EL NEUROCIRUJANO MASSIMO GANDOLFINI RECUERDA EL «DAÑO GRAVÍSIMO» QUE PUEDE CAUSARLES
El porcentaje de personas que han hecho la 'transición'
de sexo y se arrepienten es tan alto y que ya conforman una categoría
diagnóstica propia. Shaian Ramesht / Unsplash.
En los colegios italianos existe el denominado 'alias
escolar', un procedimiento administrativo circunscrito
exclusivamente al ámbito académico, que permite a los alumnos trans
escoger la 'identidad de género' con
la que quieren ser reconocidos por profesores y compañeros. Los problemas de su
aplicación han dado lugar a la habitual campaña mediática de apoyo a los menores que quieren hacer su 'transición' de sexo.
Para aclarar conceptos sobre la disforia de género y alertar del
auténtico abuso de menores que
supone impulsar a niños a tratamientos hormonales y quirúrgicos irreversibles y
potencialmente muy dañinos, el doctor Massimo Gandolfini ha escrito un completo artículo en
el mensual católico de apologética Il
Timone:
Massimo Gandolfini es psiquiatra, profesor
universitario de Neurología y Neurocirugía y director del departamento de
Neurociencias en el hospital Fondazione Poliambulanza
de Brescia (Lombardía, Italia),
NOMBRES NUEVOS, INADAPTACIÓN QUE PERMANECE
El enfoque del tema de la transexualidad requiere una actitud de gran prudencia, humana y social, e
igualmente de una gran competencia
científica. Hay que evitar las manipulaciones ideológicas y las derivas
emotivo-demagógicas con el fin de no causar daños mayores que el problema que
se pretende resolver. El primer paso necesario es aclarar los
términos y los contenidos
vinculados a ellos.
La transexualidad es la
condición según la cual una persona de sexo masculino (M) o femenino (F) se
percibe a sí misma como perteneciente al sexo opuesto y aspira y desea asumir
sus características anatómicas y comportamentales, sexuales y sociales. La
persona transexual vive una autocomprensión de sí misma como "prisionera" en un cuerpo que no le
pertenece y vive, en consecuencia, un fuerte deseo de transformarse
en el cuerpo del sexo percibido subjetivamente. Las personas transexuales
se distinguen en dos categorías: M/F, es decir, de
hombre a mujer y F/M, es decir de mujer a hombre.
CAMBIOS DESACONSEJADOS
A nivel clínico, esta condición se denomina "trastorno
de la identidad de género" o "disforia de
género", del griego dis, mal, y foria, soportar. La vivencia de inadaptación vinculada a la incongruencia en el propio cuerpo, con sus
características sexuales bien definidas pero no reconocidas como
satisfactorias, empuja a la persona transexual a buscar el cambio hacia el sexo
opuesto, percibido como satisfactorio. Esto constituye el "proceso de transición"
o de "reasignación" de sexo.
El DSM V (Manual diagnóstico
estadístico de los trastornos mentales, 2013) reconoció la disforia de
género como "trastorno mental" e
indicó siete parámetros
fundamentalmente similares para la disforia de género en la edad
evolutiva y en la edad adulta, sobre los que basar el diagnóstico. Los
criterios básicos son la presencia de un sufrimiento clínicamente significativo
y que exista desde hace por lo menos seis meses. Las directrices de la Sociedad
de Endocrinología de Estados Unidos afirman: "Dada
la elevada
remisión de la disforia de género después de la pubertad, se
desaconseja un cambio social completo del rol y un tratamiento hormonal en
niños prepúberes con disforia de género".
El 'alias escolar' es, en realidad,
un procedimiento de "transición social" que,
en ausencia de una cualificada valoración científica y médica, puede empujar al
sujeto por la vía de la reasignación sexual, que puede revelarse como un daño
gravísimo.
UN PROBLEMA DE ORIGEN INCIERTO
Está ya documentado que la incongruencia de género que se manifiesta en
la infancia y adolescencia se supera en buena medida y solo una exigua minoría
de niños en edad prepúber manifiesta una persistencia de la inadaptación, que
se configura como un verdadero "trastorno". Es evidente que el aspecto más delicado de este
tema tan complejo atañe a los niños y niñas en edad infantil y adolescente.
Partimos de la base de que nadie hoy está
en disposición de decir por
qué hay personas en las que se determina un conflicto entre sexuación biológica
e identidad de género, sobre todo en la edad temprana. Hay varias propuestas y
teorías etiopatogénicas, pero los tonos grises superan en mucho las certezas.
Por consiguiente, ¿qué se puede hacer ante una situación
de disforia de género en edad prepúber?
