SUS PRINCIPIOS «NO PUEDEN SER MÁS OPUESTOS», DENUNCIA EL BIOETICISTA WESLEY J. SMITH
La mejora que quiere introducir el transhumanismo
en el ser humano va más allá de la tecnología y del ciborg: busca la
inmortalidad y se fundamenta en la adoración del propio yo.
La ideología transhumanista intenta penetrar en ambientes cristianos con
un lenguaje equívoco. Wesley J.
Smith, abogado
especializado en cuestiones bioéticas y directivo del Discovery
Institute’s Center on Human Exceptionalism, desenmascara el intento en un
reciente artículo en First
Things (los ladillos son de ReL).
LA
IMPOSIBILIDAD DEL TRANSHUMANISMO CRISTIANO
El llamado "transhumanismo cristiano",
o el intento de combinar la agenda transhumanista con los preceptos de
la teología cristiana, existe desde hace tiempo. Pero recientemente ha
resurgido el interés por este proyecto. El libro Religious Transhumanism and Its Critics, publicado en 2019, pretende ofrecer "un testimonio de primera mano sobre el valor de la
visión transhumanista percibida por la mente religiosa". El volumen
incluye contribuciones de varios cristianos. La Asociación Transhumanista
Cristiana (CTA, por sus siglas en inglés), formada en 2014, se dedica
activamente a promover el transhumanismo como medio para "participar con Dios en la redención, la
reconciliación y la renovación del mundo".
El problema con estos esfuerzos
es que la visión transhumanista del mundo y la fe cristiana
son incompatibles. No se puede
ser un "transhumanista cristiano", igual
que no se puede ser un budista cristiano o un musulmán cristiano.
El transhumanismo es un movimiento social futurista. Sus seguidores creen que la
inmortalidad es alcanzable en el mundo corpóreo a través de las maravillas de
la tecnología aplicada. El objetivo es llegar a ser "H+",
o más que humano. Entre los proselitistas transhumanistas se encuentran
académicos como Nick Bostrom, de
Oxford, gurús de las grandes tecnologías como Ray Kurzweil,
y divulgadores como el candidato presidencial de 2016 Zoltan Istvan.
Prometen que se acerca "la singularidad",
el momento en que un crescendo de avances científicos hará imparable el
movimiento y los transhumanistas se transformarán en superseres que
podrán disfrutar de una vida física sin fin.
UN
SUCEDÁNEO DE LA ESPERANZA CRISTIANA
Que el transhumanismo se haya
convertido en un fenómeno no es sorprendente. La sociedad occidental es cada
vez más secular, con un crecimiento exponencial entre los jóvenes de los "nones" [que no tienen ninguna -none,
en inglés- religión]. Este cambio social tiene consecuencias. Eliminar a Dios de la ecuación humana engendra desesperanza y alimenta el
nihilismo. Esta es la debilidad
crucial del materialismo moderno, que el transhumanismo trata de remediar. Al
ofrecer a sus adeptos la esperanza de un rescate
tecnológico de la
desaparición definitiva de la muerte, el transhumanismo ofrece a los no
creyentes un giro posmoderno sobre la promesa de la fe de
una vida eterna. El
transhumanista cree fervientemente que puede vivir para siempre si
desarrollamos la tecnología lo suficientemente pronto.
Pero cualquier intento de
fusionar el transhumanismo y el cristianismo es erróneo, ya que ambos son
sistemas de creencias contradictorios. El dogma
transhumanista es totalmente
materialista. Su enfoque es solipsista, su
propósito eugenésico. Además, rechaza principios cristianos básicos como
el pecado, la necesidad del perdón divino, el valor del sufrimiento redentor y
la salvación eterna. Para ocultar esta verdad, el sitio web de la CTA evita
asiduamente discutir los principios reales del transhumanismo. Ofrece
afirmaciones insulsas como: "Creemos que la
misión de Dios implica la transformación y la renovación de la creación" y
"Buscamos el crecimiento y el progreso en
todas las dimensiones de nuestra humanidad". De este modo, la CTA
confunde la búsqueda de avances tecnológicos -que los cristianos pueden apoyar-
con la obsesión del transhumanismo con la tecnología como
salvadora.
El sitio web de la CTA tampoco
habla de los "medios" que los
defensores del transhumanismo planean utilizar para alcanzar esta visión
utópica, por no mencionar sus implicaciones éticas.
