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Desde
hace años llevo hablando del cambio de época que se avecina. (Parecía que decía
cosas contra el avance de la historia. Pero ahora vamos viendo los dientes al
lobo). Equivocado o no, era mi
convicción de que los cambios sociológicos acabarían alcanzando la suficiente
masa crítica para cambiar el régimen político del que disfrutamos en toda
Europa. (Lenguaje
técnico para expresar verdades muy sencillas, bíblicas). Por decirlo
de un modo bíblico, la gran apostasía provocará un nuevo tipo de dictadura;
que, por supuesto, será rabiosamente antifascista.
El caso
de Chile es todo un presagio de lo que nos espera. (Lo que no me esperaba es una carta magna tan
tan chapucera). Una sociedad en la
que era impensable un cambio radical de tipo liberticida es ahora una de las
piezas que se ha situado cerca del borde, en ese punto en que caería del
tablero.
La moda
de cambiar la constitución está incendiando, una a una, progresivamente, las
democracias de Hispanoamérica. Ahí tenemos el camino que seguirá Europa. El
fruto va madurando y se va viendo los colores que va a ir adquiriendo. Igualdad, libertad, tolerancia, esa es la nueva divisa de los dictadores del siglo
XXI.
Dada la
irracionalidad que rige en la propuesta de constitución de Boric (de Boric, no del
Pueblo), dada la conculcación de
derechos tan impudorosa, atacar a la Iglesia con futuras leyes ya sería como
una conclusión lógica de todo lo que dice la propuesta de constitución. Eso ya
no sorprendería a nadie.
P. FORTEA
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