Con motivo de la fiesta de San José de Cupertino, que se celebra este 18 de septiembre, te compartimos siete hechos asombrosos de la vida del llamado “santo volador”.
San José de Cupertino, patrono de
los estudiantes, nació en 1603 y falleció en 1663. Durante su vida
fue bendecido por Dios con muchos milagros, que siempre atribuía a la
intercesión de la Santísima Virgen María.
A continuación, te
compartimos siete sucesos sobrenaturales que ocurrieron durante su vida.
1. VOLABA POR LOS AIRES
San José de Cupertino caía constantemente en éxtasis. Sus hermanos
frailes y los fieles lo vieron “volar” en
varias ocasiones.
Cierto día los religiosos lo vieron elevarse hasta una estatua de la
Virgen que estaba a tres metros y medio de altura y darle un beso al Niño
Jesús. Luego rezó en el aire con intensa emoción.
El más famoso de estos sucesos se dio cuando diez obreros deseaban
llevar una cruz pesada a una montaña alta, pero no lo lograban. Entonces Fray
José se elevó por los aires con la cruz y la llevó hasta la cima del monte.
2. EXORCIZABA CON UNA
FRASE OBEDIENTE
Sus superiores lo eligieron para exorcizar demonios, pero el Santo se
consideraba indigno de hacerlo. Por ello usaba la siguiente frase contra los
malignos: “Sal de esta persona si lo deseas, pero
no lo hagas por mí, sino por la obediencia que le debo a mis superiores”. Y
los demonios salían.
3. PODÍA ESTAR EN DOS
LUGARES A LA VEZ
El don de estar en dos lugares al mismo tiempo se llama bilocación o
ubicuidad. Cuentan que cuando San José se encontraba en Asís, su madre está
agonizando en el pueblo de Cupertino. Entonces se vio al fraile entrar con una
gran luz al cuarto de su mamá, quien después de verlo partió a la Casa del
Padre.
En Asís, sus superiores preguntaron a San José por qué estaba llorando
amargamente y él les contestó que su madre acababa de fallecer. Más adelante
fueron muchos los que atestiguaron que el santo acompañó a su madre en
Cupertino.
4. CURABA CON LA SEÑAL
DE LA CRUZ
Cierta vez un hombre arrogante le dijo a San José: “impío, hipócrita, no por ti, pero por el hábito de
religioso que llevas tengo que respetarte. Yo creería en todo lo que haces si
con la señal de la cruz sobre mi llaga me sanas”.
El santo humildemente respondió que todo lo que decía de él era cierto y
haciendo la señal de la cruz sobre la llaga, el hombre quedó curado.
Asimismo hizo recobrar la vista a un ciego poniéndole su capa sobre la
cabeza. Los mancos y cojos eran sanados al besar el crucifijo que San José
ponía ante ellos. Los enfermos de una plaga de fiebre altísima fueron curados
cuando el Santo les hacía la señal de la cruz sobre su frente.
5. LEÍA LOS CORAZONES Y
CONVERTÍA PROTESTANTES
El príncipe luterano John Federick a sus 25 años de edad fue a Asís con
dos escoltas, uno católico y otro protestante. Ingresaron a la iglesia donde
San José estaba celebrando Misa y en el momento de la consagración el Santo no
pudo partir la Hostia Consagrada porque estaba dura como piedra y tuvo que
devolverla a la patena.
El P. José empezó a llorar de dolor y se elevó a casi un metro de
altura. Al bajar, logró partir la hostia con mucho esfuerzo. Sus superiores le
preguntaron por qué había pasado eso y él respondió que se debió al corazón
duro de la gente que asistió a la Misa.
Al día siguiente regresó el príncipe con los dos hombres y cuando el
santo elevó la Hostia en la Misa, la cruz de la Sagrada Hostia se puso negra.
Esto le causó un gran dolor y llorando levitó con la forma durante unos 15
minutos. Este milagro conmovió el corazón del príncipe por lo que él y su
acompañante decidieron convertirse a la fe católica.
6. SE COMUNICABA CON
LOS ANIMALES
Cuando pasaba por un campo y se ponía a rezar, las ovejas se reunían a
su alrededor y escuchaban atentas sus oraciones. Las golondrinas volaban en
bandadas alrededor de su cabeza y lo acompañaban por varias cuadras.
7. PROFETIZÓ EL FUTURO
DE LOS PAPAS
Cierta vez lo llevaron ante el Papa Urbano VIII, quien deseaba saber si
eran ciertos los éxtasis y los episodios de levitación del fraile.
San José compareció ante el Pontífice y se elevó por los aires ante el
asombro de los presentes. De este Papa y de Inocencio X, el Santo predijo el
día y la hora de la muerte de ambos.
Redacción ACI Prensa
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