¿Qué sentía María en esos momentos? ¿qué pensaba? ¿qué recuerdos le venían a la memoria? ¿qué le decía a Jesús? ¿cuál era su experiencia interior?
Por: P Evaristo Sada LC | Fuente:
www.la-oracion.com
Los seres humanos tenemos capacidad de
sintonizar con los sentimientos de otra persona, penetrarlos y hasta cierto
punto apropiarlos. Podemos ponernos en el lugar del otro, comprender sus
emociones y sentimientos y sentir juntamente con él.
Es posible conectar con el otro y participar de su experiencia interior. Esto
abre un mundo maravilloso en la vida de oración. Con la ayuda de la gracia, es
un modo de hacer oración contemplativa.
Ciertamente la empatía tiene sus límites, pues la experiencia personal será
siempre personal; las vivencias de cada uno serán siempre propias y únicas.
¿En qué consiste esta
"oración por empatía"?
Por ejemplo, en este tiempo litúrgico, consiste en centrar nuestra atención en
la Virgen María y tratar de sintonizar con los sentimientos de María durante la
pasión, muerte y resurrección de Jesús. He empleado esta modalidad de oración
durante el triduo pascual y lo sigo aplicando ahora en la pascua. Me está
ayudando mucho.
Tratar de meterse al corazón de la Madre de Jesús y Madre nuestra mientras en
silencio y soledad acompaña a su Hijo en cada momento de su pasión y en su
resurrección. Algunas preguntas que ayudan: ¿qué
sentía María en esos momentos? ¿qué pensaba? ¿qué recuerdos le venían a la
memoria? ¿qué le decía a Jesús? ¿qué escuchaba? ¿cuáles eran sus actitudes?
¿cuál era su experiencia interior?
Detenerse en cada paso, sin prisa. Un día se puede tomar una escena, otro día
otra. O permanecer durante varios días en la que más ayude a cada uno. Este
modo de orar supone un fuerte cultivo de la capacidad de escucha.
Se trata de contemplar y
sentir profundo
No hacen falta muchos pensamientos, se trata de contemplar y sentir profundo,
identificándose con la oración de María: durante la
última cena, durante la oración en el huerto, cuando fue apresado, cuando
estaba en la cárcel, cuando fue condenado a muerte, cuando subía el Calvario
con la cruz a cuestas, cuando fue crucificado, durante su agonía, cuando
expiró, cuando resucitó, cuando encontró a María en el huerto, cuando se
apareció a los suyos...
Gozar con Cristo
Resucitado desde el corazón de María
Desde el Sábado Santo me ha ayudado mucho gozar con Cristo Resucitado desde el
corazón de su Madre.
En la resurrección de Jesús confluyen:
1. El amor del Padre que lleno de conmoción vio morir a su Hijo diciendo: "Todo está cumplido" (Jn 19,30), "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23,45). Con la Resurrección, el Padre respondió a la súplica de Jesús en el huerto: ¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mi este cáliz (Mc 14,36).
2. El poder del Espíritu de amor que hace nuevas todas las cosas (Ap 21,5)
3. La pasión de amor de Cristo por el hombre que quiere permanecer siempre a su lado: "Yo estaré con
vosotros hasta la consumación de los tiempos." (Mt 28,20)
Y María participa en la Resurrección de Cristo con su dolor y su esperanza
Con la muerte de Jesús parecía fracasar la
esperanza de cuantos confiaron en Él. Aquella fe nunca dejó de faltar
completamente, sobre todo en el corazón de la Virgen María, la Madre de Jesús,
la llama quedó encendida con viveza también en la oscuridad de la noche. (Benedicto XVI, 8 de abril de 2012) y a través de la
experiencia transformante de la Pascua de su Hijo, se convierte en Madre de la
Iglesia, o sea, de cada uno de los creyentes y de toda la comunidad. (Benedicto
XVI, Regina Coeli, 9 de abril 2012)
¡Qué fácil es gozar con Cristo Resucitado desde el
corazón de su Madre mientras le contempla vivo y glorioso!
Oración
Madre: Mientras el sábado santo se
libraba el combate entre la Luz y las tinieblas, el Espíritu Consolador invadía tu corazón, aliviando tu
dolor, el Padre terminaba su obra maestra:
Cristo Resucitado, y
tú en silenciosa espera...
¡Cuánto aprendo de tu silencio sonoro!
Gracias, Madre, por permitirme
entrar en el jardín de tu alma y acompañarte en tu dolor. No me cabe la menor duda de que fuiste tú la primera a quien
buscó Jesús resucitado.
¿Qué pasó en tu corazón cuando al tercer día brilló el Sol Naciente con toda su
gloria? ¿Cómo celebraron juntos aquél
momento? Me imagino lo que sentiste.
Déjame ver con tu mirada el rostro de tu Hijo Resucitado, alegrarme y regocijarme en Él como tú lo hiciste.
A ti te constituyó en Madre de la Iglesia, que
a mí me conceda resucitar con Él; que me
haga un hombre nuevo, que piense en las
cosas de arriba, y las busque por encima
de todo
Amen
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