“Ninguna otra cosa hemos de hacer sino ser solícitos en seguir la voluntad de Dios y en agradarle en todas las cosas”, decía San Francisco de Asís, que recibió el don de los estigmas y que fue declarado “Patrono de los cultivadores de la ecología” por San Juan Pablo II en 1979.
El Papa Francisco, que tomó su nombre por este santo y que ha publicado
su encíclica Laudato Si’ sobre la ecología, destacó en su visita a
Asís en 2013 que San Francisco “da testimonio
del respeto hacia todo lo que Dios ha creado y como Él lo ha
creado, sin experimentar con la creación para destruirla”.
Si bien de San Francisco de Asís se suele destacar su amor y cercanía
por la naturaleza, y su amor y gran compasión para con los pobres, el santo de
Asís fue también un gran místico que llegó a recibir los estigmas de Cristo,
las mismas llagas de la pasión.
A él puede dirigirse cualquier persona, en especial quienes trabajan por
los pobres, los que buscan cambiar de vida, los que pasan penurias materiales o
espirituales, y quienes quieren dejarlo todo para seguir al Señor.
Cercanos a la Fiesta de San Francisco de Asís, que se celebra cada 4 de
octubre, aquí una novena en su honor para pedir su intercesión:
PRIMER
DÍA DE LA NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS
AddThis Sharing Buttons
Share to FacebookShare to TwitterShare to
WhatsAppShare to Más...1.4K
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de San
Francisco ante el Cristo de San Damián (OrSD)
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe
recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para
que cumpla tu santo y verdadero mandamiento.
Oración de San Juan Pablo II a
San Francisco de Asís Oh San Francisco, que recibiste
los estigmas en La Verna, el mundo tiene nostalgia de ti como icono de Jesús
crucificado. Tiene necesidad de tu corazón abierto a Dios y al hombre, de tus
pies descalzos y heridos, y de tus manos traspasadas e implorantes. Tiene
nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el poder del Evangelio. Ayuda,
Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar su
purificación en la penitencia.
Ayúdalos a liberarse también de las estructuras de pecado, que oprimen a la
sociedad actual. Reaviva en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la
paz en las naciones y entre los pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de
vida, capaz d contrastar las insidias de las múltiples culturas de muerte. A
los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría de
saber perdonar.
A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la guerra, ábreles de
nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
Lecturas del primer día
Leyenda Mayor 5,7
Aunque Francisco animaba con todo su empeño a los hermanos a llevar una
vida sobria, sin embargo, no era partidario de una severidad intransigente, es
decir una vida sin misericordia. Prueba de ello es el siguiente hecho.
Cierta noche, un hermano que ayunaba hacía varios días, se sintió
atormentado con un hambre tan terrible, que no podía estar tranquilo. Dándose
cuenta San Francisco, llamó al hermano, le preparó la mesa con alimentos y
-para evitarle toda posible vergüenza- comenzó él mismo a comer primero,
invitándole dulcemente al hermano que sufría, que también él comiera.
Venció el hermano su vergüenza y tomó el alimento necesario, sintiéndose
muy confortado, porque, gracias a la prudente acción del santo, había superado
su desvanecimiento corporal, y además había recibido un gran ejemplo de
edificación. A la mañana siguiente, el varón de Dios, Francisco, llamó a sus
hermanos y les contó lo sucedido aquella noche, añadiéndoles esta prudente
recomendación: «Hermanos, que les sirva de ejemplo, en este caso, no tanto el
alimento, sino el amor».
Les enseñó, además, a guardar la discreción, como reguladora de las
virtudes; pero no la discreción que sugiere la carne, sino la que enseñó
Cristo, un verdadero ejemplo de perfección.
Reflexión
San Francisco se esforzó mucho por ser fiel a Jesús, haciendo oración,
dando gracias por todas las cosas recibidas de parte de Dios, y también
practicando la justicia con quienes el Señor le había regalado para vivir
juntos la vida en fraternidad. Francisco era exigente consigo mismo y bondadoso
con los demás. Esta es una muestra de la justicia que descubría en su Señor, y
que debía practicar con sus hermanos. Así lo afirma la lectura que acabamos de
escuchar.
Imaginemos a Francisco de Asís, un joven que después de tenerlo todo,
quiso seguir al Señor que lo llamaba y decidió dejarlo todo, y quería ser fiel
a ese llamado. Por eso, su vida era de penitencia y oración. Hacía largos
ayunos porque decía que también Cristo lo hizo, y él quería hacer lo mismo. En
una ocasión, tal como escuchamos, un hermano que también ayunaba sintió hambre,
ese deseo tan natural de comer, de ingerir alimento para recobrar las fuerzas;
y con toda la profundidad que san Francisco vivía su vida. Su devoción y empeño
no fueron obstáculo para dejar de lado su ayuno y acudir al llamado de su
compañero.
