JOHN ESSEFF HA SIDO 40 AÑOS EXORCISTA EN EEUU Y GRAN DIVULGADOR DE ESTA DEVOCIÓN
John Esseff ha sido exorcista durante más de 40
años y en su ministerio el Sagrado Corazón ha sido un sostén constante.
La Iglesia Católica dedica
cada mes de junio al Sagrado Corazón, una devoción que durante siglos ha ayudado a
millones de personas, y también en este tiempo donde vuelve a coger
impulso. Una de las personas cuyo ministerio ha quedado
marcado por el Corazón de Jesús ha sido monseñor John Esseff, uno de
los exorcistas más
veteranos de EEUU con más de 40 años de experiencia en este ministerio de lucha
contra el poder de Satanás.
A sus 92 años, Esseff, sacerdote
de la diócesis de Scranton que fue director espiritual de Santa Teresa de Calcuta, ha sido durante décadas uno de los
pocos exorcistas en un momento en el que incluso en la propia Iglesia se
minusvaloró el poder del demonio. Pero se empeñó en alertar de la acción del
mal en el mundo y fue uno de los fundadores y presidente del Instituto Papa
León XIII para la “educación y
formación de los sacerdotes en el santo ministerio del exorcismo y la
liberación”.
No parece extraño que un exorcista que lucha contra el “príncipe de este mundo” sea
profundamente devoto del Sagrado Corazón y
sea este parte central de su ministerio sacerdotal.
Este veterano exorcista tiene una
relación con el Sagrado Corazón que va mucho más allá de la devoción, pues la
descubrió a través de una
impresionante experiencia mística que tuvo en Roma en el año 1959 y
sobre la que ha hablado con el National Catholic Register.
LA
EXPERIENCIA EN SAN JUAN DE LETRÁN
Monseñor Esseff cuenta que
durante aquella estancia en Roma decidió visitar dos de las basílicas mayores
de Roma, Santa María la Mayor y San Juan de Letrán.
En esta última se produjo el acontecimiento que marcaría su vida sacerdotal.
“Cuando entré en la
capilla del Santísimo Sacramento en San Juan de Letrán, tuve la experiencia más
abrumadora de oración en toda mi vida. Quedé sobrepasado por la
presencia, la majestad, el asombro y el poder de Dios”, relataba.
El sacerdote indicaba que ante
esta presencia cayó de rodillas y postró ante el Santísimo. “La asombrosa presencia de Dios se apoderó de Dios se
apoderó de mí y estaba temblando y llorando. Todo lo que pude decirle a Dios
fue: ‘¿Qué quieres, Señor?’”.
En ese momento –agregaba Esseff,
escuchó a Dios que le respondía: “Caridad”. “No
podía ni moverme. El estado de oración extática duró mucho
tiempo. Cuando me orienté, me levanté y me acerqué al altar.
Tuve la misma experiencia de la presencia de Dios y supe que era el Señor
Jesús. Lloré y grité: ‘¿Qué quieres, Señor?’”, contaba este sacerdote.
"ENSEÑA
EL AMOR DE MI SAGRADO CORAZÓN"
La respuesta en este caso de Dios
fue: “Amor”. De nuevo, el éxtasis duró
mucho tiempo. Se levantó y tuvo una tercera experiencia mística. El exorcista
explicaba que se tumbó “en el suelo en oración y el
Señor dijo: ‘Enseña el amor de mi Sagrado Corazón’. Un momento después de eso escuché: ‘Aprende más sobre el
Papa enterrado en esta capilla’”.
Monseñor Esseff tuvo la certeza
cuando acabó esta experiencia que haría lo que Dios quisiera que hiciera.
Estaba aturdido pues había llegado a la basílica por la mañana pronto y había
pasado mucho tiempo. Decidió hacer una visita con
guía a la basílica y escuchó que el Papa que estaba enterrado allí era León
XIII.
LEÓN
XIII Y EL SAGRADO CORAZÓN
“Me quedé y oré
ante la tumba. Sabía que el Papa León XIII había abordado
muchos problemas sociales relacionados con los pobres y las
clases trabajadoras”, contaba el sacerdote.
“De vuelta a su
casa, investigué y aprendí que el último acto del papado del Papa León XIII
fue entronizar al mundo entero con el Sagrado Corazón de Jesús. Comprendí
entonces que la devoción al Sagrado Corazón sería una parte importante de mi
sacerdocio. Se convirtió tanto en mi devoción personal como en una que he
promovido para otros. He llegado a ver que Jesús desea ser el rey del mundo
entero y debo promover esta devoción a todos”, afirmaba
convencido. Y evidentemente le ha ayudado mucho en su extenso ministerio como
exorcista.
Por ello, monseñor Esseff
considera que “cuando colocamos la imagen de
Jesús en un lugar de honor y lo proclamamos públicamente como Señor es un
símbolo con el que mostramos al mundo entero que este hogar está bajo el
Corazón de Jesús. Este reconocimiento del reinado
del Corazón de Cristo sobre nosotros no está reservado sólo para las familias,
sino que está abierto a personas concretas, parroquias, diócesis, comunidades o
instituciones. Cuando nos consagramos al Sagrado Corazón para vivir bajo
su reinado aceptamos su señorío sobre nuestras familias y sobre el mundo”.
También reconocido como autor de
espiritualidad, este sacerdote insiste en que “el
Sagrado Corazón enciende un fuego de amor en cada corazón. Si
tienen a Jesús tienen el fuego y ese fuego es el Espíritu Santo”.
John Esseff fue
director espiritual de la Madre Teresa
De hecho, monseñor Esseff comenta
que él ha “entronizado a Jesús en prisión y he visto
transformaciones asombrosas. Toda institución necesita ser transformada: judiciales, hogares de ancianos, instituciones mentales,
escuelas, toda la sociedad necesita experimentar la civilización del amor.
Nada debe ser excluido porque toda la humanidad anhela el amor de Dios. “Todo corazón humano fue hecho
para Jesús y su civilización del amor. Todos somos uno con el otro en Cristo, y
no hay ningún lugar que no le pertenezca”.
EL
DEMONIO Y LA ACEPTACIÓN DEL PECADO
Como exorcista, este anciano
sacerdote explica que “a medida que la aceptación del
pecado ha aumentado, también lo ha hecho la actividad demoníaca”.
Ante esta situación, añade,
“los obispos veían la necesidad de que hubiera más
exorcistas entrenados porque muchos casos eran enviados desde todo el país a
las diócesis que sí tenían exorcistas”. Y a su juicio, “una persona debe ser atendida en su propia diócesis”.
Monseñor Esseff dice estar
esperanzado por el hecho de que cada vez más son los obispos que son
conscientes de su papel como “exorcista jefe de la
diócesis” aunque alertó de que “también hay cierta resistencia
de la realidad de Satanás” en el seno de la Iglesia, entre sacerdotes y obispos que consideran como
si sólo existiera “el mal y no el diablo”.
“El
único que puede vencer a Satanás es Jesús. Él vencerá el reino del mal con la
luz. Y cada sacerdote representa a Jesús. El diablo no ve al sacerdote, él ve a
Jesús”, afirma este veterano exorcista.
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