5 CONSEJOS Y UNAS IDEAS PRÁCTICAS
«¿Qué puedo
hacer durante la adoración al Santísimo?». ¡Seguramente te lo has preguntado
varias veces! Me arriesgo
a decir además que, probablemente, estás buscando la forma para rezar mejor
delante del Señor. Sientes que quisieras aprovechar mejor ese tiempo que pasas
arrodillado – la mayoría de las veces – frente a Jesús.
La relación personal que cada
uno tiene con el Señor Jesús es algo tan único y particular que no es fácil
presentar una propuesta de qué hacer durante la adoración al Santísimo.
Por ello, no pretendo darles
una receta o pasos necesarios que todos deberían hacer. Más bien, algunas
propuestas y posibilidades que, ojalá, puedan enriquecer y darles luces para
sus siguientes visitas al Santísimo.
EMPECEMOS POR LO BÁSICO
Antes de presentarles
cualquier herramienta o consejo valioso, pienso que debe quedar claro que –
aunque suene sencillo y obvio lo que voy a decir – más allá de lo que puedas o
no sentir, en ese momento de adoración al Santísimo, estás contemplando a Jesús
Sacramentado.
Es una Persona real, que está
delante de ti. Está ahí porque te quiere escuchar. Es Alguien a Quien le puedes
hablar. Obviamente, no lo ves o escuchas como a cualquiera de nosotros. Pero,
independientemente de tu feeling o experiencia afectiva, hay un vínculo, un diálogo… pero espiritual.
Por eso es fundamental que
tengas una actitud interior de silencio. No me refiero a no hablar o hacer
ruidos, sino la concentración y actitud interior de silenciar tu mente, tu
imaginación, memoria. Todos esos ruidos que te distraen y no te permiten estar realmente presente en ese lugar de adoración.
Dicen que el silencio es el
portero de tu intimidad. Sin esa actitud interior de silencio no vas a poder
encontrarte con el Señor en tu interior. En ese «lugar» que llamamos corazón.
ACTITUD DE CONTEMPLACIÓN
Actualmente, se habla mucho de
meditación. ¿Cuántas veces habrás escuchado el
famoso mindfulness? Científicamente, están comprobados los
beneficios de vivir la meditación. No tengamos reparos o prejuicios cuando les
digo que es necesaria una actitud de meditación.
Porque, culturalmente, están
muy asociadas a recursos psicológicos, incluso del yoga o New Age. Pero el
cristiano también está llamado a meditar. Si
usamos una palabra más apropiada sería la contemplación.
La
contemplación nos permite adentrarnos en la vida mística. Esta no es otra cosa que la
relación espiritual que debemos tener con el Señor. Ya sea por gracia infusa,
gratuita. Sumada a nuestra actitud personal que implica ese disponerse con el
silencio – como ya lo hemos dicho –, así como otros medios de los que debemos
valernos para hacer efectivo ese encuentro místico, espiritual con el Señor.
Dios derrama su gracia, pero
necesita la interacción de nuestras facultades como la inteligencia para
buscarlo en verdad. La voluntad para querer ese encuentro.
EL EJEMPLO DE MARÍA Y JOSÉ
La Virgen María y San José
pueden enseñarnos mucho cuando se trata de vivir esa relación con el Señor. ¿Quién mejor que ellos para mostrarnos la mejor manera de
escuchar su Voz y hacerle caso?
El pasaje tan conocido de Lucas 2, 19 – cuando llegan los pastores y Reyes a
adorar al niño Jesús nacido en el pesebre -, así como Lucas
2, 41-50 – cuando encuentran a Jesús en el Templo conversando con los
Doctores de la ley – nos enseñan esa actitud de la Virgen de guardar y meditar
las Palabras del Señor en el corazón.
La misma Virgen – también lo
vemos en la respuesta que le da Jesús a su Madre en las Bodas de Caná – no
entiende algunas veces lo que Jesús le dice o lo que ve delante de sus ojos.
Ella misma recorre un camino pedagógico, en el que Cristo la va educando para
que crezca y madure en su fe. Seamos pacientes como la
Virgen, y dejémonos educar por el Señor cuando estamos frente al Sagrario.
De san José no escuchamos una
palabra, más allá de la obediencia y reverencia. Pero vemos cómo cumple la
Voluntad de Dios, cooperando con la misión salvífica de Jesús. ¡Cuántas palabras que no figuran en las Escrituras le
habrá dicho San José a lo largo de toda su vida oculta, enseñándole a Jesús en
su condición de hombre!
Ese es el silencio que debemos
aprender. Un silencio que implica una actitud muy activa de nuestra parte. No
es ausencia de bulla, ruido o movimiento. Sino una sintonía profunda, íntima
con el corazón de Jesús.
ENTONCES… ¿QUÉ HACER EN LA ADORACIÓN AL SANTÍSIMO?
Les confieso que esta lista de
lo que podemos hacer durante la adoración al Santísimo es fruto de un breve,
pero muy fructuoso diálogo con algunos de mis amigos y otros autores de
Catholic link. Me han dicho tantas cosas interesantes y valiosas, que
prácticamente voy a repetirles lo que me han dicho. Son varios consejos que,
por lo menos algunos, les pueden servir.
Más de uno me dijo cómo,
muchas veces, simplemente están en silencio
frente al Santísimo. Sin la preocupación de tener que decir algo. Saber que «ahí
está Cristo y yo estoy frente a Él». Contemplarlo. Contemplar Su
presencia, como lo decíamos anteriormente. Sin hacer nada. Gozar y alegrarse de
compartir un rato con nuestro mejor amigo.
Para otros, escuchar alguna música que ayude a la meditación es algo que motiva a generar un ambiente
espiritual. Otros me hablaron de leer las
Sagradas Escrituras o algún texto espiritual. Así como escribir.
De hecho, escribir ayuda
muchísimo a ordenar nuestras ideas y
nos obliga a tener que formular un pensamiento discursivo que, muchas veces,
nos permite profundizar mejor las ideas o pensamientos que tenemos o que nos
suscita el Espíritu.
Cuando reces, puedes repetir algunas de las oraciones y coronillas que existen por montón, pero – varios me lo dijeron – es importante
tener momentos en los que dialoguemos con el Señor. Así como lo estamos
haciendo ahora.
Finalmente, algunos me dijeron
que el Rosario ayuda, puesto que es María quién mejor nos
puede llevar al encuentro de su Hijo,
el Señor Jesús. Me parece que ahí está la justa medida. Rezarle a María
para que nos ayude a acercarnos a Cristo.
También
la oración de intercesión. Así como María intercede por nosotros ante su Hijo, nosotros podemos
aprovechar e interceder por nuestros familiares, amigos y todas aquellas
personas que queremos, como también a nuestros enemigos.
FINALMENTE, LO MÁS IMPORTANTE
Aunque suene sencillo y pueda
parecer un cliché, es importante
saber que esa comunicación… esa relación que experimentamos con Cristo es Amor.
Cristo nos ama y está en el Sagrario, realmente presente en Cuerpo y Alma, por
Amor a nosotros.
Es Alguien que debemos amar y
con Quien debemos cultivar nuestra relación de Amor. Debería ser nuestro mejor
amigo. Quien nos enseña que el Amor es el único camino para la verdadera
felicidad, que tanto queremos vivir.
Así que ya sabe: si te faltan palabras y no sabes bien qué hacer… pídele que te enseñe a
amar más, como Él nos lo ha enseñado.
Escrito por: Pablo Perazzo
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