domingo, 26 de junio de 2022

POR FIN HE LEÍDO EL TEXTO COMPLETO DEL FALLO DE HOY DEL TRIBUNAL SUPREMO RESPECTO AL ABORTO.

(Continúa del post anterior).

https://www.supremecourt.gov/opinions/21pdf/19-1392_6j37.pdf

Impresionante la implacable lógica que aplica. Es un texto impecable. Y, precisamente por eso, hace trizas la sentencia del Caso Roe. No muestra la más mínima misericordia. Aquí entresaco algunas perlas:

Like the infamous decision in Plessy v. Ferguson, Roe was also egregiously wrong and on a collision course with the Constitution from the day it was decided.

Without any grounding in the constitutional text, history, or precedent, Roe imposed on the entire country a detailed set of rules for pregnancy divided into trimesters much like those that one might expect to find in a statute or regulation.

Roe’s failure even to note the overwhelming consensus of state laws in effect in 1868 is striking, and what it said about the common law was simply wrong.

The arbitrary viability line, which Casey termed Roe’s central rule, has not found much support among philosophers and ethicists who have attempted to justify a right to abortion.

Those criteria, at a high level of generality, could license fundamental rights to illicit drug use, prostitution, and the like.

En mi vida, a causa de mi pasión por el Derecho, he leído unas cuantas sentencias de tribunales. Pero esta es la primera vez que veo cómo un Tribunal Supremo desautoriza sin la menor piedad a sus colegas de unos años antes. Podían haber cambiado la doctrina con modos más diplomáticos. Pero han optado por decir la verdad: aquello fue un inmenso error sin ningún fundamento en el Derecho.

CONCLUSIÓN: (Esta conclusión no es del Tribunal Supremo, sino mía). El feto nunca fue parte del cuerpo de la madre, sino un cuerpo dentro de su cuerpo. Pero es que, además, tampoco hay un derecho legal a hacer lo que quieras con tu cuerpo. Hay innumerables ejemplos legales de ello. No se puede vender un riñón, y eso sí que es parte de tu cuerpo.

Los tribunales supremos de muchos países han querido resolver por vía de decreto una cuestión filosófica de la que lo mínimo que se podía decir era que distaba de estar resuelta. Si hubieran actuado con justicia tantos jueces, lo mínimo que deberían haber reconocido era que se trataba de una cuestión filosófica no resuelta, pero en la que estaba en juego la vida de millones de seres humanos. Y en la que, por tanto, no se podía proceder hasta resolverla.

P. FORTEA

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