Es una verdadera renuncia de sí mismo en bien de un hermano, que tiene
su fundamento en el amor, tal como lo dice ahora a nosotros: “hermanos, que nos
sirva de ejemplo el amor”. Esta hermosa historia nos ayuda a descubrir que
nuestra justicia debe estar fundamentada en el amor, para que sea verdadera
justicia evangélica, de la misma manera que la practicó Cristo, dando a cada
hombre y mujer lo que necesitaba, atendiendo las necesidades del prójimo. Que
también a nosotros nos sirva de enseñanza este pasaje, para estar atentos a lo
que el amor nos exige a cada uno, sea en el hogar o el trabajo, en la iglesia o
en la calle, en nuestra familia y con nuestros vecinos, y practicar la justicia
misericordiosa que Jesús nos dio a conocer.
Oración en honor a las
llagas de San Francisco
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo,
implorando tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro
Señor te manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas
son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las
misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador
te confió para que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!,
pide por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel
día dichoso en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando
tus privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas,
viviendo y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.
Se dicen las intenciones de la novena y se rezan 5
padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San
Francisco.
Oración Final
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por
esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros
divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a
nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por
su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas
dolor de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la
voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la
fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores,
perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te
lo pido por amor de Dios. Así sea.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
SEGUNDO
DÍA DE LA NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de San
Francisco ante el Cristo de San Damián (OrSD)
Sumo, glorioso Dios,ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta,
esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla
tu santo y verdadero mandamiento.
Oración de San Juan
Pablo II a San Francisco de Asís
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene
nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón
abierto a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos, y de tus manos
traspasadas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el
poder del Evangelio. Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal
del pecado y a buscar su purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse
también de las estructuras de pecado, que oprimen a la sociedad actual. Reaviva
en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y
entre los pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de
contrastar las insidias de las múltiples culturas de muerte.
A los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría
de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la
guerra, ábreles de nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
Lecturas del segundo
día
Vida segunda según Celano, nº 9
San Francisco se apartaba instintivamente con horror de los leprosos.
Los evitaba cuanto podía y no deseaba encontrase con alguno. Un día que paseaba
a caballo cerca de Asís, le salió al paso uno de ellos. Y por más que le
causara mucha repugnancia y horror, sea por su mal olor u horrible apariencia,
para no fallar en la práctica del amor, que descubría en su oración, saltando
del caballo, corrió a besarlo. Y el leproso, al extenderle su mano a Francisco,
el santo se la besó. Volvió Francisco a montar el caballo, miró luego a uno y
otro lado, y, aunque era un campo abierto sin estorbos a la vista, ya no vio al
leproso. Lleno de admiración y de gozo por lo vivido, pocos días después trata
de repetir la misma acción. Se va al lugar donde moran los leprosos, y va
besando la mano y la boca de cada uno de ellos. Así, lo amargo que le era ver a
los leprosos se convirtió en dulzura para su alma.
Reflexión
Para san Francisco era muy desagradable encontrarse con los leprosos.
Ellos representaban lo feo y más degradante del ser humano. Eran aquellas
personas que por tener lepra, enfermedad que descompone la carne del cuerpo,
bastante común en el tiempo de Francisco, eran expulsados de la ciudad y
condenados a vivir fuera para esperar la muerte. Significaban, por lo tanto, lo
más indigno de la sociedad, aquellos despreciados que nadie quería tocar.
Francisco se encuentra con ellos en un momento decisivo de su conversión. Aquel
momento en que su vida cambia de tal manera que aquello que antes le era
desagradable pasará a ser dulzura del alma. Es decir, un verdadero encuentro
con Dios, pues descubre en los despreciados el rostro humano del Cristo
sufriente. Francisco se da cuenta de que Jesús también fue pobre en su vida, y
ahora se le manifestaba a él en lo despreciable a los ojos de los hombres, lo
leprosos. También Jesús se encontró con ellos y los curaba de sus dolencias,
transformando las situaciones de dolor e injusticia en verdadera liberación de
las personas y sus esclavitudes. Francisco se dio cuenta y quiso practicar la
misericordia y la justicia con los más pobres de su tiempo y desde ahí comenzar
a vivir como ellos, fuera de la ciudad y sin nada propio. Dios, que se ha manifestado
plenamente en su Hijo pobre y humilde, continúa presente especialmente desde
los pobres. Por ello, reivindicar el primado de Dios es, para Francisco, hacer
penitencia desde ellos, y por lo tanto, llevar una vida sobria, practicando la
justicia, respetando a cada hombre y mujer por lo que es: un hijo de Dios, y
por lo tanto, hermano mío. En nuestra actualidad también tenemos leprosos.
Pensemos en las personas que menos cuentan en nuestra sociedad y descubramos en
ellos el rostro de Cristo sufriente que nos invita a amarlo.
Oración en honor a las
llagas de San Francisco
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo,
implorando tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro
Señor te manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas
son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las
misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador
te confió para que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!,
pide por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel
día dichoso en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando
tus privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas,
viviendo y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.
Se dicen las intenciones de la novena y se rezan 5
padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San
Francisco.
Oración Final
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por
esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros
divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a
nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por
su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas
dolor de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la
voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la
fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores,
perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te
lo pido por amor de Dios. Así sea.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
TERCER
DÍA DE LA NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de San
Francisco ante el Cristo de San Damián (OrSD)
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe
recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para
que cumpla tu santo y verdadero mandamiento.
