Este jueves 18 de agosto comienza la novena a Santa Mónica, la mamá de San Agustín y patrona de madres y esposas, modelo para las madres cristianas.
De esta gran santa, el Papa Francisco dijo en 2013: “¡Cuántas lágrimas derramó esa santa mujer por la
conversión del hijo! ¡Y cuántas mamás también hoy derraman lágrimas para que
los propios hijos regresen a Cristo! ¡No pierdan la esperanza en la gracia de
Dios!”.
Santa Mónica rezaba y ofrecía sacrificios constantemente por la
conversión de su esposo, quien era un hombre violento y mujeriego. Años
después Dios le concedió este deseo y Patricio se bautizó.
También rezó durante 15 años por la conversión de su hijo Agustín, quien
llevaba una vida libertina.
Ya que la Iglesia celebra a Santa Mónica el 27 de agosto, aquí
presentamos una novena de preparación para su fiesta:
PRIMER
DÍA DE LA NOVENA A SANTA MÓNICA
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Por la señal de la santa cruz. De nuestros
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por
las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir
enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y
dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera
penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima
conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras
almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón
de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud
y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la
justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se
convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria
para todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo
de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas
venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la
compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad
nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la
gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la
gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres,
esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y
son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Primer día: Modestia
Señor, Dios omnipotente, que os complacisteis en adornar a vuestra
escogida sierva Santa Mónica, desde su tierna infancia, con los dones amables
de la modestia, de la castidad y del pudor; por lo que ella os agradó con estas
preciosísimas virtudes, concededme la gracia de amarlas y practicarlas como
ella, para que como ella os sirva y os agrade, mi Dios y mi Señor, en medio de
la vanidad y corrupción de este siglo, y así merezca conseguir los premios que
tenéis reservados a vuestros escogidos en la eterna bienaventuranza. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena
por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
Oración final para
todos los días
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia,
magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que
supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en
las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana!
Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay
llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y
lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para
que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos,
y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda,
como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y
descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro
corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los
siglos de los siglos. Amén.
V. Ruega
por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan,
que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada
madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la
intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la
indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
SEGUNDO
DÍA DE LA NOVENA A SANTA MÓNICA
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Por la señal de la santa cruz. De nuestros
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por
las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir
enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y
dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera
penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima
conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras
almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón
de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud
y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la
justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se
convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria
para todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo
de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas
venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la
compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad
nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la
gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la
gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres,
esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y
son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Segundo día: Devoción
¡Oh Dios de infinita gloria y majestad, que inefablemente os complacíais
en los sentimientos de piedad y devoción con que os amaba y servía vuestra
fidelísima sierva Santa Mónica, cuando con tanto gusto prefería las delicias
secretas de la oración y del recogimiento a las tiernas caricias de sus deudos
y a todos los halagos seductores del siglo y de la carne! Concededme, por la
intercesión de aquella vuestra sierva devotísima, la gracia de que yo os ame y
os sirva sin pecado hasta la muerte, y que prefiera siempre la dicha de
agradaros a todas las vanidades y deleites de la tierra, y así merezca
disfrutar un día las eternas y purísimas delicias de la gloria. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena
por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
Oración final para
todos los días
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia,
magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que
supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en
las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana!
Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay
llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y
lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para
que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos,
y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda,
como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y
descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro
corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los
siglos de los siglos. Amén.
V. Ruega
por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan,
que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada
madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la
intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la
indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
TERCER
DÍA DE LA NOVENA A SANTA MÓNICA
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Por la señal de la santa cruz. De nuestros
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por
las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir
enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y
dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera
penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima
conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras
almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón
de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud
y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la
justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se
convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria
para todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo
de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas
venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la
compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad
nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la
gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la
gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres,
esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y
son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Tercer día: Celo
¡Oh Dios de infinita gloria y majestad, que inefablemente os complacíais
en los sentimientos de piedad y devoción con que os amaba y servía vuestra
fidelísima sierva Santa Mónica, cuando con tanto gusto prefería las delicias
secretas de la oración y del recogimiento a las tiernas caricias de sus deudos
y a todos los halagos seductores del siglo y de la carne! Concededme, por la
intercesión de aquella vuestra sierva devotísima, la gracia de que yo os ame y
os sirva sin pecado hasta la muerte, y que prefiera siempre la dicha de
agradaros a todas las vanidades y deleites de la tierra, y así merezca
disfrutar un día las eternas y purísimas delicias de la gloria. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena
por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
Oración final para
todos los días
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia,
magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que
supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en
las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana!
Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay
llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y
lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para
que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos,
y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda,
como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y
descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro
corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los
siglos de los siglos. Amén.
V. Ruega
por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan,
que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada
madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión
de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu
gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
CUARTO
DÍA DE LA NOVENA A SANTA MÓNICA
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Por la señal de la santa cruz. De nuestros
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las
piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente
a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa
conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia;
por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de
aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel
dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda
culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda
mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y
la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos
y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria para
todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo
de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas
venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la
compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad
nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la
gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la
gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres,
esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y
son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Cuarto día: Oración
¡Oh Dios clementísimo y misericordiosísimo que en el corazón maternal de
Santa Mónica os dignasteis infundir el espíritu de la humildad y la oración
para que en constante súplica rogara en vuestra presencia por la salvación de
su esposo y la conversión de su querido hijo Agustín! Por lo mucho que ella os
agradó con su oración y sus lágrimas, concededme aquel mismo espíritu de
humildad y oración que ella tuvo, para que sepa yo rogar ante vuestro divino
acatamiento por las grandes necesidades de mi alma y de todos los que me están
por Vos encomendados, y de Vos merezca alcanzar para mi y para ellos, primero,
vuestra gracia, y después, la gloria. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena
por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
Oración final para
todos los días
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia,
magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que
supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en
las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana!
Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay
llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y
lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para
que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos,
y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda,
como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y
descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro
corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los
siglos de los siglos. Amén.
V. Ruega
por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan,
que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada
madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la
intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la
indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
QUINTO
DÍA DE LA NOVENA A SANTA MÓNICA
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Por la señal de la santa cruz. De nuestros
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por
las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir
enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y
dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera
penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima
conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras
almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón
de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud
y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la
justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se
convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria
para todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo
de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas
venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la
compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad
nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la
gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la
gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres,
esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y
son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Quinto día: Fe
¡Oh Dios omnipotente y en las promesas fidelísimo, que os dignasteis
inspirar a vuestra sierva Santa Mónica una fe tan grande acerca de la
conversión de su hijo Agustín, que, en los días de su tribulación, aseguraba a
su propio hijo que él había de venir adonde ella estaba, e hicisteis que se
cumpliese la profecía de un santo Obispo que al ver la fe y las lágrimas de
Mónica dijo: " Es imposible que hijo de tantas lágrimas perezca!".
Por lo mucho que os agradó la fe de aquella santa madre, concededme que tenga
yo tanta en vuestro poder y misericordia que alcance lo que os pido en esta
Novena, y por ello os glorifique mi alma por los siglos de los siglos. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena
por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
Oración final para
todos los días
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia,
magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que
supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en
las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana!
Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay
llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y
lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para
que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos,
y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda,
como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y
descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro
corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los
siglos de los siglos. Amén.
V. Ruega
por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan,
que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada
madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la
intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la
indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
SEXTO
DÍA DE LA NOVENA A SANTA MÓNICA
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Por la señal de la santa cruz. De nuestros
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por
las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir
enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y
dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera
penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima
conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras
almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón
de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud
y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la
justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se
convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria
para todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo
de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas
venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la
compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad
nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la
gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria
que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e
hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en
Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Sexto día: Esperanza
¡Oh Dios omnipotente y Padre de toda consolación, que os dignasteis
alentar tanta esperanza en el corazón de vuestra sierva Santa Mónica, que en
los días más amargos de su tribulación, cuando su hijo más se alejaba de Vos,
nunca dejó de esperar con grande confianza el cumplimiento de sus deseos y la
consecución de vuestras misericordias! Concededme por su intercesión y méritos
aquella firme esperanza que ella tuvo, para que jamás desfallezca yo en mi
oración y merezca conseguir lo que os pido para consuelo de mi alma y gloria
vuestra. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena
por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
Oración final para
todos los días
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia,
magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que
supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en
las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana!
Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay
llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y
lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para
que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos,
y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda,
como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y
descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro
corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los
siglos de los siglos. Amén.
