Siempre me preguntan si es pecado tatuarse. En este vídeo hago una reflexión sobre el tema:
https://www.youtube.com/watch?v=UaHA_9tStUc
La espada de
Bolívar, por supuesto, que no es un objeto neutral.
Una
corona, un cetro, un orbe son objetos neutrales, símbolos de soberanía. Nadie
tiene que sentirse ofendido por lo que expresan: un
hecho, la soberanía.
Ahora
bien, la espada de Bolivar, en concreto, se manchó con la sangre de los
españoles. En una democracia se puede defender que aquel alzamiento no fue
moralmente lícito. A ver si en un régimen de libertad de expresión no puede
haber libertad para defender una cuestión histórica como esa. ¿No hay libertad para argumentar que no había razones
suficientes de opresión como para pagar un precio en sangre por lograr una
supuesta libertad? ¿No hay verdaderas razones para defender la postura de que
mantener la unión imperial era un beneficio para todos? Esa postura está
salvaguardada por la libertad de la constitución de Colombia, sin ninguna duda.
Desde una
visión cristiana, la guerra no es un medio más que se puede usar por razones
opinables. Es solo el recurso último que solo se puede usar ante opresiones
objetivas y que estén fuera de toda duda y, sobre todo, gravísimas. Pues el
derramamiento de sangre es algo tan grave que solo se puede usar como medio
ante un mal peor que ese derramamiento de sangre.
No, esa
espada no es algo neutral. Puede ofender a aquellos que tienen todo el derecho
a pensar de otra manera. La independencia y soberanía de Colombia es un hecho.
Pero qué se deba pensar de los sucesos acaecidos en el siglo XIX es algo
opinable. Las instituciones colombianas mantienen la soberanía, pero no deben
imponer su verdad sobre una cuestión histórica.
Durante
la ceremonia, nuestro rey hizo lo correcto al no levantarse al paso de ese
instrumento de muerte usado, hace siglos, contra sus compatriotas. Pero si,
encima, el presidente pide que aparezca en su toma de posesión, él, que estuvo
manchado con la sangre de inocentes en su etapa de guerrillero, entonces es un
acto de descaro.
Señor
presidente Petro, de todos los símbolos que podía haber escogido para el
comienzo de su mandato ha escogido el peor, el menos adecuado. Muy mal
empezamos dando a entender que no se arrepiente de su etapa como asesino.
Cierto, de entre todos los símbolos de la nación ha optado por escoger la
espada.
Si yo
hubiera sido usted, hubiera insistido en la unidad, en la armonía, en que voy a
ser presidente de todos los colombianos. ¿Y qué
hace usted? Tener a su lado una espada.
Menos mal
que no le dio por enarbolarla. Menos mal que no se ocurrió levantarla y moverla
en el aire como Johnny Depp, creyéndose a bordo de La Perla Negra en versión
bogoteña. Menos mal que no le dio por decapitar tres o cuatro muñecos rellenos
de paja, colocados allí para completar el espectáculo presidencial. Mejor
decapitar unos muñecos que correr con la espada detrás del rey de España,
queriéndolo trinchar como a un pato.
Dado todo
su historial, dado que ha dejado clara su admiración por Hugo Chávez, ¿por qué será que albergo un cierto temor de que al final
de su mandato le entren ganas de cambiar la constitución? No sé, lo de
la espada no acaba de tranquilizarme. Lo de la espada en alguien con un
historial como el suyo… no, no acaba de tranquilizarme.
P. FORTEA
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