Oración de San Juan
Pablo II a San Francisco de Asís
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene
nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón abierto
a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos, y de tus manos traspasadas
e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el poder del
Evangelio. Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado
y a buscar su purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de
las estructuras de pecado, que oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la
conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y entre los
pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de contrastar las
insidias de las múltiples culturas de muerte.
A los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría
de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la
guerra, ábreles de nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
Lecturas del tercer día
Leyenda de los Tres Compañeros nº 26
Como más tarde él mismo atestiguó, había aprendido, por revelación
divina, este saludo: «El Señor te dé la paz». Por eso, en toda predicación suya
iniciaba sus palabras con el saludo que anuncia de la paz. Yes de admirar -y no
se puede admitir sin reconocer en ello un milagro que antes de su conversión
había tenido un precursor, que para anunciar la paz solía ir con frecuencia por
Asís saludando de esta forma: «Paz y bien, paz y bien». Se creyó firmemente que
así como Juan, que anuncio a Cristo, desapareció al empezar Cristo a predicar,
de igual manera este precursor, cual otro Juan, precedió al bienaventurado
Francisco en el anuncio de la paz y no volvió a comparecer cuando éste estuvo
ya presente. Dotado de improviso el varón de Dios del espíritu de los profetas,
en cuanto desapareció su heraldo, comenzó a anunciar la paz, a predicar la
salvación; y muchos que habían permanecido enemistados con Cristo y alejados
del camino de la salvación, se unían en verdadera alianza de paz por sus
exhortaciones.
Reflexión
Como hemos mencionado, el común de las personas relaciona a San
Francisco con la paz, que todos los líderes religiosos se reunieran en Asís el
año 1986 para orar por la paz es significativo. Por ello, en sí San Francisco
provoca y crea un sentimiento de unión y respeto entre quienes le admiran, no
importando condición. Por lo tanto, el hermano de Asís es un modelo a seguir
para quienes desean ser constructores de paz. El saludo de Francisco “el Señor
te de la paz”, con el cual procuraba iniciar toda predicación y además
recomendaba a sus hermanos hacer, ha perdurado en el tiempo consolidándose como
el lema particular de toda la familia franciscana, tal como lo anunciaba el
precursor por las calles de Asís. Paz y bien! Paz y Bien! El deseo de paz que
alojaba en el corazón y en la vida de Francisco no es otro que el regalo de
Dios al hombre, pues el Señor le reveló que dijese ese saludo (Test.23) Quien
siente la gratuidad de Dios en su vida no hace otra cosa que compartirla. Así,
el deseo de paz se recibe como uno de los dones más grandes de Dios “que el
Señor te de su paz”. En consecuencia, la paz que predica Francisco es la paz
que Dios ofrece a todos los hombres.
Oración en honor a las llagas
de San Francisco
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo,
implorando tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro
Señor te manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas
son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las
misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador
te confió para que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!,
pide por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel
día dichoso en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando
tus privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas,
viviendo y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.
Se dicen las intenciones de la novena y se rezan 5
padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San
Francisco.
Oración Final
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por
esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros
divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a
nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por
su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas dolor
de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la voluntad
de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la fe,
confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores,
perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te
lo pido por amor de Dios. Así sea.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
CUARTO
DÍA DE LA NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de San
Francisco ante el Cristo de San Damián (OrSD)
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe
recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para
que cumpla tu santo y verdadero mandamiento.
Oración de San Juan Pablo II a
San Francisco de Asís
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene
nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón
abierto a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos, y de tus manos
traspasadas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el
poder del Evangelio.
Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar
su purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las
estructuras de pecado, que oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la
conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y entre los
pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de contrastar las
insidias de las múltiples culturas de muerte.
A los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría
de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la
guerra, ábreles de nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
Lecturas del cuarto día
Leyenda de los Tres Compañeros 58 y
Admonición 15
Todo su afán era que así él como los hermanos estuvieran tan
enriquecidos de buenas obras, que el Señor fuera alabado por ellas. Y les
decía: «Que la paz que anuncian de palabra, la tengan, y en mayor medida, en
sus corazones Que ninguno se vea provocado por ustedes a ira o escándalo, sino
que por su mansedumbre todos sean inducidos a la paz, a la benignidad y a la
concordia. Pues para esto hemos sido llamados: para curar a los heridos, para
vendar a los quebrados y para corregir a los equivocados. Pues muchos que
parecen ser miembros del diablo, llegarán todavía a ser discípulos de Cristo».
Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9).
Son verdaderamente pacíficos aquellos que, con todo lo que padecen en este
siglo, por el amor de nuestro Señor Jesucristo, conservan la paz en el alma y
en el cuerpo.
Reflexión
En nuestra vida cotidiana nos esforzamos o por lo menos deseamos crear
espacios que fomenten las relaciones pacíficas. No son pocas las organizaciones
que promueven la paz dentro y fuera de la familia franciscana. Sin embargo, la
paz sólo encuentra verdadero asidero en el corazón del hombre, de ahí puede
brotar hacia los otros, pues recordemos que no podemos dar lo que no poseemos.