En los últimos decenios se ha ido imponiendo la idea según la cual
apoyando la identidad de género percibida y, por tanto, modificando la
estructura biológica del sujeto según los cánones deseados (M/F o F/M), se
pueden eliminar el sufrimiento y la inadaptación, dando a la persona una vida
que, por fin, es feliz. De esta asunción empírica han surgido las llamadas "terapias de transición o de reasignación de
sexo": la terapia hormonal (hormonas
cruzadas, es decir, hormonas que inducen el desarrollo de características
somáticas propias del sexo deseado), la terapia quirúrgica (que atañe a los caracteres sexuales primarios y
secundarios: genitales externos, pecho, vellosidad y otros), acompañadas por un
trabajo de tipo psicológico.
EL BLOQUEO PUBERAL NO BENEFICIA
El tema se hace aún más delicado cuando se trata de sujetos en edad
prepúber: en este caso se lleva a cabo también el
bloqueo del desarrollo puberal con hormonas bloqueadoras, las gonadotropinas
(por ejemplo, la triptorelina), a lo que sigue la administración de hormonas
cruzadas. Quien sostiene la utilidad de bloquear el desarrollo -afirmando que es saludable y eficaz para
mejorar el pronóstico quod vitam y quoad valetudinem de los menores con
disforia de género- sostiene algo que la investigación ha desmentido
ampliamente.
Se ha declarado que el bloqueo puberal es útil para tener el tiempo
necesario de profundizar en el diagnóstico. En realidad, no existe un solo
estudio que ratifique dicha
afirmación, mientras que, al contrario, tenemos estudios que demuestran cómo el
bloqueo puberal puede influir de manera negativa en la disforia de género, cristalizando el cuadro
disfórico. La misma afirmación, que se emplea a menudo, de que casi todos los
sujetos con disforia de género afirmada en edad prepúber la mantienen en edad
adulta es desmentida por las estadísticas más recientes: un estudio canadiense afirma una persistencia del 12,2%
de los casos; un estudio holandés habla del 37% y el DSM-V declara que el
98% de los varones gender
confused y el 88% de las mujeres en edad adolescente
recuperan la propia pertenencia sexuada una vez superada la pubertad.
Keyra Bell de niña, tras su 'transición de género'
y actualmente, cuando intenta recuperar en lo posible su cuerpo de mujer
mutilado. Es uno de los casos más célebres
de 'detransitioner'.
En resumen, una amplia revisión sistemática de la bibliografía
internacional llega a la conclusión que "el bloqueo
puberal no mejora la disforia"
(Pediatrics, 2018).
NO A LOS ATAJOS IRREVERSIBLES
El American College of Pediatricians (enero
de 2017) llegó a la conclusión de que "promover
entre los niños el cambio de sexo, por vía hormonal o quirúrgica, es abuso
de menores". Si además analizamos los resultados,
tenemos a disposición un seguimiento de por lo menos tres décadas que nos
permite afirmar que el paquete de terapias de transición da resultados que son,
como mínimo, decepcionantes
y, por desgracia, son cada vez más numerosos los casos de lesiones graves, incluso permanentes,
para los sujetos que se someten a ellas, especialmente los más jóvenes.
Así, ha nacido una nueva categoría de personas, los llamados detransitioners:
sujetos que, una vez hecha la transición, quedan fuertemente decepcionados
porque no han resuelto para nada sus problemas anteriores de inadaptación
y sufrimiento (es más, en algunos casos ¡incluso se acentúan!), y
piden volver al statu quo anterior, siendo compensados por los
daños sufridos.
Mientras tanto, una insensata campaña mediática sobre el concepto de "género
subjetivamente percibido" está provocando un poco por doquier un
peligroso boom de casos de disforia de género entre los muy jóvenes: en Inglaterra, por ejemplo, los casos registrados en 2010
fueron 27, que se convirtieron en 2.748 en 2020, con un aumento del 2.497%
entre los hombres y del 4.415% entre las mujeres. Sin embargo, los datos
nos dicen también otra cosa: los pacientes remitidos a los centros para disforia
de género presentan índices de comorbilidad psiquiátrica en el 40-50% de los casos y con "trastornos del espectro autístico" en
el 6-20% de los casos (en la población general estamos en el 0,6%).
Así pues, antes de hablar de "transición",
social o clínica, ocupémonos de estos frágiles hermanos nuestros, evitando atajos que pueden ser irreversibles y marcar su vida para siempre. Con el 'alias escolar' se cambia el nombre y el registro
civil, pero no se resuelve el sufrimiento.
Traducido por Verbum Caro.
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