Hoy me han abordado - ¿por milésima vez? – a propósito de la vida religiosa: «¿Qué sentido tiene tal estilo de vida?»
Como
siempre, he optado por callarme. ¿Cómo le voy a
explicar yo el valor de la oración al que no reconoce otra jerarquía de valores
que los que se cotizan en bolsa?
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