Si poseemos la paz en nuestro interior será mucho más fácil y real transmitirla
a los otros. San Francisco insiste más en poseer la paz “Que la paz que
anunciáis de palabra, la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones…”
(Cf.TC 58) así afirmamos que quien posee la paz como consecuencia crea la paz.
Una forma de medir cuanta paz poseemos la descubrimos en la admonición o
consejo que da Francisco; en él nos muestra que los verdaderos pacíficos son
aquellos que, por amor de nuestro Señor Jesucristo soportan todas las adversidades
con un espíritu de verdadera paz, por ello podemos decir que la paz se mide en
el momento de la prueba. Uno de los caminos para llegar a amar a Jesucristo y
por este amor conservar la paz es la vivencia del evangelio. Si procuramos
guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1R. 1) seremos
poseedores de los elementos que nos ayuden a vivir la paz; en primer lugar en
nuestra propia vida y luego en nuestro entorno cotidiano. Seremos capaces de
dar testimonio como cristianos que otro mundo es posible, un mundo donde reine
la paz y la concordia. Comencemos hermanos porque hasta el presente poco o nada
hemos hecho.
Oración en honor a las
llagas de San Francisco
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo,
implorando tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro
Señor te manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas
son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las
misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador
te confió para que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!,
pide por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel
día dichoso en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando
tus privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas,
viviendo y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.
Se dicen las intenciones de la novena y se rezan 5
padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San
Francisco.
Oración Final
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por
esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros
divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a
nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por
su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas
dolor de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la
voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la
fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores,
perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te
lo pido por amor de Dios. Así sea.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
QUINTO
DÍA DE LA NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de San
Francisco ante el Cristo de San Damián (OrSD)
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe
recta,
esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que
cumpla tu santo y verdadero mandamiento.
Oración de San Juan
Pablo II a San Francisco de Asís
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene
nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón
abierto a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos, y de tus manos
traspasadas e implorantes.
Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el poder del Evangelio. Ayuda,
Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar su
purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las estructuras
de pecado, que oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la conciencia de los
gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y entre los pueblos. Infunde
en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de contrastar las insidias de las
múltiples culturas de muerte. A los ofendidos por cualquier tipo de maldad
concédeles, Francisco, tu alegría de saber perdonar.
A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la guerra, ábreles de
nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
Lecturas del quinto día
Vida primera según Celano, nº77
Su espíritu de caridad se derramaba en piadoso afecto, no sólo sobre
hombres que sufrían necesidad, sino también sobre los mudos y brutos animales,
reptiles, aves y demás criaturas sensibles e insensibles. Pero, entre todos los
animales, amaba con particular afecto y predilección a los corderillos, ya que,
por su humildad, nuestro Señor Jesucristo es comparado frecuentemente en las
Sagradas Escrituras con el cordero, y porque éste es su símbolo más expresivo.
Por este motivo, amaba con más cariño y contemplaba con mayor regocijo las
cosas en las que se encontraba alguna semejanza alegórica del Hijo de Dios. De
camino por la Marca de Ancona, después de haber predicado en la ciudad de este
nombre, marchaba a Osimo junto con el señor Pablo, a quien había nombrado
ministro de todos los hermanos en la dicha provincia; en el campo dio con un
pastor que cuidaba un rebaño de cabras e irascos. Entre tantas cabras e irascos
había una ovejita que caminaba mansamente y pacía tranquila. Al verla, el
bienaventurado Francisco paró en seco y, herido en lo más vivo de su corazón,
dando un profundo suspiro, dijo al hermano que le acompañaba: «¿No ves esa
oveja que camina tan mansa entre cabras e irascos? Así, créemelo, caminaba,
manso y humilde, nuestro Señor Jesucristo entre los fariseos y príncipes de los
sacerdotes. Por esto, te suplico, hijo mío, por amor de Cristo, que, unido a
mí, te compadezcas de esa ovejita y que, pagando por ella lo que valga, la
saquemos de entre las cabras e irascos».
Reflexión
El relato que hemos escuchado nos revela el inmenso amor de Francisco
por toda la obra de Dios; este amor así vivido representó en su tiempo algo
radicalmente sorprendente y nuevo. Fue una experiencia que comunicaba al hombre
directamente con lo divino. Francisco logra ver, de una manera asombrosa, en
toda la Creación la belleza que Dios había impreso en cada espacio del
universo. Para Francisco la realidad entera, participante de idéntico origen y
dignidad, estaba a su misma altura, todas las creaturas, sin distinción
recibían el nombre de hermanas, inclusive el hombre leproso en su carne o en
sus ideas, el hereje o infiel. Esta mirada contemplativa sobre la Creación en
Francisco es consecuencia del despojo de toda sed de dominio y de poder.
Francisco vive pobre y es pobre, ama la vida y todo lo que hay en la vida con
una infinita ternura. En él no hay espacio para la destrucción y la explotación
de la obra creada por Dios. De un corazón simple y pobre brotan la ternura y la
simpatía, y a través de ellas se contempla la presencia de Dios en medio
nuestro. El mundo para Francisco es una gran ventana donde se puede observar a
Dios.
