La prisa y el ruido es el
estilo de hacer del hombre que no cree en los silencios fecundos de las noches.
El silencio y la larga paciencia
son el estilo de hacer de Dios que, como la semilla en el surco, hace madurar
sus frutos lentamente…, pero seguramente, silenciosamente…, pero
ininterrumpidamente.
Dios no pide ni tu ruido
ni tu prisa. Solo pide tu eficacia en el reino, y toda eficacia consciente y responsable
pasa siempre por un desierto de silencios y soledades.
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