260 metros de longitud
Segundo récord reconocido por
el Guinness World Records a instancias de la Asociación para la Defensa del
Valle de los Caídos y la Asociación para la Investigación y Protección del
Patrimonio Histórico San Miguel Arcángel. El primero es el de la Cruz más grande
del mundo
(Agencias/InfoCatólica) La Basílica pontificia de la Santa
Cruz del Valle de los Caídos suma su segundo récord mundial: los 260 metros de longitud, la
convierten como la iglesia más larga del mundo según
reconoce el Guinness World Records
hoy 18 de julio.
La basílica pontificia
excavada en la roca bajo el risco de la Nava, en el valle entonces llamado de
Cuelgamuros, en las estribaciones de la sierra de Guadarrama, fue construida
entre 1940 y 1958 bajo la dirección de los arquitectos Pedro Muguruza y Diego
Méndez, que lo sustituyó en 1950 tras la enfermedad del primero.
Según la publicación Expreso,
la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos y la Asociación para la
Investigación y Protección del Patrimonio Histórico San Miguel Arcángel las
entidades que han conseguido esta certificación del Guinness World Records
(GWR) que ‘verifica y otorga a la Basílica del
Valle de los Caídos el reconocimiento como la iglesia más larga del mundo’,
con 260 metros de longitud.
La Basílica tiene 260 metros
de longitud medidos desde la puerta exterior de entrada de bronce obra de
Fernando Cruz Solís hasta el coro, una sillería de nogal labrada por Ramón
Lapayese donde se sitúan los monjes y la Escolanía durante la Santa
Misa. Después de traspasar la puerta y atravesar el vestíbulo se llega a
la gran reja que da acceso al espacio propiamente sagrado, obra de José
Espinós. Justo antes de la reja, dos ángeles con espadas, de Carlos Ferreira,
custodian la entrada como los ángeles del Paraíso. Según testimonio del
fundidor, están elaborados con bronce de cañones de la guerra, en señal de que
ésta por fin había terminado.
La nave está a un nivel más
bajo para realzar el presbiterio y romper la monotonía de un espacio tan largo.
Inicialmente iba a tener sólo 9 metros de ancho por otros tantos de alto, pero
se comprendió que esas dimensiones causarían sensación de claustrofobia y se
decidió agrandar. Ahora tiene un ancho de 18 metros.
A lo largo de la nave, existen
seis capillas las laterales dedicadas a distintas advocaciones de la Virgen
como Patrona de los Ejércitos y por su vinculación a aspectos importantes de la
Historia de España. Por orden de entrada, a la derecha: Inmaculada Concepción,
Nuestra Señora del Carmen (ambas son obra de Carlos Ferreira) y Nuestra Señora
de Loreto (Ramón Mateu); a la izquierda; Nuestra Señora de África (Ferreira),
Nuestra Señora de la Merced (Ramón Lapayese) y Nuestra Señora del Pilar
(Mateu). En los espacios entre cada capilla hay ocho tapices con escenas
del Apocalipsis, copia de una colección flamenca del siglo XVI adquirida por
Carlos V y traída a España por Felipe II. Los originales se encuentran en el
Palacio de La Granja. No obstante, estas copias tienen un destacado valor.
Detrás de cada capilla y de
las dos grandes capillas laterales del crucero (Santísimo y Sepulcro),
descansan los restos de casi 34.000 caídos en la Guerra Civil española,
conforme al registro existente de ellos, o más de 50.000 e incluso hasta cerca
de 70.000 según otras estimaciones muy probables. Son caídos de ambos bandos,
procedentes de todas las regiones de España, en señal de hermanamiento y
reconciliación.
SEGUNDO RÉCORD
Para la Basílica pontificia es
el segundo récord reconocido, el primero fue reconocido el pasado mes de marzo
como la Cruz más grande del mundo.
Se trata del segundo Récord
Guinness reconocido al Valle de los Caídos, ya que sobre la basílica se eleva la Cruz más grande del mundo, título reconocido el pasado mes de marzo con 152,4 metros de altura.
ESPIRITUALIDAD DE LA
BASÍLICA PONTIFICIA DEL VALLE DE LOS CAÍDOS
El Papa San Juan XXIII resumió las líneas maestras de la espiritualidad
de este monumento en el breve pontificio Salutiferae Crucis, publicada el 7
de abril de 1960, por el que concedió el título de Basílica Menor a la iglesia
de Santa Cruz del Valle de los Caídos, que comienza con las siguientes
palabras: «Yérguese airoso en una de las cumbres de
la sierra de Guadarrama, no lejos de la Villa de Madrid, el signo de la Cruz
Redentora, como hito hacia el cielo, meta preclarísima del caminar de la vida
terrena, y a la vez extiende sus brazos piadosos a modo de alas protectoras,
bajo las cuales los muertos gozan el eterno descanso.