Oración en honor a las
llagas de San Francisco
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo,
implorando tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro
Señor te manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas
son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las
misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador
te confió para que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!,
pide por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel
día dichoso en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando
tus privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas,
viviendo y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.
Se dicen las intenciones de la novena y se rezan 5
padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San
Francisco.
Oración Final
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por
esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros
divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a
nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por
su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas
dolor de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la
voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la
fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores,
perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te
lo pido por amor de Dios. Así sea.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
SEXTO
DÍA DE LA NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de San
Francisco ante el Cristo de San Damián (OrSD)
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe
recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para
que cumpla tu santo y verdadero mandamiento.
Oración de San Juan
Pablo II a San Francisco de Asís
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene
nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón
abierto a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos, y de tus manos
traspasadas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el
poder del Evangelio.
Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar
su purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las
estructuras de pecado, que oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la
conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y entre los
pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de contrastar las
insidias de las múltiples culturas de muerte. A los ofendidos por cualquier
tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría de saber perdonar. A todos los
crucificados por el sufrimiento, el hambre y la guerra, ábreles de nuevo las
puertas de la esperanza. Amén.
Lecturas del sexto día
Vida primera según Celano, nº 47
Caminando los hermanos en simplicidad ante Dios y con confianza ante los
hombres, merecieron por aquel tiempo el gozo de la divina revelación. Mientras,
inflamados del fuego del Espíritu Santo, cantaban el Padre Nuestro con voz
suplicante, en melodía espiritual, no sólo en las horas establecidas, sino en
todo tiempo, ya que ni la solicitud terrena ni el enojoso cuidado de las cosas
les preocupaba, una noche el beatísimo padre Francisco se ausentó corporalmente
de su presencia. Yhe aquí que a eso de la media noche, estando unos hermanos
descansando y otros orando fervorosamente en silencio, entró por la puertecilla
de la casa un carro de fuego deslumbrador que dio dos o tres vueltas por la
habitación; sobre él había un gran globo, que, semejándose al sol, hizo
resplandeciente la noche. Quedaron atónitos cuantos estaban en vela y se
sobresaltaron los que dormían; sintiéronse iluminados no menos en el corazón
que en el cuerpo. Reunidos todos, se preguntaban qué podría significar aquello;
mas por la fuerza y gracia de tanta claridad quedaban patentes las conciencias
de los unos para los otros. Comprendieron finalmente y descubrieron que era el
alma del santo Padre, radiante con aquel inmenso fulgor, la cual, en gracia,
sobre todo, a su pureza y a su gran piedad con sus hijos, había merecido del
Señor don tan singular.
Reflexión
Si miramos nuestras vidas y la forma en como hemos construido nuestro
mundo, nos damos cuenta que todo está medido por el valor de lo que se puede
comprar o no. En una sociedad en la que todo se transforma en mercancías no hay
puesto para la gratuidad, pues lo gratuito o no vale o es propaganda. Si todo
tiene su precio, entonces no hay espacio para el amor gratuito de Dios. Para
Francisco Dios, la vida, los campos, los mares, las montañas, el sol, la luna,
las estrellas es la manifestación de lo más gratuito que existe; desde su
sentir nos señala un nuevo camino, abrirnos a la novedad de Dios implica
llenarnos de optimismo, de una nueva humanidad y de unas ganas inconmensurables
de vivir. Francisco nos llama a acoger lo diverso de la vida con alegría, a
llenarnos de asombro por las maravillas que Dios ha hecho en nosotros y
alrededor de nosotros. Francisco ofrece a la sociedad actual una cultura de la
austeridad y la moderación en el uso de las cosas, gracias a esta actitud el
hombre moderno descubrirá el rostro gratuito de la vida y podrá aprender a dar
gracias y a revestirse de simpatía, de cortesía y de amabilidad, caminos
necesarios para una utopía de lo cotidiano. Vivir así la vida, es abrir nuestro
corazón para acoger toda la vida que existe en el Universo desde la vida humana
hasta la más pequeña expresión que refiere al amor de Dios. Esta es la vida que
Dios nos ofrece, y este es el camino que emprendió San Francisco.
Oración en honor a las
llagas de San Francisco
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo,
implorando tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro
Señor te manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas
son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las
misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador
te confió para que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!, pide
por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel día
dichoso en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando tus
privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas, viviendo
y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.
Se dicen las intenciones de la novena y se rezan 5
padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San
Francisco.
Oración Final
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por
esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros
divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a
nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por
su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas
dolor de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la
voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la
fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores,
perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te
lo pido por amor de Dios. Así sea.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
SÉPTIMO
DÍA DE LA NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de San
Francisco ante el Cristo de San Damián (OrSD)
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe
recta,
esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que
cumpla tu santo y verdadero mandamiento.
Oración de San Juan
Pablo II a San Francisco de Asís
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene
nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón
abierto a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos, y de tus manos
traspasadas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el
poder del Evangelio.
Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar
su purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las
estructuras de pecado, que oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la
conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y entre los
pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de contrastar las
insidias de las múltiples culturas de muerte.
