El cristiano no es un hombre obsesionado por el pecado sino por el amor de Dios.
«La confessio peccatorum es simultánea con
la confessio laudis» (cardenal Martini)
Que aprendan la lección
tantas personas enfermizamente hipersensibilizadas por sentimientos de culpabilidad
a partir de sus pecados personales.
Por otra parte, la fijación
en el pensamiento del pecado envejece porque provoca el hastío de la vida y el hastío
es una señal de vejez.
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