V. Ruega
por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan,
que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada
madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la
intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la
indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
SÉPTIMO
DÍA DE LA NOVENA A SANTA MÓNICA
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Por la señal de la santa cruz. De nuestros
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por
las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir
enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y
dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera
penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima
conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras
almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón
de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud
y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la
justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se
convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria
para todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo
de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas
venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la
compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad
nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la
gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la
gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres,
esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y
son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Séptimo día: Caridad
¡Oh Dios, infinitamente bueno y digno de ser amado, que de tal modo
consolasteis a vuestra sierva Santa Mónica en las últimas horas de su vida,
que, viendo a su lado al hijo de su alma, Agustín, convertido totalmente a Vos
y santificado por las aguas del Bautismo, exclamaba que ya nada le quedaba que
hacer en este mundo sino volar a Vos para amaros y poseeros para siempre! Por
aquel tan grande amor con que os amaba la madre de Agustín sobre la tierra,
concededme os ruego, ¡oh mi buen Dios!, que os ame yo como ella, y que de tal
modo viva desprendida de todas las cosas y lazos de este mundo, que nada desee
fuera de Vos, y así merezca poseeros y gozaros por los siglos de los siglos.
Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena
por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
OCTAVO
DÍA DE LA NOVENA A SANTA MÓNICA
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Por la señal de la santa cruz. De nuestros
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por
las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir
enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y
dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera
penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión
de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel
dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda
culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda
mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y
la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos
y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria
para todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo
de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas
venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción
que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón
ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la
santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos
gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de
todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo,
Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Ocatvo día:
Perseverancia
¡Oh Dios de los escogidos y predestinados, que os dignasteis conceder a
vuestra sierva Santa Mónica una muerte tan dulce y tan dichosa en tierra
extraña, que, sin cuidarse de las honras de su cuerpo, sólo pensó en entregar a
Vos el alma, y encargó a su hijo Agustín que dejando descansar su cuerpo en la
tierra dondequiera que ella falleciese, no se olvidara de rogar durante los
días de su vida por el alma de su madre ante el altar del Señor! Por la
preciosa muerte de aquella santa madre, concededme la dicha de morir en Vos y
para Vos, como verdadera hija de la Iglesia, de suerte que consiga entrar en
Posesión de la bienaventuranza, donde me vea rodeada de mi esposo, de mis hijos
y de todos los seres queridos de mi corazón, y juntamente con ellos alabe allí
por siempre vuestras misericordias. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena
por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
Oración final para
todos los días
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima
en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste
edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las
alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana!
Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay
llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y
lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para
que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos,
y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda,
como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y
descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro
corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los
siglos de los siglos. Amén.
V. Ruega
por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan,
que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada
madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la
intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la
indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
NOVENO
DÍA DE LA NOVENA A SANTA MÓNICA
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Por la señal de la santa cruz. De nuestros
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por
las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir
enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y
dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera
penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima
conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras
almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón
de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud
y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la
justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se
convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria
para todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo
de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y
concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las
misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras
plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas
venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a
suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la
compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad
nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la
gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la
gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres,
esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y
son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Noveno día: Interseción
de los santos
¡Oh Dios, que siempre te complaces en la gloria de tus Santos y te
muestras en ellos admirable, para que sean venerados de las gentes, y así, en
el traslado de las santas reliquias de vuestra sierva Mónica, desde el puerto
de Ostia a la Ciudad Eterna, os dignasteis honrarla con el júbilo de los
pueblos que la saludaban a su paso, con la devoción de tantas madres que salían
a ofrecerle sus hijos y sus lágrimas, y la acompañasteis en aquel glorioso
viaje con los prodigios de vuestra omnipotencia, haciendo, por su mediación,
grandes milagros! Por el suave aroma que exhalan en vuestra presencia los
restos venerados de aquella mujer santa y admirable, dignaos despertarme de mi
tibieza, resucitarme a vuestra gloria y concederme cuanto os pido para mi salud
eterna y la de todos aquellos que Vos habéis puesto bajo mi amor y cuidado.
Glorificad de este modo vuestro nombre.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena
por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
Oración final para
todos los días
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia,
magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que
supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en
las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana!
Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay
llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y
lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para
que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos,
y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda,
como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y
descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro
corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los
siglos de los siglos. Amén.
V. Ruega
por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan,
que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada
madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la
intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la
indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
Redacción
ACI Prensa
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