A los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría
de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la
guerra, ábreles de nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
Lecturas del séptimo
día
Vida primera según Celano, nº 21-22
Entre tanto, el santo de Dios, cambiado su vestido exterior y restaurada
la iglesia ya mencionada [la de San Damián], marchó a otro lugar próximo a la
ciudad de Asís; allí puso mano a la reedificación de otra iglesia muy
deteriorada y semiderruida [la de San Pedro]... De allí pasó a otro lugar
llamado Porciúncula, donde existía una iglesia dedicada a la bienaventurada
Virgen Madre de Dios, construida en tiempos lejanos y ahora abandonada, sin que
nadie se cuidara de ella. Al contemplarla el varón de Dios en tal estado,
movido a compasión, porque le hervía el corazón en devoción hacia la madre de
toda bondad, decidió quedarse allí mismo. Cuando acabó de reparar dicha
iglesia, se encontraba ya en el tercer año de su conversión. En este período de
su vida vestía un hábito como de ermitaño, sujeto con una correa; llevaba un
bastón en la mano, y los pies calzados. Pero cierto día se leía en esta iglesia
el evangelio que narra cómo el Señor había enviado a sus discípulos a predicar;
presente allí el santo de Dios, no comprendió perfectamente las palabras
evangélicas; terminada la misa, pidió humildemente al sacerdote que le
explicase el evangelio. Como el sacerdote le fuese explicando todo
ordenadamente, al oír Francisco que los discípulos de Cristo no debían poseer
ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni
pan, ni bastón; ni tener calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de
Dios y la penitencia, al instante, saltando de gozo, lleno del Espíritu del
Señor, exclamó: «Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo
que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica». Rebosando de
alegría, se apresura inmediatamente el santo Padre a cumplir la doctrina saludable
que acaba de escuchar; no admite dilación alguna en comenzar a cumplir con
devoción lo que ha oído...
Reflexión
Una característica que hace de Francisco un hombre ecuménico es su
relación con la palabra de Dios . Del encuentro con el Evangelio brota la
elección de su vida y la vida de sus hermanos. Pues la vida de los hermanos
franciscanos es una vida “según el santo Evangelio”, tal como nos lo señala la
regla bulada: La regla y vida de los Hermanos Menores es ésta, a saber, guardar
el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin
propio y en castidad. La interpretación de la palabra de Dios en San Francisco
es clara y lineal: “la letra mata, el Espíritu da Vida” (Adm .7); El principio
interpretativo de Francisco no es de erudición, sino de conversión, es total
prontitud para obrar con el propósito de en todo momento dar Gloria a Dios.
Para Francisco la caridad, el contenido de la palabra de Dios, vale más que a
lectura, por lo cual no duda en regalar a una persona necesitada el texto del
Nuevo Testamento (LP56). Su profunda lectura sapiencial y experiencial de la
palabra de Dios lo preserva no solo de una interpretación ad litteram, sino
también de una pura observancia literal: el haber buscado siempre el mensaje
del espíritu fue para él fuente de creatividad y de gestos proféticos, de
distensión, de diálogo, de conciliación. Y es precisamente la escucha de la
única palabra de Dios la que acompaña a las Iglesias cristianas en lento camino
hacia la unidad. Camino del cual los franciscanos tenemos una vocación
particular y arraigada en la vida de Francisco. (La Vocación ecuménica del
Franciscano. Tomo 2.p.127).
Oración en honor a las
llagas de San Francisco
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo, implorando
tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro Señor te
manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas son cinco
focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las misericordias de
Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador te confió para
que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!, pide por mí a
Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel día dichoso
en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando tus
privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas, viviendo
y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.
Se dicen las intenciones de la novena y se rezan 5
padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San
Francisco.
Oración Final
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por
esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros
divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a
nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por
su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas
dolor de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la
voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la
fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores,
perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te
lo pido por amor de Dios. Así sea.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
OCTAVO
DÍA DE LA NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de San
Francisco ante el Cristo de San Damián (OrSD)
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe
recta,
esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que
cumpla tu santo y verdadero mandamiento.
Oración de San Juan
Pablo II a San Francisco de Asís
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene
nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón
abierto a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos, y de tus manos
traspasadas e implorantes.
Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el poder del Evangelio. Ayuda,
Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar su purificación
en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las estructuras de pecado,
que oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la conciencia de los gobernantes a urgencia de la paz en las naciones y entre
los pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de contrastar las
insidias de las múltiples culturas de muerte.