Este monte sobre el que se
eleva el signo de la Redención humana, ha sido excavado en inmensa cripta, de
modo que en sus entrañas se abre un amplísimo templo, donde se ofrecen
sacrificios expiatorios y continuos sufragios por los Caídos en la guerra civil
de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos y
aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega
sin cesar por toda la nación española».
Un poco más adelante, el Papa
hace un repaso de los elementos más notorios del templo: «En el frontis ya del templo subterráneo se admira la
imagen de la Virgen de los Dolores que abraza en su seno el cuerpo exánime de
su Divino Hijo, obra en que nos ha dejado el artista una muestra de arte
maravilloso. A través del vestíbulo y de un segundo atrio, y franqueando
altísimas verjas forjadas con suma elegancia, se llega al sagrado recinto,
adornado con preciosos tapices historiados; se muestra en él patente la piedad
de los españoles hacia la Santísima Virgen en seis grandes relieves de elegante
escultura, que presiden otras tantas capillas. En el centro del crucero está
colocado el Altar Mayor, cuya mesa, de un solo bloque de granito pulimentado,
de magnitud asombrosa, está sostenida por una base decorada con bellas imágenes
y símbolos. Sobre este altar, y en su vértice, se eleva, en la cumbre de la
montaña, la altísima Cruz de que hemos hecho mención. Ni se debe pasar por alto
el riquísimo mosaico en que aparecen Cristo en su majestad, la piadosísima
Madre de Dios, los apóstoles de España Santiago y San Pablo y otros
bienaventurados y héroes que hacen brillar con luz de paraíso la cúpula de este
inmenso hipogeo».
Y por eso concluye diciendo: «Es, pues, este templo, por el orden de su estructura,
por el culto que en él se desarrolla y por sus obras de arte, insigne entre los
mejores, y lo que es más de apreciar, noble sobre todo por la piedad que
inspira y célebre por la concurrencia de los fieles».
El cardenal Cicognani, enviado
por Juan XXIII, incidió también en algunos aspectos fundamentales en la homilía
de la Misa de consagración de la Basílica el 4 de junio del mismo año, como la
presencia de la Orden de San Benito en el lugar: «Contiguo
a la Basílica, se ha edificado un gran Monasterio destinado a una Congregación
religiosa, puesta al servicio de los fieles, y se ha escogido para ello una
Comunidad de la Orden de San Benito, que tiene la peculiaridad de unir a la
dispensatio donorum Dei la obligación de la laus perennis, por la cual la
Nación española rezará diariamente con la Iglesia, para la Iglesia, en nombre
de la Iglesia. […] Esta Basílica, al igual que toda otra Basílica, debe ser un
centro de irradiación espiritual, un santuario adonde se dirijan los
sentimientos de adoración y veneración de los fieles. Esta Basílica, dedicada a
la Santa Cruz, debe ser como un místico recinto donde las almas se encuentren
en su propia atmósfera para meditar los misterios de Dios, especialmente el de
la Redención. Cristo crucificado, que se alza aquí en el altar mayor, en una
pieza de arte admirable, y en la cumbre de la montaña la altísima Cruz, lanzada
a los espacios cual flecha que señala el cielo, como señal de esperanza y
garantía de salvación; una cruz que domina todo el valle y lo ilumina cual faro
de luz redentora. […] Frente a la Cruz, salen al paso a nuestro espíritu el
pensamiento y la doctrina de San Pablo en su Carta a los fieles de Colosas
acerca de Cristo y del sacrificio de la Cruz, en el cual ve San Pablo la
redención y la reconciliación del género humano con Dios, y la pacificación de
todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, merced al primado que
sobre todas las cosas tiene Cristo».
El cardenal recuerda por eso
las finalidades espirituales para las que ha sido construido el monumento: «aplacar asiduamente a Dios, ofrecer sufragios por las
almas de los muertos en la guerra y rezar por la Nación española».
La clave espiritual del
monumento, por tanto, es la Redención obrada por Cristo y su valor de
reconciliación: entre Dios y los hombres y de éstos entre sí.
¿CAMBIO DE NOMBRE?
La última iniciativa del
gobierno social-comunista incluye en su propuesta de ley sobre «Memoria democrática» un presunto cambio de nombre
de Valle de los Caídos al que tenía previamente a la construcción del templo: Cuelgamuros.
Está por ver todavía la
materialización, puesto que aún debe ser una ley aprobada por el Senado. Dado
que «Valle de los Caídos» pertenece al
nombre de la Basílica y la Abadía, como se puede ver en breve pontificio de
Juan XXII, da la sensación de que el gobierno va a cambiarle de
nombre a un valle y quizá a las
partes del conjunto monumental que no pertenezcan al templo.
Como algunos expertos han
señalado, quizá el nombre de Cuelgamuros sea todavía más políticamente
incorrecto que el actual, pues no es más que el el antiguo Pinar de Cuelga
Moros, nombre que se modificó en el siglo XIX por Cuelgamuros.
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