CADA 8 DE AGOSTO LA IGLESIA CATÓLICA CELEBRA A SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, FUNDADOR DE LA ORDEN DE PREDICADORES.
EN CUNA DE SANTOS
Domingo nació el 8 de agosto de 1170, en Caleruega, Burgos (España). Su
madre fue la Beata Juana de Aza, y su padre, el Venerable don Félix Núñez de
Guzmán.
De los 14 a los 28 años vivió en Palencia, donde recibió una cuidadosa
educación en artes (humanidades), filosofía y, finalmente, teología. En esa
misma ciudad, llegó a ser profesor de la escuela catedralicia por un periodo de
cuatro años.
GENEROSO Y DESPRENDIDO
Para 1190, Domingo ya había terminado la carrera y recibido la tonsura.
Por ese entonces se vivía un clima de tensión en la Península: a la presencia
bélica de los moros -es decir, la población árabe-musulmana- en España, se
añadían los continuos enfrentamientos entre los príncipes cristianos.
En la región de Palencia se produjo entonces una gran hambruna. Tal
situación tocó profundamente a Domingo quien, compadecido por la miseria en la
que muchos vivían, empezó a servir a los más necesitados. Se dice que se
deshizo de gran parte de sus pertenencias y de su biblioteca personal con el
propósito de reunir algún dinero y donarlo.
HACER OFRENDA DE UNO
MISMO
Cierto día, llegó ante Domingo una mujer con el rostro cubierto de
lágrimas. Ella le relató al santo cómo su hermano había caído prisionero de los
moros y cómo estos se lo habían llevado. Domingo, de inmediato, fue a ofrecerse
a sí mismo en rescate por aquel hombre.
Ese solo gesto, lleno de valentía y generosidad, hizo que los captores
del muchacho desistieran del propósito de retenerlo. Al final, no fue ni
siquiera necesario que Domingo se entregara. La determinación que había
mostrado Domingo le ganó el reconocimiento del pueblo.
ANUNCIAR AL SEÑOR CON
PROPIEDAD
A los 24 años de edad fue llamado por el obispo de Osma para ocupar el
cargo de canónigo de la catedral, y, un año después, fue ordenado sacerdote.
Más adelante, el obispo de Osma tuvo que viajar a Dinamarca por encargo
del rey Alfonso VIII y decidió llevar a Domingo consigo. Durante el viaje, el
santo quedó impactado por el alcance que tenía la herejía albigense (catarismo)
en aquellas tierras. Eso lo llevó al convencimiento de que una buena
predicación del Evangelio era indispensable, y que si se predicaba de manera
didáctica sería posible apartar del error a los incautos, y así fortalecer la
fe del pueblo.
LA ORDEN DE LOS
PREDICADORES
Para 1207, Santo Domingo se encontraba completamente dedicado a su labor
misionera y apostólica. Junto a él se había formado un grupo de compañeros que
compartían el deseo de ser buenos predicadores. Como Domingo, ellos también
habían dejado atrás todo tipo de comodidades y vivían ahora de la limosna.
Domingo se aboca a la formación de sacerdotes para que prediquen con
locuacidad la sana doctrina. Más tarde fundaría la Orden de Predicadores (a los
que se conocería después como dominicos). La Orden fue constituida en Toulouse
(Francia), durante la denominada Cruzada albigense, luego sería confirmada por
el Papa Honorio III, el 22 de diciembre de 1216.
A lo largo de su vida, el Domingo recibió hasta tres pedidos papales
para ser obispo, pero siempre declinó para ocuparse de su Orden. Los años
posteriores a 1216 fueron de un esfuerzo espiritual extenuante; el santo no
descansaría hasta ver consolidada su fundación.
EL ROSARIO
Según la tradición, respaldada por numerosos documentos pontificios,
cierta noche, Santo Domingo, mientras oraba, tuvo una visión en la que la
Virgen María aparecía en su auxilio y le entregaba el Rosario, refiriéndose a
este como el arma más poderosa para ganar almas.
La Virgen le enseñó a rezarlo y le pidió que hiciera lo mismo con todo
aquél que pudiese. Ella hizo además una promesa: todo
aquel que lo rezara obtendría gracias abundantes. Así, Domingo se
convertiría en el más grande propagador de la oración a Nuestra Madre, el Santo
Rosario, la oración mariana por excelencia.
Santo Domingo de Guzmán, quien conoció y trató a San Francisco de Asís,
fundador de los Frailes Menores -la otra gran Orden mendicante-, partió a la
Casa del Padre en Bolonia (Sacro Imperio Germánico, hoy Alemania) el 6 de
agosto de 1221. Tenía 50 años.
El Papa Gregorio IX lo canonizó en 1234. El Papa dijo de él: “De la
santidad de este hombre estoy tan seguro como de la santidad de San Pedro y San
Pablo”.
ÓRDENES MENDICANTES Y
ESPÍRITU MISIONERO
Los dominicos y franciscanos -ambas órdenes mendicantes- se convirtieron
en los pilares que sostuvieron a la Iglesia durante las crisis del siglo XIII y
la baja Edad Media. Hoy, con renovado ardor, los hijos de Santo Domingo siguen
invitados a la hermosa aventura de predicar a Cristo.
El año pasado (2021) se celebró el VIII Centenario de la muerte de Santo
Domingo de Guzmán. Con ocasión de ello, el Papa Francisco envió una carta a al
hermano Gerard Francisco Timoner O.P., Maestro General de la Orden de
Predicadores, en la que le señalaba:
«En nuestro tiempo, caracterizado por grandes
transformaciones y nuevos desafíos a la misión evangelizadora de la Iglesia,
Domingo puede servir de inspiración a todos los bautizados, llamados, como
discípulos misioneros, a llegar a todas las “periferias” de nuestro mundo con
la luz del Evangelio y el amor misericordioso de Cristo. Hablando de las líneas
temporales perennes de la visión y el carisma de santo Domingo, el Papa
Benedicto XVI nos recordaba que ”en el corazón de la Iglesia debe arder siempre
un fuego misionero” (Audiencia general, 3 de febrero de 2010)».
Si quieres saber más sobre Santo Domingo de Guzmán,
te recomendamos este artículo de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/Santo_Domingo_de_Guzmán
Redacción ACI Prensa
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