Cuentan los pobladores de Centinela (Carquín) que una vez un señor iba cabalgando por el lugar mencionado a las doce del día, cuando en eso se le apareció una puerta de oro de la que colgaban adornos de oro.
El señor
se alegró mucho al ver esta puerta, y de los adornos cogió un huaco de oro que
lo puso en su camisa y siguió su camino. A medida que iba avanzando, el huaco
iba creciendo cada vez. Creció tanto que ya no podía cargarlo. Entonces decidió
romperlo y coger solo un pedazo. Así lo hizo y siguió su camino.
Volvió a
crecer el pedazo de huaco. El Señor prefirió dejarlo en el camino y cuando
volteó después de haber avanzado cierta distancia, vio que el huaco se iba
achicando. Se cree que la suerte no era para el señor.
Tradición oral recogida por: Katty Alcántara Vásquez.
Fuente: Mitos y leyendas de Huacho y distritos aledaños. 2017.
Compilador: Samuel Cornelio Abad.
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