Muchos conocen la historia, la Virgen María se encontraba desposada con San José, pero aún no vivían juntos. Es en ese momento de su relación que el Ángel Gabriel se le aparece a María y le anuncia que va a concebir virginalmente y ser madre de Dios.
San José, al conocer del
embarazo de María, decide dejarla en secreto para que ella no sufra. Un ángel
se le aparece en sueños y le invita a no tener miedo de tomar a María por
esposa «porque el niño que lleva dentro de ella
fue concebido por el Espíritu» (Mateo 1,20).
La Iglesia nos enseña que uno
de los motivos más claros por los cuales Dios prefería disponer que María
concibiera previo a convivir con José era para que no hubiera duda de que Jesús
era “Hijo del Altísimo” (Lucas 1,32)
y no de ningún hombre.
Así además daba cumplimiento a
las profecías dispuestas desde antiguo en relación con el Mesías donde se decía
«el Señor mismo les dará esta señal: una virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Isaías
7,14).
LA ANUNCIACIÓN UN
EVENTO SIN PRECEDENTE
Y nos puede enseñar muchas
cosas. Hoy quiero compartir una reflexión de la anunciación, un poco distinta.
La Sagrada Biblia no nos cuenta mucho más sobre la Virgen y lo que vivía en su
corazón durante su embarazo.
Siempre he pensado que tiene
que haber vivido esos días en un estado de maravilla constante al conocer de su
estado, y de que iba a traer al mundo al Mesías tan esperado de Israel.
Pero recientemente aprendí un
poco más sobre el contexto judío de aquel tiempo y comprendí que María tenía muchas razones por las que inquietarse y perder la paz sobre
el milagro que acababa de ocurrir.
¿CÓMO EXPLICARLE AL NOVIO LO QUE ACABABA DE
OCURRIR?
Por cómo eran los matrimonios
judíos en la época de Jesús, María podía no tener certeza de la bondad del
hombre con la que se iba a casar.
¿Cómo le iba a
explicar María a este señor, su futuro esposo, lo que le acabada de ocurrir?
¿Le creería? María no le
comparte la noticia, y vive su embarazo con discreción conociendo que es Dios
el que dispone de las cosas de los hombres. Si es de Dios, los caminos se
allanarán.
Su fe fue recompensada. Así
como un Ángel se le
apareció a María para
anunciarle que concebiría a Jesús, un Ángel le confirma a José que debe tomar a
María por esposa. Dios le acompaña a María en la historia de
la concepción y embarazo del Señor. Lo hace de forma misteriosa, eso es cierto, pero igual de
cierto es que no la abandona.
MARÍA TAMBIÉN PODÍA
PERDER LA VIDA
Según el libro del
Deuteronomio (22, 23-24) el adulterio de la desposada debía ser denunciado
públicamente por el esposo, y la pena aparejada era la lapidación de la mujer.
Esto era igual en caso de estar desposados sin vivir juntos.
La situación de la Virgen
fácilmente podía confundirse con la de un adulterio. Sí, ella era una mujer
desposada, que estaba embarazada sin haber todavía convivido con su esposo, por
lo que, si José la denunciaba, podía ella podía ser condenada a muerte por
lapidación.
¡Qué ansiedad! Mi primera reacción al conocer
esto fue preguntarle a Dios por qué ha permitido que
la Madre de su hijo, la bendita entre
todas las mujeres, se encuentre en una posición de tanta desprotección y
vulnerabilidad.
DONDE HAY PELIGRO Y ANGUSTIA ESTÁ DIOS
Y Dios, por medio de la misma
historia de la salvación, me mostró que ahí donde hay peligro y angustia, está
Él. No hay amenaza que escape de los ojos de Dios. Es cierto que el mal existe,
y que en este mundo herido no hay nadie que se escape del sufrimiento (tampoco
Nuestra Madre ni el mismo Señor Jesús).
Aún y así, aunque todo parezca
indicar lo contrario, Dios está presente en medio del dolor y es capaz de
renovar y transformar todo, para que dé fruto.
Qué impresión, imagínate a
María caminando por su ciudad, sabiendo que lleva en el vientre un Niño que no
puede explicar, y que puede ser causa de su muerte.
Cuanta
confianza en el amor de Dios tiene María, en que Él tiene un plan y en que Él
no la defraudará.
NADA LE FUE CÓMODO A MARÍA
Luego de haber sobrevivido a
una posible condena de lapidación, y de que San José, por haber sido instruido
en sueños, decidiera todavía casarse con María; la pareja debe emprender un
viaje cerca del momento del parto.
Nada te fue cómodo María. La Reina de todo lo creado, tuvo que pasar los
últimos días de su embarazo yendo de ciudad en ciudad a fin de realizar un
trámite. Y al momento de dar a luz, no tiene un lugar digno de ella ni de su
Hijo, dando a luz entre animales.
Cuánto
se puede admirar a María. No tiene que haber sido fácil. Caminar hacia Belén, o ir en
burro, por 31 horas, con los malestares en el cuerpo de una mujer que tiene más
o menos 38 semanas de gestación, no es cosa fácil.
Claramente no lo más deseable
para ninguna futura Madre, y peor aún, primeriza. La situación es
inconveniente, exigente e inoportuna. Después de tantas dificultades, seguro
que por mi mente se hubiesen cruzado muchos pensamientos sobre como ese
embarazo inesperado no era la mejor idea. Pero no para María, ella esperaba
confiada en Su Señor.
CUANTO APRENDER DE LA VIRGEN
Vivir siempre atendiendo a los
planes de Dios y no a los razonamientos humanos a los que se les escapa muchas
veces lo más esencial.
Lo más hermoso de esta
historia, es que, por medio de todas las dificultades, amenazas y dolores
vividos y aceptados, Dios trajo un don precioso al mundo, Nuestro Señor
Jesucristo. Sin lugar a dudas, María es una mujer de fe firme, y Dios es
refugio y Baluarte.
A veces Dios nos pone en
situaciones realmente difíciles y no entendemos por qué. Es justo en medio de
la adversidad que el amor de Dios se manifiesta y brilla con mayor claridad y
fuerza.
Salvando las diferencias que
claramente existen entre un embarazo natural de este mundo, y el embarazo
virginal de Nuestra Santísima Madre, la noticia de un embarazo no
esperado, trae consigo retos, dudas y miedos.
En el día de la Anunciación,
pidamos a María que nos enseñe a confiar en Dios tan firmemente como ella lo
hizo, y por todas las mujeres que reciben la noticia de un embarazo que no
esperaban, para que al igual que nuestra Madre, encuentren en Dios y en sus
hermanos el acompañamiento y apoyo que necesitan.
Escrito por: Kristina Hjelkrem
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