sábado, 16 de julio de 2022

NUEVO VICARIO GENERAL EN MI DIÓCESIS

 En mi diócesis ha habido un cambio de vicario general. El nuevo vicario, don Francisco, es muy joven, yo creo que debe tener 38 o 39 años. Lo conocí como laico, antes de que entrara en el seminario.

Os puedo asegurar que en ningún momento he valorado en mi mente si era adecuado o no este nombramiento. Cuando se produce un nombramiento en mi diócesis, siempre pienso que es el obispo el que conoce las capacidades y virtudes del designado. Él tiene una visión más amplia, más completa, que la mayoría de los sacerdotes, y desde luego incomparablemente mejor que el conocimiento que pueda tener yo. Por esa razón jamás he juzgado nada, ni lo más mínimo, acerca de este y todos los demás nombramientos.

Digo que es “más completa que la mayoría de los sacerdotes” porque el conocimiento siempre será mayor por parte de los sacerdotes que son amigos y compañeros de trabajo, durante años, de alguien nombrado para un cargo. En ese sentido, en cualquier nombramiento, siempre puede haber alguien, como es lógico, que conoce mejor al designado. Pero a efectos generales hacer un acto de confianza en la decisión episcopal no solo es un acto de virtud, sino que también es lo más razonable.

Alguien podría pensar que me puede costar, algún día, obedecer una orden proveniente de alguien más joven que yo, que conocí como laico. Para nada. La autoridad a la que me someto es sagrada. Que el que me mande algo sea más joven que yo, sinceramente no me cuesta. Obedezco por Dios, el medio es lo de menos.

Cuando entré al despacho del nuevo vicario, le saludé con el alma limpia, con la mirada cándida, dándole mi enhorabuena con toda sinceridad.

P. FORTEA

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