Por ejemplo, algunos transhumanistas esperan renovar repetidamente sus cuerpos
mediante la cría de clones como fuente de sustitución de órganos. Otros planean
congelar sus cabezas de forma criogénica para permitir su eventual acoplamiento
quirúrgico en un cuerpo diferente o en un ciborg. Pero la mayor pasión de
los transhumanistas es salvar eternamente sus mentes
-a diferencia de las almas, que no es un concepto transhumanista- mediante la carga en programas informáticos,
un concepto conocido como "inmortalidad
digital". Esto no es lo que quería decir San Pablo cuando preguntó: "Muerte, ¿dónde está tu
aguijón? Tumba, ¿dónde está tu victoria?" (1 Cor 15, 55).
El sueño
transhumanista: Johnny Depp ve su mente "liberada" del cuerpo en 'Transcendence'
(2014), de Wally Pfister.
Los transhumanistas no solo creen
que la vida es demasiado corta, sino que las capacidades humanas son
inadecuadas. Así, el segundo gran objetivo del transhumanismo es la "libertad morfológica", es decir, la mejora radical de la calidad, no a
través de la autodisciplina, la adopción de las virtudes o los esfuerzos
centrados en la formación del carácter, sino a través de medios materialistas
como la edición genética, los implantes cerebrales y la fusión con las tecnologías
de Inteligencia Artificial.
El objetivo final de esta
búsqueda no es espiritual -no es la theosis o la santificación-,
sino convertirse en superseres en un sentido materialista. Como escribió
Istvan en 2016 en el Huffington Post: "Debemos forzar nuestra
evolución en el presente a través de nuestro razonamiento, inventiva y,
especialmente, nuestra tecnología científica. En resumen, debemos
abrazar el transhumanismo: el campo radical de la
ciencia que pretende convertir a los humanos en, a falta de una palabra mejor, dioses".
Es difícil ver cómo todo esto encaja con la llamada a la humildad de los
cristianos.
OBSESIÓN
POR UNO MISMO
Los transhumanistas no solo
quieren manipular sus propios cuerpos, sino también los de
sus hijos. Esperan hacerlo a
través de la ingeniería genética y de medios no naturales de formación de
familias. Según la Declaración de Derechos de los Transhumanistas, "todas las entidades sensibles tienen derecho a la
libertad reproductiva, incluso a través de medios novedosos como la creación de
clones mentales, niños monoparentales o inteligencia general artificial benévola".
Y ni siquiera he entrado en cómo, al conceder derechos a los ordenadores de
Inteligencia Artificial y proponer "mejorar"
a los animales para convertirlos en seres racionales, el movimiento rechaza la visión del cristianismo sobre el carácter
único del ser humano.
Los lectores no encontrarán nada
de todo esto en el sitio web de la CTA. Más bien, esta asociación afirma que al
abrazar el transhumanismo, los cristianos pueden "crecer
en nuestra identidad como seres humanos hechos a imagen de Dios". Pero
los cristianos aceptan el crecimiento espiritual a
través de la oración, el ayuno y los actos de ascetismo, no de las mejoras tecnológicas superficiales de
nuestro físico. Los cristianos no ven a los enfermos y discapacitados como algo
inferior. Además, la fe cristiana nos llama a mostrar compasión hacia
los demás, en lugar de obsesionarnos con nosotros mismos. A los cristianos se les insta a dar de comer al
hambriento, invitar al forastero, vestir al desnudo y visitar al enfermo y al
encarcelado, porque al hacer estas obras de misericordia con los más pequeños,
los hacemos a Cristo.
Los primeros principios importan,
y los del transhumanismo y el cristianismo no pueden ser más
opuestos. El transhumanismo es
materialista. El cristianismo es teísta. El
transhumanismo es utópico. El cristianismo
ve el mundo caído de forma realista. El transhumanismo percibe la inmortalidad
como algo que puede ser alcanzado por los hombres. El cristianismo identifica
la salvación eterna como la misericordia de un Dios amoroso. Su escatología se
centra en las promesas de Dios, no en las aplicaciones científicas
avanzadas.
Sin duda, se puede ser cristiano
y, además, tecnófilo. Pero no se puede ser un "transhumanista
cristiano". Las dos religiones -porque en eso se ha convertido
esencialmente el transhumanismo- simplemente no pueden ocupar el mismo espacio.
Traducido por Verbum
Caro.
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