La Conferencia Episcopal Peruana (CEP) expresó su rechazo total a las recientes declaraciones de la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Diana Miloslavich, quien abogó por la despenalización del aborto por violación para niñas y adolescentes en la legislatura actual.
En declaraciones al medio Exitosa el 7 de marzo, Miloslavich también expresó
su deseo de que “en algún momento el aborto sea
libre, gratuito y seguro en el Perú como en Argentina”.
Los obispos peruanos respondieron el 9 de marzo con un comunicado
titulado “Nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente”.
En este rechazaron “totalmente las
declaraciones de la ministra de la Mujer que pretende la despenalización del
aborto”. Y a la vez proclamaron “la defensa
de la vida, de todo ser humano, desde el momento de la concepción hasta la
muerte natural”.
La Conferencia Episcopal Peruana indicó que “el
tema del aborto no es exclusivamente de índole religioso, ni social, ni
político”, sino que “es un problema humano”.
“El valor de la vida trasciende la perspectiva
confesional, es una cuestión de humanidad. Por eso, como Iglesia, levantamos
nuestra voz”, aseguró.
En ese sentido, los obispos peruanos recordaron a la ministra
Miloslavich que “el primer derecho de una persona
es el derecho a vivir, que es el fundamento y condición de posibilidad para
ejercer todos los demás derechos”.
“En consecuencia, su defensa debe estar por encima
de cualquier otro valor social, económico, psicológico, afectivo, sanitario y
familiar”, recordaron.
Los obispos también recordaron que el artículo.2
de la Constitución Política del Perú, “reconoce
que la vida humana se inicia con la concepción, y señala que el concebido es
sujeto de derecho en todo cuanto le favorece”.
“Y el principal de esos derechos es precisamente el
derecho a la vida”, subrayaron.
Añadieron que la Convención Americana sobre Derechos Humanos —conocido
también como Pacto de San José de Costa Rica—, suscrito por el Perú, ordena
que: “Toda persona tiene derecho a que se respete
su vida. Ese derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del
momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”.
En el comunicado se criticó, además, a quienes “se
inclinan por sacrificar la vida del concebido en aras de resguardar la vida de
la madre, aún en casos lamentables de violación”, ya que “parten del presupuesto de que la vida de la madre tiene
mayor valor que la del hijo, lo que es arbitrario y falso, y exponen a las
madres a las consecuencias de participar en el asesinato de sus propios hijos”.
“Todos los seres humanos poseen la misma dignidad y
el mismo valor”, subrayó la CEP.
Los obispos aseveraron que “no existe
situación, razón objetiva o dificultad humana que autorice matar a un
inocente”, pues “un mal (la violación) no se
combate con otro mal (el aborto)”.
“Es injusto matar al inocente, creyendo que con
ello se ‘sana’ a la mujer madre que sufrió la violación. Dice el Papa
Francisco: ‘¿Es justo suprimir una vida humana para resolver un problema? ¿Es
justo contratar un sicario para resolver un problema? ¡No, no se puede!’”, agregaron.
La CEP recordó además que la Iglesia Católica “ha
considerado siempre al concebido como alguien sagrado, y reconoce que tiene
alma desde el instante de su concepción”. “Una vida que biológicamente es
distinta a la vida de la madre y que, además, es irrepetible y única”.
En su comunicado, los obispos peruanos expresaron su solidaridad con las
mujeres que han sido víctimas de violación.
Indicaron que en su misión pastoral “han
podido acoger, atender y ayudar a tantas mujeres que, después de haber sufrido
el vejamen de la violación, siguen cargando con el sufrimiento y la impotencia
de ver que la justicia no ha castigado a sus agresores”.
“Por eso pedimos a las autoridades competentes
implementar leyes y procesos para que los culpables de actos de violación
paguen sus delitos”, exhortaron.
Finalmente, hicieron un llamado a la oración, para “que el Señor de la Vida, Él que ha dado su vida para que
nosotros la tengamos en abundancia, nos inspire siempre sentimientos de amor,
respeto y defensa de la vida humana en cualquier circunstancia, para que en
nuestro país se implante la cultura de la vida, no la cultura de la muerte”.
POR DIEGO LÓPEZ
MARINA | ACI Prensa
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