A los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría
de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la
guerra, ábreles de nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
Lecturas para el octavo
día
Leyenda Mayor de San Buenaventura
(capítulo 9,8)
Acompañado, pues, de un hermano llamado Iluminado -hombre realmente
iluminado y virtuoso-, se puso en camino, y de pronto le salieron al encuentro
dos ovejitas, a cuya vista, muy alborozado, dijo el Santo al compañero:
«Confía, hermano, en el Señor, porque se cumple en nosotros el dicho
evangélico: He aquí que os envío como ovejas en medio de lobos» (Mt 10,16). Y,
avanzando un poco más, se encontraron con los guardias sarracenos, que se
precipitaron sobre ellos como lobos sobre ovejas y trataron con crueldad y
desprecio a los siervos de Dios salvajemente capturados, profiriendo injurias
contra ellos, afligiéndoles con azotes y atándolos con cadenas. Finalmente,
después de haber sido maltratados y atormentados de mil formas, disponiéndolo
así la divina Providencia, los llevaron a la presencia del sultán, según lo
deseaba el varón de Dios. Entonces el jefe les preguntó quién los había
enviado, cuál era su objetivo, con qué credenciales venían y cómo habían podido
llegar hasta allí; y el siervo de Cristo Francisco le respondió con intrepidez
que había sido enviado no por hombre alguno, sino por el mismo Dios altísimo,
para mostrar a él y a su pueblo el camino de la salvación y anunciarles el
Evangelio de la verdad. Y predicó ante dicho sultán sobre Dios trino y uno y
sobre Jesucristo salvador de todos los hombres con tan gran convicción, con
tanta fortaleza de ánimo y con tal fervor de espíritu, que claramente se veía
cumplirse en él aquello del Evangelio: Yo os daré palabras y sabiduría, a las
que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro (Lc 21,15).
De hecho, observando el sultán el admirable fervor y virtud del hombre de Dios,
lo escuchó con gusto y le invitó insistentemente a permanecer consigo. Pero el
siervo de Cristo, inspirado de lo alto, le respondió: «Si os resolvéis a
convertiros a Cristo tú y tu pueblo, muy gustoso permaneceré por su amor en
vuestra compañía. Mas, si dudas en abandonar la ley de Mahoma a cambio de la fe
de Cristo, manda encender una gran hoguera, y yo entraré en ella junto con tus
sacerdotes, para que así conozcas cuál de las dos creencias ha de ser tenida,
sin duda, como más segura y santa». Respondió el sultán: «No creo que entre mis
sacerdotes haya alguno que por defender su fe quiera exponerse a la prueba del
fuego, ni que esté dispuesto a sufrir cualquier otro tormento». Había observado,
en efecto, que uno de sus sacerdotes, hombre íntegro y avanzado en edad, tan
pronto como oyó hablar del asunto, desapareció de su presencia. Entonces, el
Santo le hizo esta proposición: «Si en tu nombre y en el de tu pueblo me
quieres prometer que os convertiréis al culto de Cristo si salgo ileso del
fuego, entraré yo solo a la hoguera. Si el fuego me consume, impútese a mis
pecados; pero, si me protege el poder divino, reconoceréis a Cristo, fuerza y
sabiduría de Dios, verdadero Dios y Señor, salvador de todos los hombres». El
sultán respondió que no se atrevía a aceptar dicha opción, porque temía una
sublevación del pueblo. Con todo, le ofreció muchos y valiosos regalos, que el
varón de Dios -ávido no de los tesoros terrenos, sino de la salvación de las
almas- rechazó cual si fueran lodo. Viendo el sultán en este santo varón un
despreciador tan perfecto de los bienes de la tierra, se admiró mucho de ello y
se sintió atraído hacia él con mayor devoción y afecto. Y, aunque no quiso, o
quizás no se atrevió a convertirse a la fe cristiana, sin embargo, rogó
devotamente al siervo de Cristo que se dignara aceptar aquellos presentes y
distribuirlos -por su salvación- entre cristianos pobres o iglesias. Pero
Francisco, que rehuía todo peso de dinero y percatándose, por otra parte, que
el sultán no se fundaba en una verdadera piedad, rehusó en absoluto
condescender con su deseo.
Reflexión
Francisco llevó consigo al hermano Iluminado de Rieti, su compañero
desde 1210. Al principio, tomados probablemente como espías, son golpeados pero
pronto los soldados dudan. De acuerdo con sus deseos, los dos frailes son
llevados a la presencia del sultán Melek-el-kamel, el sultán interroga a
Francisco: “El servidor de Cristo responde que había sido enviado desde más allá
de los mares, no por hombre alguno, sino por el mismo Dios Altísimo” (LM 9,8).
Se separa así de los cruzados y su violencia. Desearíamos saber más detalles de
la conversación pero no tenemos muchos elementos. Sin embargo, sabemos lo
esencial, Francisco se declara cristiano y es escuchado por el sultán. Luego de
muchos días Francisco constata aspectos positivos en los llamados “infieles”.
Se da cuenta de la profunda religiosidad del Islam, ya que cinco veces al día
Francisco e Iluminado escuchan al muecín lanzar la llamada a la oración.
Francisco descubre que estos hombres no solamente son sus hermanos como
creaturas, no son solamente sus hermanos a causa de la sangre derramada por
Jesús por todos. Todo esto él lo sabía, pero descubre que los llamados infieles
son sus hermanos por esta comunión en la oración al único Dios. Dos semanas
después de encontrarse con el sultán se acaba la tregua y es el momento de la
partida. El sultán, admirado por la sabiduría de este “monje”, trata de
retenerlo con tesoros y regalos. Pero Francisco es pobre y solo desea la
conversión del sultán. Llega la hora del adiós; tanto Francisco como el sultán
saben que no volverán a verse. Por ello Melek-el -Kamel se encomienda a las
oraciones de un no musulmán. Con Iluminado, Francisco emprende la marcha
acompañado por una escolta de príncipes, es el último gesto del sultán hacia
Francisco. Francisco y el sultán en medio de la guerra, tuvieron un encuentro
en Paz, gracias a la hospitalidad de uno y a la apertura al dialogo de ambos.
