El tiempo de Pascua en la Iglesia Católica es ciertamente el de más alegría porque, durante 50 días, celebra la resurrección del Señor.
En esta nota compartimos una homilía de San Juan Crisóstomo, el santo
patrono de los predicadores, cuyo nombre significa “boca
de oro” y que se hizo famoso por sus hermosas prédicas.
Si bien la pandemia del coronavirus aún suscita en muchos miedo y dolor,
es bueno recordar que el Señor Jesús ha vencido a la muerte con su resurrección,
para así no perder de vista la alegría de este tiempo pascual que la Iglesia
celebra como un solo gran día hasta la Solemnidad de Pentecostés.
Por ello ofrecemos a continuación la homilía de San Juan Crisóstomo
titulada “Entren en el gozo de su Señor”,
publicada en el National
Catholic Register.
“Que todos los hombres piadosos y los que aman a
Dios se alegren en el esplendor de esta fiesta, que los sabios servidores
entren felizmente en el gozo de su Señor, que todos los que han cargado el peso
de la cuaresma reciban su paga, y que aquellos que han trabajado desde las
primeras horas, que ahora reciban su debida recompensa, que cualquier que vino
a la hora tercia sea agradecido y se una a la fiesta, y que quienes llegaron a
la sexta no teman llegar muy tarde, porque el Señor es amable y recibe al
último como si fuera el primero.
Él ofrece el descanso a quienes llegan a la hora undécima así como al
que ha trabajado desde la primera: sí, Él se conmueve con los últimos y sirve a
los primeros, Él los premia y alaba el esfuerzo.
Vengan todos: Entren en el gozo de su Señor.
Tú el primero y tú el último, reciban su recompensa, tú rico y tú pobre, bailen
juntos, tú fuerte y tú débil celebren el día, tú que has guardado el ayuno y tú
que no, alégrense hoy. La mesa está ricamente servida, disfruten su banquete
real.
El becerro es el que se engordó. Que nadie se vaya con hambre. Todos
disfruten del banquete de la fe, que todos ustedes reciban las riquezas de su
bondad.
Que nadie se entristezca por su pobreza porque el reino universal ha
sido revelado, que nadie llore sobre sus pecados porque el perdón ha brillado
desde la tumba, que nadie tema a la muerte porque la muerte de
nuestro Salvador nos ha liberado.
Él la ha destruido al soportarla. Ha despojado al Hades descendiendo a
su reino. Lo ha enojado al permitirles saborear su carne.
Cuando Isaías predijo todo esto clamó: ‘¡Oh
Hades, has sido enojado por encontrarlo a Él en el mundo inferior!’.
El Hades se ha enojado porque está frustrado, se ha amargado porque ha
sido burlado, se ha molestado porque ha sido destruido, se ha enojado porque ha
sido reducido a nada, se ha amargado porque es ahora cautivo.
Se apoderó de un cuerpo pero ¡he aquí que
encontró el cielo, tomó lo visible y fue vencido por lo invisible!
Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?
Oh Hades, ¿dónde está tu victoria?
Cristo ha resucitado y has sido abolido.
Cristo ha resucitado y los demonios fueron
derrotados.
Cristo ha resucitado y los ángeles se alegran.
Cristo ha resucitado y la vida se ha liberado.
Cristo ha resucitado y el sepulcro ha quedado vacío
de muertos porque Cristo, al resucitar de entre ellos, se ha convertido en el
guía y vivificador de los que se habían dormido.
A Él la gloria y el poder por los siglos de los
siglos. Amén.
Redacción ACI Prensa
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