teléfono móvil es uno de esos avances
tecnológicos que ha cambiado, en el mundo civilizado, nuestra forma de concebir
la comunicación y en muchos casos hasta nuestros propios hábitos de vida. En
España, el número de teléfonos móviles pasó, en diez años, de 7 a 34 millones,
siendo hoy en día el número de usuarios superior a 39 millones.
La comunicación es ahora un concepto más personalizado e individualizado, ya
que ahora con el móvil contactamos no con un lugar físico, sino con una
persona, independientemente de dónde ésta se encuentre.
Uno de los sectores de la sociedad donde más está influyendo y donde se han
introducido unos nuevos hábitos comunicativos es la juventud. De hecho, es en
este entorno virtual o “ciberespacio”, donde
los jóvenes parecen sentirse más a gusto.
Es digno de tener en cuenta que, en España, más del 80% de los jóvenes a partir
de 15 años posee un teléfono móvil y que, año tras año, no solo va aumentando
este porcentaje, sino que va disminuyendo la edad en la que ya lo poseen.
Por todo ello es necesario tener presentes una serie de consejos para su buen
uso, siempre desde el punto de vista de la educación.
NORMAS DE UTILIZACIÓN
El uso del móvil por parte de los más jóvenes debe estar condicionado a una
serie de normas que deben estar claramente especificadas, comunicadas y
aceptadas. Aunque variarán según cada caso (edad, circunstancias, formas de
ser, etc.), a continuación relatamos una lista de sugerencias:
· Se usará sólo cuando sea necesario. Entendiendo que el concepto de necesario
es difícil de concretar, (y sobretodo diferente para padres e hijos) se
pactarán determinadas situaciones de uso.
· Se intentará usarlo de forma que no nos aísle de las personas que nos rodean,
observando una serie de normas de educación y cortesía, que se irán detallando
más abajo.
· El teléfono móvil debe ser apagado en
determinados lugares y situaciones, como por ejemplo: la Iglesia, un cine,
teatro, museo, en reuniones, en clase (es recomendable no llevarlo al colegio),
en el médico, en cualquier lugar dónde se solicite que sea apagado (hospital,
avión, etc.) y en definitiva en cualquier circunstancia dónde se considere que
se puede molestar a otras personas.
· Sería conveniente crear una mentalidad de que en nuestro trato social, debe
tener prioridad la persona con la que nos encontramos hablando físicamente al
lado, que otra persona que nos llama al móvil. Es decir, que no ocurre nada por
no contestar una llamada en algún momento y responder con otra llamada más
tarde. Y en el caso de que se considere necesario contestar al instante, pedir
disculpas a la persona con la que estamos.
· Tener un control del gasto de manera que sea comedido. Como hemos comentado
antes, es recomendable que el adolescente se costee él mismo el móvil, ya que
así también aprenderá a racionalizarlo.
· En cualquier caso, para decidir las normas de uso del teléfono móvil se debe
tener en cuenta el grado de necesidad, el grado de madurez del hijo y la edad
del mismo. Más abajo se trata de orientar respecto al uso según la edad.
· Que el hijo sea capaz de utilizar otros medios de comunicación que se adapten
más a otras circunstancias, como por ejemplo el teléfono fijo (para llamar a
otro fijo, que es más económico), el correo, el quedar físicamente, etc.
· Como siempre en educación es imprescindible para que los hijos utilicen bien
el móvil, predicar con el ejemplo, ajustándonos y respetando nosotros también a
esas normas establecidas.
· Y por último, debemos intentar que el teléfono móvil no nos separen de
nuestros hijos debido a que sea un medio o un lenguaje del que nosotros nos
sentimos alejados y desconocemos. Por ejemplo, sería interesante intercambiar
mensajes SMS con nuestro hijo adolescente aprendiendo esa jerga específica de
la que hablábamos antes, evitando así la llamada “brecha digital” que separa a
la generación de jóvenes de hoy con la de sus padres debido al uso de las
nuevas tecnologías.
PROBLEMAS PARA LA SALUD
Existen numerosas investigaciones que apuntan a que el uso del teléfono móvil,
por estar basado en emisiones electromagnéticas en la banda de las microondas,
resulta perjudicial para la salud. Incluso llegan a insinuar que una prolongada
exposición a estas radiaciones llega a crear serios trastornos cerebrales,
cataratas, Alzheimer, pérdida de memoria o fuertes dolores de cabeza.
Según un reciente estudio subvencionado por el Gobierno Británico, los
teléfonos móviles podrían tener efectos biológicos más perjudiciales en los
niños, ya que su sistema inmunológico no está del todo formado.
Otra consecuencia negativa del excesivo uso de la telefonía móvil son los
trastornos psicológicos, cuando se presentan casos de verdadera adicción. Según
otro estudio de la Universidad de Lancaster, uno de cada tres usuarios de móvil
está enganchado. Los síntomas son: ansiedad cuando se olvida el teléfono, se
quedan si cobertura o saldo, sentirse mal cuando se alejan unos metros del
aparato; en resumen, que no son capaces de pasar sin su teléfono móvil en el
día a día, enviando decenas de mensajes diarios, usándolo como reloj,
despertador, listín telefónico, etc. Y recurriendo a él en cualquier momento
que no están ocupados, como en una sala de espera, un semáforo en rojo, etc.
EL USO DEL MÓVIL POR EDADES
- Menores de 11 años: en términos generales
desaconsejamos que los hijos menores de esta edad hagan uso de la telefonía móvil,
ya que carecen de criterio para usarlo y su uso resulta innecesario en la
mayoría de los casos.
- Entre 11 y 13 años: a estas edades usan con frecuencia el teléfono fijo, pero
todavía no tienen el criterio bien formado para usar correctamente un móvil,
por lo que no consideramos aconsejable que tengan uno propio.
Una buena idea puede ser que utilicen, en determinadas ocasiones, un
teléfono móvil de la familia, incluso que lo prestemos en algún caso, cuando
nos interese (para nuestra tranquilidad) estar mutuamente localizables.
- Entre 13 y 15 años: esta es quizá la edad más
complicada, pues aunque puedan no estar del todo preparados y su necesidad real
no ser tan evidente, la presión que se recibe del exterior (compañeros, amigos,
primos, etc.) es tan grande que para los chicos el hecho de tener un móvil se
puede convertir en una verdadera obsesión.
Aunque son muy capaces técnicamente de usar los servicios del móvil, a esta
edad es muy fácil caer en la adicción, por lo que no lo consideramos todavía aconsejable.
Como en el caso anterior, pueden usar, ahora con más frecuencia, uno de la
familia para determinadas ocasiones, que ahora pueden ser más frecuentes. Es el
momento ideal para formarle en el uso correcto y comedido del mismo (siempre
precedido del ejemplo personal).
- Mayores de 16 años: a estas edades consideramos que el hijo o hija ya puede
hacerse responsable de la posesión de un teléfono móvil. Es muy necesario que
se establezcan a priori las normas de uso y aconsejamos asimismo que se haga totalmente
responsable de su mantenimiento económico (incluso de la propia adquisición del
móvil), ya que de esta manera lo valorará más y será más consciente del gasto
que supone, evitando despilfarros o consumo desmedido.
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