Si bien Francisco no logra hacer que el sultán se haga cristiano, tampoco el
sultán logra retener a este “monje” llamado Francisco ofreciéndole suntuosos
regalos y dinero. Sin embargo, ambos vivenciaron un encuentro en paz, en donde
cada uno pudo exponer al otro su perspectiva en un franco diálogo. Gracias a
este encuentro en paz que hoy en día los franciscanos viven en paz custodiando
los lugares santos en medio de tierras no cristianas. (El diálogo de los
creyentes. Tomo 3. Curia general OFM. Secretaria de Evangelización. Secretaría
para la formación y estudios. ISE. Venecia.Roma.2005.p.78-79).
Oración en honor a las
llagas de San Francisco
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo,
implorando tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro
Señor te manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas
son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las
misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador
te confió para que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!,
pide por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel
día dichoso en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando
tus privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas,
viviendo y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.
Se dicen las intenciones de la novena y se rezan 5
padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San
Francisco.
Oración Final
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por
esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros
divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a
nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por
su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas
dolor de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la
voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la
fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores,
perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te
lo pido por amor de Dios. Así sea.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
NOVENO
DÍA DE LA NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración de San
Francisco ante el Cristo de San Damián (OrSD)
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe
recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para
que cumpla tu santo y verdadero mandamiento.
Oración de San Juan
Pablo II a San Francisco de Asís
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene
nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón
abierto a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos, y de tus manos
traspasadas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el
poder del Evangelio.
Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar
su purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las
estructuras de pecado, que oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la
conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y entre los
pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de contrastar las
insidias de las múltiples culturas de muerte.
A los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría
de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la
guerra, ábreles de nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
Lecturas para el noveno
día
Lectura:
En el año del Señor de 1226, el día 3 de octubre, domingo, cuando caía
la noche, nuestro bienaventurado Padre san Francisco, habiendo imitado la vida
y trabajos de los apóstoles, libre de ataduras del cuerpo, coronando con el
mejor fin sus promisorios principios, voló, para su dicha, a la mansión delos
eternos goces, en la ciudad de Asís, en Santa María de los Ángeles de la
Porciúncula, lugar en que había nacido la Orden de Hermanos Menores.
Reflexión:
Hace ya casi 800 años en la Porciúncula, Francisco poco antes de morir,
se dirigió a los hermanos que le rodeaban, como a representantes de toda la
Orden, presentes y futuros. Entonces los fue bendiciendo a todos, apoyando su
mano derecha sobre la cabeza de cada uno de ellos. Bendijo también a todos los
que entonces pertenecían a la Orden, y a los que pertenecerían a ella hasta el
fin de los tiempos (LP117). Todos nosotros, hermanos y hermanas, ahora
celebramos no sólo la muerte sino, sobre todo, el nacimiento, de Francisco a la
Vida. Nos sentimos solidarios en esa bendición de nuestro Padre, y nos
comprometemos a vivir en unidad y fidelidad al Evangelio en nuestros días.
Oración en honor a las
llagas de San Francisco
Gloriosísimo Protector y Padre mío, San Francisco, a ti acudo,
implorando tu poderosa intercesión, para entender el amor que Dios Nuestro
Señor te manifestó al martirizar vuestra carne y vuestro espíritu. Tus llagas
son cinco focos de caridad divina; cinco lenguas que me recuerdan las
misericordias de Jesucristo; cinco fuentes de gracia celestiales que el Creador
te confió para que las distribuyas entre tus devotos. ¡Oh Santo amabilísimo!,
pide por mí a Jesús crucificado una chispa del fuego que ardía en tu alma aquel
día dichoso en que recibiste la seráfica crucifixión, a fin de que, recordando
tus privilegios sobrenaturales, imite tus ejemplos y siga tus enseñanzas,
viviendo y muriendo, amando a Dios sobre todas las cosas.
Se dicen las intenciones de la novena y se rezan 5
padrenuestros, avemarías y glorias en honor de las cinco llagas de San
Francisco.
Oración Final
Seráfico Padre mío San Francisco, pobre y desconocido de todos, y, por
esto, engrandecido y favorecido de Dios. Porque te veo tan rico en tesoros
divinos, vengo a pedirte limosna. Dámela generoso, por amor al buen Jesús y a
nuestra Madre, la Inmaculada Virgen María, y por el voto que hiciste de dar por
su amor todo lo que se te pidiese. Por amor de Dios te ruego que me obtengas
dolor de mis pecados, la humildad y el amor a tu pasión; conformidad con la
voluntad de Dios, prosperidad para la Iglesia y para el Papa, exaltación de la
fe, confusión de la herejía y de los infieles, conversión de los pecadores,
perseverancia de los justos y eterno descanso de las almas del Purgatorio. Te
lo pido por amor de Dios. Así sea.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
Redacción ACI Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario